Afirmar que en Venezuela sufrimos
una crisis profunda, no es novedad. Lo sabemos y lo vivimos cotidianamente,
entre la nefasta corrupción, la inflación-especulación, baja producción,
impacto sangriento de la delincuencia, las guarimbas golpistas de la extrema
derecha, y el ciego autoritarismo del gobierno, cuyo equipo económico hace
agua sobre el hambre y la irritación del pueblo llano, cada vez más
desencantado del oficialismo y del oposicionismo. Hoy -con toda razón-, la mayoría de nuestra población expresa inconfrormidad y rechazo a las
irresponsables tendencias polarizantes del cepo chavismo-antichavismo.
Fuera de control
Cinco elementos clave están “fuera de control”
en la economía venezolana: inflación, pulverización del bolívar, la producción,
consumismo y corrupción, que de mil maneras golpean a venezolanos y
venezolanas, cotidianamente, parte del legado del “Comandante eterno”. Maduro,
“el hijo de Chávez”, no tiene idea de cómo revertir el desastre generado por la
irresponsabilidad de su predecesor y el pillaje de sus subalternos incursos en
manejos financieros mafiosos, anclados en el abuso de poder y la impunidad que
les garantizó el finado.
Ciertamente,
estamos agobiados por el descalabro económico, la galopante corrupción chavista
y la diatriba politiquera del cepo chavismo-antichavismo. Crece la incredulidad
y el desencanto, socialmente hablando. ¿Qué hacer?
Nueva hoja de ruta
Lo importante es construir una
nueva hoja de ruta para la Venezuela que queremos mayoritariamente: un país
decente y armónico, justo y equilibrado, en constante transformación futurista,
afincado en el desarrollo de una poderosa economía mixta integradora de los
factores públicos, privados y sociales, mediante entendimiento nacional y desarrollos
científicos y tecnológicos hacia la independencia nacional sostenible, en el
marco de la integración latinocaribeña, para enfrentar los retos de la economía
mundial y las mutaciones contemporáneas de la globalización.
Aliento estratégico civilista
Esa nueva hoja de ruta tiene que
estar por encima de las miserias del cepo chavismo-antichavismo, asumiendo un
compromiso alternativo que preserve la paz en nuestro país, y presione por los
cambios indispensables para adecentar la vida republicana y rescatar los
equilibrios del pluralismo constitucional, que ha sido hecho trizas por el
envolvente dispositivo polarizante de los factores de poder en pugna
irresponsable.
Constatamos que la mayoría del
pueblo ya no comulga con el gobierno ni con la “oposición” (MUD-La Salida-Transición). Sus dirigentes
están sufriendo el rechazo popular, de forma inocultable. Lo pertinente es
alimentar, organizar y desplegar esa nueva hoja de ruta, desde ya, con aliento
estratégico, democrático y civilista, que nos lleve a un gran encuentro
nacional para superar la crisis histórica a la que nos han arrastrado los
errores, corruptelas e iniquidades de los principales actores de las llamadas
“cuarta” y “quinta” repúblicas.
Reconstrucción moral de la República
No se trata de una “oferta” de
servicios ni de un “plan” preconcebido, sino de un enorme esfuerzo para
decantar diagnósticos y formas de asumir la emergencia nacional, a partir de la
reconstrucción moral de la República para comenzar a solventar los más
acuciantes problemas de inseguridad, corrupción, productividad, responsabilidad
social y personal, confrontación irracional, sin lo cual es impensable, en
paralelo, reorientar la economía, el sistema de justicia, la constitucionalidad
y el ejercicio peno de los derechos ciudadanos bajo el exigente cumplimiento
del deber, la ley y la constitución.
Diálogo y representación proporcional
Por ello, el término “ruta” o camino,
a mediano y largo plazo, que exige actuar decididamente con la mira puesta en
el futuro, incidiendo progresivamente en su construcción. Pasa por un verdadero
diálogo nacional, más allá de la morisqueta manipuladora de la fracasada
diatriba Gobierno-MUD; la democratización ética del sistema político-electoral
venezolano, con verdadera representación proporcional de las diversas tendencias que emanan del seno del pueblo
venezolano; y la elevación a máximo nivel del debate público hacia las
elecciones parlamentarias de 2015, única oportunidad de cambiar pacíficamente
las cosas en Venezuela, dando suficiente fuerza a un compromiso alternativo que
supere, como dijimos, las miserias del cepo chavismo-antichavismo.
Venezuela merece paz
El inmediatismo violentista de la
ultraderecha no hace sino alimentar la inercia del abuso de poder y la
corrupción chavista. Es el espejismo que
más conviene al gobierno, para justificar su fracaso ético, económico y social.
Venezuela merece paz, y
debemos defenderla. Suficientes problemas confrontamos, como para permitir la
vertiente de la violencia criminal que alienta la intolerancia fascistoide de
quienes sueñan con una intervención militar extranjera.
Honestidad y eficacia
Hay que
trabajar duro, con honestidad y eficacia, darlo todo con generosidad por
nuestra patria y nuestro pueblo. Debemos, juntos, encontrar métodos decentes y
solidarios de interacción para la solución de conflictos y la superación de
tantos cuellos de botella. Podemos aportar soluciones, catalizar procesos
pacíficos de transformación y liderar un vasto compromiso alternativo nacional,
si nos disponemos a cambiar, visto el fracaso acumulado en el cepo
chavismo-antichavismo.
Urgente y posible
Articular a
los sectores sociales, factores políticos y liderazgos emergentes tras estos
nobles propósitos, es urgente y posible. Tenemos que escucharnos, proponer,
discutir y aportar nuestro esfuerzo para la construcción dinámica de una
plataforma política plural e integradora, con el compromiso alternativo de superar
el actual estado de cosas que acusa al cepo chavismo-antichavismo. Lo lograremos con lo mejor de la Venezuela actual, la inconforme y luchadora, que es
mayoría.
MANUEL ISIDRO MOLINA
@manuelisidro21
@manuelisidroXXI
manuelisidro21@gmail.com
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