Algunos de ellos trataban de huir de sus problemas de la vida civil, otros entraron en el Ejército o en el Cuerpo de Marines por indicación de los cabecillas de sus bandas para aprender a matar… El FBI dijo que estos sujetos representan una amenaza sin precedentes para la Policía y los ciudadanos. Qué peligros entraña la contratación descontrolada lo revela el portal Lenta.ru.
El 17 de mayo de 2015, miembros de dos importantes pandillas de moteros que operan en el territorio de Texas, los Bandidos y los Cossacks, se reunieron en un restaurante. Muy pronto se oyeron los primeros disparos: un 'cosaco' y un 'bandido' no fueron capaces de compartir un lugar en aparcamiento. En el tiroteo, que terminó con 9 muertos y 18 heridos, participó la Policía.
Al día siguiente la Policía informó de que los 'bandidos' que estaban haciendo el servicio militar habían prometido vengarse de los agentes. Según los detectives, los moteros 'uniformados' habían obtenido granadas y explosivo C4 directamente de los almacenes del Ejército… Se habían alistado siguiendo las órdenes de sus líderes para hacerse con armas, recibir un entrenamiento especial y obtener acceso a información secreta.
Racistas uniformados
Hasta mediados de la década de 1980 el Ejército solía hacer la vista gorda con los antecedentes penales de los candidatos. Tampoco les importaban sus 'peculiares' puntos de vista sobre la relación entre razas. Bastaba con no ser pacifista, comunista o anarquista.
El racismo en el Ejército, la Armada y la Infantería de Marina prosperaba y florecía. "El racismo entre los infantes de Marina es una cosa común y normal. Comienza desde el primer día del servicio y se cultiva continuamente. Los compañeros de servicio y oficiales de alto rango se refieren a los afroamericanos como 'niggers'. En muchas paredes aparecen pegatinas del Ku Klux Klan", contaban activistas por los derechos de los afroamericanos de la época.
La situación cambió en 1986. El entonces secretario de Defensa, Caspar Weinberger, emitió una directiva que prohibió el ingreso en el servicio militar de reclutas que apoyaran la "supremacía blanca, el neonazismo" o que pertenecieran "a un grupo que se adhiera a criterios abiertamente discriminatorios". Los reclutadores comenzaron a prestar atención a los tatuajes de los reclutas, a interesarse por sus opiniones políticas, y las cosas mejoraron: el Ejército poco a poco se fue limpiando de racistas y matones. Aunque tampoco se pudieron evitar por completo los incidentes: por ejemplo, en 1995, dos soldados de la 82.ª División Aerotransportada fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato de una pareja afroamericana por motivación racial.
Hicieron falta más reclutas...
No obstante, más tarde el presidente George W. Bush comenzó sus guerras en Afganistán e Irak. Los generales estadounidenses trazaron planes titánicos para utilizar contra Saddam Hussein un ejército de casi 300.000 personas, pero la maquinaria militar de EE.UU. tuvo dificultades para reclutar personal adicional.
De repente se encontró que aunque dos tercios de los hombres estadounidenses apoyaban las operaciones militares en Afganistán e Irak, solo un tercio de los reclutas potenciales reunieron todos los requisitos para ingresar en las filas. A medida que avanzaba la guerra, esta perdía apoyos y aumentaban los problemas de reclutamiento.
Como resultado natural de estos problemas se rebajaron los requisitos para los reclutas y la peor consecuencia de esta medida fue que el Ejército quedó inundado de miembros de pandillas callejeras: 'blancas', 'negras', 'latinas', 'interraciales', etc.
El periodista estadounidense Matt Kennard en su libro 'El ejército irregular: cómo los militares de EE.UU. reclutaron neonazis, pandilleros y criminales para la guerra contra el terror' ('Irregular Army: How the US Military Recruited Neo-Nazis, Gangs, and Criminals to Fight the War on Terror') menciona el testimonio de un sargento que estuvo dos veces cumpliendo misiones en Kuwait e Irak. De acuerdo con las estimaciones del sargento, los miembros de las pandillas callejeras representan alrededor del 10% del total del personal de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
Las cifras oficiales son mucho más bajas: solo alrededor de 1%-2%, pero esto significa que unos 15.000-30.000 pandilleros tienen acceso a armas y a entrenamiento para matar.
El Palm Centre, una unidad oficial de investigación de la Universidad de California en Santa Bárbara, resumió sus resultados como sigue: "Los datos indican que desde 2003 hasta 2006, los militares permitieron que 4.230 criminales se alistaran bajo el programa de 'dispensas morales'... Además, se permitió que 43.977 individuos condenados por actos graves como asaltos se alistaran bajo el programa de dispensas morales durante ese periodo, así como 58.561 culpables de consumo de drogas ilegales. En el Ejército, las ofensas permisibles incluyen amenazas terroristas, asesinatos, y secuestros".
El periodista Matt Kennard documenta el caso de otro veterano de Irak, Forrest Fogarty, cantante del grupo Attack, que sirvió en la Policía militar en el periodo 2005-2006. "Iba a luchar dos veces al mes porque soy un nazi y me gusta disparar a los árabes. No tengo nada que ocultar", confesó Fogarty.
Antes de partir a su destino en Irak, Fogarty se inscribió en Hammerskin Nation, "descrita por la Liga contra la Difamación como el 'grupo de skinheads nazis más violento y mejor organizado en EE.UU.'".
Aunque su novia trató de frustrar su partida presentando a sus superiores fotografías de Fogarty en manifestaciones neonazis y actuaciones de su grupo de rock nazi, el joven representó bien su papel frente al comité militar asignado para analizar las circunstancias: "Simplemente lo negué y dije que mi novia era una zorra despechada, lo que es verdad".
Situación actual
Después de que el Ejército de los Estados Unidos abandonara Irak y anunciara la inminente retirada de Afganistán, la situación mejoró notablemente ya que la selección de personal militar dejó de ser indiscriminada.
Sin embargo, una gran parte del trabajo del Ejército la están haciendo compañías militares privadas, como Academi, una empresa militar privada de EE.UU. conocida anteriormente como 'Blackwater'.
Este fácilmente podría uno de los casos en los que es peor el remedio que la enfermedad, ya que ingresar en estas compañías y tener acceso a armas y entrenamiento es mucho más sencillo que alistarse en el Ejército.
http://actualidad.rt.com/actualidad/181633-bastardos-gloria-ejercito-eeuu
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