domingo, 9 de febrero de 2025

AQUÍ, AHORA / La discusión franca es imperiosa



«Aqui en Venezuela, hubo un fraude electoral grotesco el 28 de julio de 2024. Nicolás Maduro, candidato a su segunda reelección, perdió de calle frente a Edmundo González Urrutia, un insulso aspirante que ha reconocido que fue «candidato tapa» y carece de liderazgo público»

Manuel Isidro Molina

El cinismo del gobierno usurpado es inocultable en todas sus manifestaciones. Quieren aparentar como si no ocurriera nada. Son expertos en la mentira, y sobrados en sinvergüenzura, pendencieros como son.

Eso tenemos en Miraflores y en los otros cuatro Poderes Públicos Nacionales. Y así, en ministerios, fundaciones y empresas del Estado: «Lo que diga Nicolás», tristemente. En las gobernaciones, consejos legislativos, alcaldías y concejos municipales bajo rectoría de subalternos del PSUV, también es norma el peculado de uso, el abuso de poder y el endemoniado concepto del «partido/gobierno», según el cual el aprovechamiento codicioso de lo público se practica en terminos de saqueo miserable y ampuloso de lo que le pertenece al pueblo venezolano.

Aqui en Venezuela, hubo un fraude electoral grotesco el 28 de julio de 2024. Nicolás Maduro, candidato a su segunda reelección, perdió de calle frente a Edmundo González Urrutia, un insulso aspirante que ha reconocido que fue «candidato tapa» y carece de liderazgo público.

María Corina Machado hace esfuerzos denodados, consecuente con su irruptivo liderazgo desde la otrora minúscula corriente neoliberal, macartista y adosada a los intereses y políticas de Estados Unidos de América y las tradicionales oligarquías latinocaribeñas y europeas, lo que es su mayor debilidad dentro de sus innegables fortalezas. Ahí, existe una disonancia con el sentir nacional de terminar de salir de Maduro y el sectarismo corrupto y abusador del poder del PSUV, para impulsar una regeneración ética de la función pública, que garantice los derechos constitucionales de trabajadoras y trabajadores activos, jubilados y pensionados.

La disonancia básica es un clamor nacional por la justicia social y el desarrollo armónico de Venezuela, por un lado, y la vocación excluyente de los partidarios de las oligarquías neoliberales y -digámoslo claro- pro imperialistas, algunos en condición de cipayos.

«Decidir votar o no votar el próximo 27 de abril, no es fácil ni algo ligero. Es una alta responsabilidad ciudadana, política y ética»

Este debate debe darse, responsablemente, ante un gobierno traidor al pueblo y la Constitución, que se regocija en la indignidad.

Decidir votar o no votar el próximo 27 de abril, no es fácil ni algo ligero. Es una alta responsabilidad ciudadana, política y ética. 

En el marco del apartheid político-electoral impuesto, sin garantías ni equidad,  participar es como caminar vendado hacia el cadalso. Y no hacerlo es dejarle el camino libre a los fraudulentos usurpadores del poder.

¿Con ese Consejo Nacional Electoral (CNE), existe confianza de algo? Esos truhanes no harán más que asignar cargos a los del PSUV y sus satélites. El razonamiento popular es poderoso: «Si se robaron la elección presidencial del 28 de julio, igual se roban las parlamentarias y las de gobernadores y alcaldes».

¿Quién no toma en serio tal indagación mayoritaria? La discusión franca es imperiosa, como indispensable es uns decisión colectiva consensuada en los factores políticos y sociales ajenos s los dos bandos de la destrucción nacional.

«El gobierno usurpador, su partido, satélites y testaferros no pueden salirse con la suya. La renuncia de Nicolás Maduro debe seguir en la exigencia popular: el usurpador está en el aire, ni la comandita de Miraflores le cree la mentira del ‹triunfo electoral›»

El gobierno usurpador, su partido, satélites y testaferros no pueden salirse con la suya. La renuncia de Nicolás Maduro debe seguir en la exigencia popular: el usurpador está en el aire, ni la comandita de Miraflores le cree la mentira del «triunfo electoral». Como dice el adagio «siempre se le ve el bojote». Están liquidados moralmente, no valen medio, deben desalojar el Poder Ejecutivo usurpado el 10 de enero, sobre la base del fraude electoral presidencial del 28 de julio de 2024. Para decirlo en criollo, el actual CNE «vale medio de mierda», ninguno de sus rectores y rectoras tiene una pizca de credibilidad en la Venezuela inconforme de hoy: tienen el sello del fraude cometido en la frente.

Maduro y sus secuaces no levantan ni para un suspiro. Lo saben, está demostrado y Venezuela toda lo sabe.

La confianza hacia el 27 de abril, será restablecida con otro CNE, si acaso el PSUV tiene algo de sentido patriótico, que lo dudo por su falta de honestidad y la sobrada codicia demostrada. 

En fin, la perspectiva electoral es sombría. Lo que más resalta es que el fraude está cantado por el propio gobierno, el PSUV, satélites y testaferros financieros y comunicacionales. Tanto, que pueden quedar ensartados en su propia trampa.

manuelisidro21@gmail.com

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