Por Manuel Isisdro Molina
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Lo más importante hoy -a una semana del inicio de las operaciones militareres- es apreciar la invasiòn de Rusia a Ucrania como un efecto, y no como la causa.
Quienquiera que lo vea como un capítulo particular y no como una continuidad de las presiones geopolíticas "occidentales" contra la seguridad estratégica de la Federación de Rusia, se equivoca: el mundo asiste a un reacomodo militar, científico-tecnológico y económico de orden mayor, que involucra a Estados Unidos de Amérida (EEUU), la República Popular China (China) y la Federación de Rusia en calidad de actores principales; los otros países son apenas aliados estratégicos subalternos, como se ha demostrado en las dos últimas décadas.
La OTAN (Organización del Atlántico Norte) obedece fundamentalmente a los propósitos de EEUU y el Reino de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte (Gran Bretaña), cuya reina Isabel II está involucrada en todas las decisiones bélicas, en tanto Jefa de Estado no solo de Gran Bretaña sino también de las potencias emergentes de la Commwealth: Australia, Canadá y Nueva Zelanda, entre otros países otrora colonias inglesas. Este eje anglo-estadounidense está determinando la expansión ofensiva de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, hoy prácticamente rodeada en su frontera occidental, y seriamente amenazada de serlo por el norte y por el suroccidente, respectivamente con la incorporación a esa alianza militar de Suecia, Finlandia y Ucrania, precisamente.
De esa manera, el eje EEUU-Gran Bretaña gobierna a la Unión Europea y la envolucra en sus políticas expansivas y de predominio imperialista sobre el resto del mundo, oponiendo resistencia evidente a los reacomodos estratégicos mundiales hacia la multipolaridad que reclaman China y Rusia junto con otros países de gran importancia regional en sus respectivas zonas geográficas como India, Irán, Pakistán e incluso Turquía, miembro de la OTAN y aspirante a ingresar a la Unión Europea.
Con sus 27 integrantes, la Unión Europea por sí sola no es rival militar ni estratégico para Rusia, y menos cada uno de sus países miembros. Tampoco, Gran Bretaña, que ahora independizada de la UE refuerza su eje con EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, incluso aventurándose a provocar la reacción estratégica de China con la sorpresiva conformación en 2021, del acuerdo "AUKUS" con EEUU y Australia para el suministro de submarinos nucleares a la armada australiana para hostilizar a los chinos.
En la zona euroasiática, frente al empuje del eje anglo-estadounidense que arrastra a la UE contra Rusia y China, estas dos potencias de primer nivel han venido estructurando una alianza estratégica quje abarca desde la economía y las finanzas hasta lo militar, pasando por los avances científicos y tecnológicos, que en algunas áreas vienen dejando a la cola a EEUU. En este conbtencioso estratégico, no cuentan Gran Bretaña ni la Unión Europea, a pesar de sus aires neocolonialistas que pretenden desestimar los cambios anticoloniales mundiales ocurridos durante los siglos XIX -como efecto de las guerras napoleónicas- y XX -a consecuencia de las dos guerras mundiales entre 1914 y 1945-.
Nada de lo anterior puede ser soslayado y menos desestimado, a la hora de comprender lo que ha ocurrido en Ucrania antes y después del pasadio jueves 24 de febrero de 2022.
Rusia -de acuerdo con lo anunciado sucesivamente por su presidente Vladimir Putin, el canciller Seguei Lavrov y el ministro de la la Defensa Serguéi Shoigú- reclama un acuerdo de seguridad estratégica que aleje las armas nucleares de sus fronteras occidentales y el cese de la expansión de la OTAN hacia el este, así como la neutralidad de Ucrania y la distención estratégica de su relación con la Unión Europea. EEUU y Gran Bretaña son otra cosa: sus aires imperialistas están presentes en todo el mundo, por lo que ya son identificados como yunta anglosajona que pudiera llevar al mundio a una conflagración nuclear de mutua destrucción, terrible panorama de destrucción mundial solo imaginado por psicópatas, irresponsables o ignorantes alimentados por la manipuolación mediática y las consejas marcartistas trasnochadas que todavía imponen reflejos condicionados rejidos durante la Guerra Fría, que terminó en diciembre de 1991 con la extibnción formal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
(Continúa...)
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