domingo, 7 de diciembre de 2025

Homenaje del PCV a Manuel Isidro Molina Gavidia: «En un país donde las libertades democráticas se encuentran gravemente amenazadas, recordar su ejemplo es un acto de dignidad y resistencia», expresó Neirlay Andrade, directora de Tribuna Popular


Palabras de la periodista Neirlay Andrade, directora de 'Tribuna Popular' y miembro del Buró Político del Comité Central del PCV, en el acto en homenaje al profesor Manuel Isidro Molina Gavidia, a 110 años de su nacimiento en Valera, estado Trujillo, el 10 de diciembre de 1915.


Camaradas y amigos,

Reciban un saludo del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela (PCV).

Hablar de la historia del Partido Comunista de Venezuela es hablar de miles de mujeres y hombres que, con mayor o menor notoriedad, han entregado su vida a la causa del pueblo trabajador. Sería difícil —casi imposible— llevar una relación minuciosa de todos ellos. Cada militante, desde la primera célula hasta las más altas responsabilidades, ha aportado, con sacrificio y dignidad, a la conquista de los derechos de la clase obrera y del pueblo venezolano.

Pero si algo nos enseña nuestra historia es que, aunque nuestras contribuciones puedan parecer modestas frente a la magnitud de las luchas del siglo XX, el enemigo de clase nunca duerme. Allí donde el partido ha actuado, donde un comunista ha organizado, educado o impulsado una reivindicación popular, siempre ha habido un ojo vigilante tratando de registrar, perseguir y neutralizar nuestra acción.

Una prueba de ello se encuentra en un archivo desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, fechado el 28 de mayo de 1953, bajo el título “La organización del Partido Comunista de Venezuela”. Es un documento breve, de apenas tres páginas. Inicia citando el artículo 27 de los estatutos del PCV vigentes en aquel momento, relativo a la estructura organizativa del partido. A partir de allí, los agentes describen las distintas instancias y comités, intentando reconstruirlos desde la información obtenida por sus redes de espionaje.

El primer apartado del informe está dedicado al Comité Central, al que se refieren —en su jerga— como una “división”, subrayando que era una de las áreas más importantes del partido. Señalan que normalmente estaba compuesto por 27 miembros, pero que durante el año y medio anterior se habían producido cambios significativos, y que la lista que presentaban era apenas la que habían logrado identificar.

Esa lista comienza con el camarada Jesús Faría —entonces preso— y continúa con nombres como Pompeyo Márquez, Gustavo Machado, Alonso Ojeda, Luis Emiro Arrieta, Natalio Castillo y Max García. Y es allí, en el número quince del Comité Central, donde aparece por primera vez el nombre del camarada al que hoy rendimos homenaje: Manuel Isidro Molina Gavidia. No registran su estatus, no dicen si estaba preso, en la clandestinidad o en el exilio, como sí consignan sobre otros cuadros. Apenas lo mencionan.

El informe continúa describiendo la composición del Buró Político, el Secretariado y la Juventud Comunista, hasta llegar a un apartado sobre la presencia del partido en el interior del país. Es allí donde los agentes revelan un dato adicional: Manuel Isidro Molina Gavidia estaba identificado por la CIA como el secretario político del PCV en Trujillo, un rol crucial en tiempos de persecución, reorganización y resistencia.

Y es desde esa primera mención —procedente del enemigo, pero reveladora— que iniciamos hoy este homenaje a los 110 años del nacimiento de un militante cuya vida es, como la de tantos comunistas venezolanos, una lección de firmeza y consecuencia. 

Un año después de aquel reporte de la CIA que lo mencionaba como dirigente del PCV en Trujillo, Manuel Isidro Molina Gavidia fue detenido por la dictadura perezjimenista. Pero esa no era la primera vez que enfrentaba la cárcel por sus convicciones. Porque antes de que la dictadura militar lo apresara, Manuel Isidro ya había conocido la prisión como consecuencia directa de su compromiso político y de su labor periodística al servicio del pueblo. Entre 1939 y 1940 se desempeñó como codirector —junto a Miguel Rodríguez Rivas— del semanario Marcha, un periódico político y de reivindicaciones populares editado en Valera. Aquel medio, que buscaba dar voz a las luchas del pueblo trujillano, fue suficiente para que el Gobierno del estado Trujillo enjuiciara a ambos directores y los enviara a la cárcel. Pasaron meses tras las rejas, hasta ser absueltos y liberados.

Lejos de intimidarlo, la experiencia lo impulsó a continuar. En 1941 fundó y dirigió el periódico Crisol, que durante siete años se convirtió en una referencia política y reivindicativa de orientación comunista. Crisol resistió hasta el 22 de noviembre de 1948, cuando fue clausurado tras la suspensión de las garantías constitucionales por el gobierno de Rómulo Gallegos, apenas dos días antes del golpe militar que lo derrocó. Era otro golpe contra la libertad de expresión popular; pero Manuel Isidro, una vez más, no se detuvo.

En 1950 lanzó un nuevo proyecto: el semanario humorístico Cocoliso, que circuló en Valera hasta el 29 de noviembre de 1952, en la víspera de las elecciones ganadas por el pueblo y luego burladas para imponer la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Hasta en el humor encontró un arma de crítica social y política.

Tras la caída de la dictadura, en 1958, regresó a la actividad pública como redactor-locutor del Diario Meridiano del Aire en Radio Nacional de Venezuela. Se mantuvo allí hasta que, en 1959, las políticas macartistas del gobierno de Rómulo Betancourt volvieron a cerrar espacios para los cuadros revolucionarios.

Y en medio de ese clima de persecución, entre 1960 y 1962 asumió la Segunda Vicepresidencia-Gerencia de la Editorial Cantaclaro, editora de Tribuna Popular, órgano del Partido Comunista de Venezuela dirigido por Gustavo Machado. Y también por aquel entonces, la Editorial Cantaclaro le publica el libro La libertad de prensa en Estados Unidos de Norte América / La Prensa en el mundo socialista (1961).

Nos refieren camaradas de larga trayectoria dentro del partido que Manuel Isidro Molina Gavidia militó en la Célula "José Martí", cuyo esfuerzo fundamental estaba dirigido al trabajo internacional. En ella militaban Eduardo Gallegos Mancera, Humberto Orsini, Victor Bravo, Meré Sánchez, entre otros. De hecho, Manuel isidro fue integrante de la Junta Directiva del Centro de Amigos de la Cultura y Ciencias de la URSS (1979-1981), así como Secretario General de la Sociedad de Amigos de la República Democrática PUD motivó Alemana en Venezuela.

Pero si hay un rasgo que nos gustaría destacar hoy, en esta breve semblanza, es el perfil organizador de Manuel Isidro Molina Gavidia, particularmente su aporte a la construcción del movimiento gremial de los periodistas trujillanos y venezolanos. Su trayectoria estuvo marcada no solo por la lucha política sino con la organización profesional, con la dignificación del oficio y con la defensa colectiva del derecho a informar y ser informado.

Desde 1943 formó parte activa de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP). 

También fue afiliado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP). 

Manuel Isidro no se conformó con participar: quiso construir. Fue miembro fundador de la Asociación de Periodistas Egresados de la UCV. Y también integró el Colegio Nacional de Periodistas (CNP).

Pero su aporte más emblemático —y el que hoy recordamos con especial orgullo— fue su papel como miembro fundador y primer Secretario General de la Asociación Venezolana de Periodistas, Seccional del Estado Trujillo. Allí desplegó su experiencia, su liderazgo y su capacidad organizativa, impulsando la articulación de los trabajadores de la prensa en un estado donde el periodismo había sido, por décadas, una actividad vulnerable a la persecución y al silencio impuesto por las élites regionales.

Además, fue miembro fundador del Círculo de Periodismo Científico de Venezuela (CPCV), demostrando su visión amplia y moderna del oficio: un periodismo que no solo denunciara y orientara políticamente, sino que también divulgara conocimientos, acercara la ciencia al pueblo y contribuyera a la cultura democrática.

Y si toda esta trayectoria militante, gremial y periodística nos habla del compromiso profundo de Manuel Isidro Molina Gavidia, también es cierto que el país, en distintos momentos, supo reconocer la magnitud de su aporte.

En 1971, el Ministerio de Educación le otorgó el Premio Nacional de Periodismo, mención Docencia e Investigación, un reconocimiento que celebraba no solo su trabajo en la prensa, sino su vocación formadora: su empeño en transmitir a otros el rigor, la ética y la responsabilidad de ejercer la palabra.

Dos años más tarde, en 1973, la Presidencia de la República lo distinguió con la Orden al Mérito en el Trabajo, en su primera clase, un homenaje a su trayectoria como trabajador intelectual, como organizador y como servidor público en el más noble sentido del término.

Ese mismo año fue designado miembro de la Comisión Redactora del Reglamento de la Ley de Ejercicio del Periodismo, una tarea de alta responsabilidad que asumió en tanto Director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV; cargo que desempeño entre 1972 y 1975.

En 1976 recibió la Orden Andrés Bello, en su segunda clase, reconocimiento reservado para aquellos que han aportado de manera significativa a la educación, la cultura y el pensamiento nacional. Y en 1980, la Presidencia le confirió la Orden Francisco de Miranda, también en su segunda clase, una condecoración que destaca a quienes han brindado servicios eminentes al país en el campo de las ciencias, las artes o las letras.

Rendir homenaje a un periodista comunista de la talla de Manuel Isidro adquiere hoy un valor profundo y urgente. En un país donde las libertades democráticas se encuentran gravemente amenazadas, recordar su ejemplo es un acto de dignidad y resistencia. 

Durante el último año y medio, más de una decena de trabajadores de la prensa han sido secuestrados por cuerpos de seguridad; numerosos medios de comunicación han sido cerrados; y la censura —abierta o encubierta— se ha consolidado como una política de Estado destinada a sofocar el descontento popular frente a una administración ilegítima, ilegal y sostenida por un programa abiertamente antipopular y antiobrero.

En este escenario adverso, la figura de Manuel Isidro ilumina el camino que la democracia verdadera exige: compromiso con la verdad, defensa de los derechos del pueblo y ejercicio ético del oficio periodístico al servicio de las causas justas. Homenajearlo no es solo un acto de memoria, es una afirmación colectiva de que la libertad de expresión, el pensamiento crítico y la lucha por la justicia social no podrán ser sofocados. Es, además, una reafirmación de que el pueblo venezolano seguirá defendiendo sus derechos políticos, civiles y sociales, tal como lo hicieron quienes dedicaron su vida a la palabra libre y al periodismo comprometido.

Honrar su legado es, hoy más que nunca, una forma de mantener encendida la llama de la lucha contra el autoritarismo y por la restitución de la Constitución y el estado de derecho. 

Gracias

Teatro Cantaclaro, 6 de diciembre de 2025.

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DOCUMENTO 'DESCLASIFICADO' DE CIA (EEUU) EN 1953, aportado por Neirlay Andrade 





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