Manuel Isidro Molina
Nicolás Maduro Moros, el PSUV, sus satélites y testaferros están 'celebrando' en profunda frustración la juramentación escenificada en una moribunda, triste y temerosa Asamblea Nacional, el viernes 10 de enero de 2025. Esa abulia colectiva por carecer de apoyo popular y electoral, fue la nota del día: una sesión esmirriada en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo, cuya majestuosidad histórica fue opacada por los convidados al evento usurpador.
Ahorro palabras transcribiendo el primer párrafo de la declaración politica del Movimiento Popular Alternativo (MPA), difundida ese aciago día:
«Realizada la espuria juramentación del ciudadano Nicolás Maduro Moros como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela para el periodo constitucional 2025/2031, decimos a nuestro pueblo -traicionado y empobrecido- que este hecho en el seno de la Asamblea Nacional constituye acto de usurpación del Poder Ejecutivo sobre un descarado fraude a la voluntad soberana y mayoritaria expresada en la elección presidencial del pasado 28 de julio de 2024».
En la sesión parlamentaria no hubo alegría ni anuncios trascendentes. El orador principal se fue por el ajuste de cuentas y su ya conocida actitud pendenciera:
«Digan lo que quieran, hagan lo que quieran, pero esta toma de posesión no la pudieron impedir».
Ese gran logro -para él y sus escasos seguidores- fue posible sobre el fraude continuado cometido a partir del 28 de julio de 2024, cuando la mayoría de los electores y electoras aplastó en los centros electorales su aspiración reeleccionista.
El despliegue represivo fue brutal y a cielo abierto, durante los días 28, 29 y 30 de julio pasado: más de 2.200 presos -vilmente acusados por Maduro de «terroristas»- y 26 asesinados.
La sistemática represión de Maduro y sus agentes del Sistema de Justicia, ha sido distintiva de su ejercicio de gobierno. De hecho, el Foro Penal Venezolano estableció el siguiente balance carcelario y judicial: actualmente hay en Venezuela 1.697 compatriotas privados de libertad por motivos políticos, de los cuales 1.495 son hombres y 202 mujeres. De ellos, 1.535 son civiles y 162 militares. Pero además, hay unos 9.000 procesados políticos en libertad condicional, bajo severas medidas restrictivas de sus derechos civiles constitucionales a la libertad de expresión, asociación, manifestación y desplazamiento en el territorio nacional y hacia el exterior. En su mayoría, estas casi 11.000 personas son víctimas de privación ilegítima de su libertad, negación del debido proceso judicial, maltratos físicos y psicológicos para intimidarlos y someterlos hasta arruinarles la fuerza de voluntad, incluyendo amenazas intimidatorias a sus familiares. Decenas de casos han sido de tortura y secuestro en espacios ilegales de detención, y varios han concluido en asesinatos bajo tormentos físicos brutales indescriptibles. Así ha sido la represión policial y militar del gobierno madurista, desde 2014 hasta el presente. ¡Vergüenza histórica!
Tomada la juramentación espuria del 10E como hecho ilegítimo consumado, toca analizar sus efectos inmediatos y los desencadenantes que pueda motivar:
1. La usurpación del poder no genera legitimidad ni, mucho menos, auctóritas sobre la sociedad que la condena y desprecia por ser contraria a la Constitución y la soberanía popular expresada en votos, el 28 de julio pasado.
2. Por mucho que pretendan sellar el asunto, tenemos una herida abierta. Hay que ser muy ingenio o torpe, para creer que 'no ha pasado nada' y el fraude cometido es 'clavo pasado'.
3. Maduro es y seguirá siendo un 'presidente' ilegítimo, tanto como lo fue el autojuramentado Juan Guaidó. Ni más ni menos. Éste se subió a una tarima en plaza pública y se dijo 'presidente interino'; y el otro, se robó una elección, impuso el fraude con feroz represión, y fraguó con los suyos una juramentación írrita y hasta jocosa. En verdad, sentí pena ajena. Lo juro: nunca imaginé tanta felonía, encajada en el mal gusto de la triste escena y la complicidad de los convidados.
4. Le quedó grande la pretensión de arroparse épicamente con nuestros héroes fundadores y la historia de dignidad del pueblo venezolano, hoy pisoteada por el abuso de poder, la corrupción y la violacion de los derechos humanos.
5. El drama autogenerado es tal, que el gobierno nacido del fraude no tiene ni tendrá aliento popular interno, como carecerá de interlocutorias internacionales de valía para el desarrollo armónico de nuestra estropeada sociedad. Tampoco tiene vida con los mas de 7 millones de compatriotas que decidieron buscar oportunidades y refugio en tierras extranjeras. ¿Cuál es la ganancia, entonces? Ninguna, creo.
6. China, Rusia, Irán, Cuba y Nicaragua son insuficientes para el salvataje del nuevo gobierno ilegítimo. Además, la euforia de Managua y La Habana, es muy distinta a los intereses y visiones estrategicas de Pekín, Moscú y Teherán, un tema geopolítico clave, que los macartistas y sionistas neoliberales tratan de enmascarar con odios peregrinos y lagunas cerebrales.
7. Maduro y su canciller creen que los gobiernos latinoamericanos progresistas no cuentan, son prescindible: todo lo contrario, Brasil, Chile, Colombia y México son el equilibrio de la región y marcan tendencias junto con Uruguay, cada uno con sus características e intereses propios, pero atados en la defensa firme del respeto a los derechos humanos y el ejercicio democratico del poder, dos asignaturas en las que Maduro&Co. tiene cero sobre cien.
8. Los gobiernos 'occidentales' capitaneados por el eje Washington/Londres/Bruselas, le han negado todo reconocimiento a Maduro como presidente de Venezuela. Esto tendrá graves consecuencias sobre su gobierno ilegítimo, pero también sobre la sociedad y la economía de nuestra patria. Estos ladrones de siete suelas que han saqueado a Venezuela varias veces, desde 1999 hasta hoy, carecen de la capacidad y la credibilidad (confianza) indispensables para acometer la dura labor de reconstruccion nacional: el controlado circuito mafioso de 'empresarios'/testaferros y codiciosos gestores mediante tráfico de influencias y asquerosas coimas en todas las áreas, le sera insuficiente para el relanzamiento de la economía.
9. ¿Qué podrá hacer el fraudulento gobierno para enmendar la triste y humillante realidad laboral venezolana? Nada que sea distinto a la pulverización del salario, ya en grado de neoesclavitud con salario mínimo mensual de 2,4 dólares y pérdida de casi todos los derechos laborales constitucionales y legales.
10. ¿Y qué, con la pobreza profunda y extendida en nuestra tierra? Los investigadores universitarios de la encuesta nacional ENCOVI, estimaron en 2023, que «51,9% de los hogares en Venezuela viven en pobreza multidimensional». Y a este dramático dato hay que sumarle el efecto que el empobrecimiento ha tenido en el fenomeno migratorio venezolano, el más grande y extendido en el tiempo, a nivel de America Latina y el Caribe.
Sobre los hombros de quienes fraguaron el fraude electoral de 2024 y ejecutaron la írrita juramentación del 10E, pesa este sombrío panorama nacional, cuya principal víctima será el pueblo venezolano. Revertir esta nueva crisis es urgente necesidad. La próxima semana, intentaré aportar posibles elementos de encuentro y realización colectiva.
manuelisidro21@gmail.com
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