Palabras de Alfredo Aguilar, secretario general del Colegio Nacional de Periodistas, Seccional Mérida, en el Conversatorio Homenaje al 110 aniversario del nacimiento del Maestro de Maestros del Periodismo Venezolano, Manuel Isidro Molina Gavidia
Trujillano, de Valera, donde nació hace 110 años, todavía anda reporteando sobre el qué hacer con la patria, para luego, en sala de aula imaginaria, decirle a sus miles de alumnos que el periodismo, bien entendido y mejor llevado a cabo, es un serio compromiso. Igual en vida lo recomendaba porque para el Maestro, el país, la nación, la Patria lo era todo y en ese afiebrado resumen de amor el Periodismo era su lanza con la cual despejaba mitos, leyendas y construía realidades.
Por eso, los que estuvimos a su vera y ya llevamos muchos, pero muchos años asidos de su historia, hoy le celebramos su fecha natal y, sin temor alguno, a riesgo de todo riesgo, enarbolamos su bandera bien alta para que todo el mundo sepa hasta dónde fue grande la dignidad de este hombre, de este andino, de este venezolano que desde hace tiempo figura entre los más ilustres.
Manuel Isidro Molina, el Maestro de todos, pasó por la vida construyendo barricadas para atajar el pesimismo de los que, indolentes, no miraban más allá del árbol por temor al bosque. Cruzó todos los caminos que podían llevarle a sitios que le esperaron siempre para rendiré honores, que él no aceptó porque, decía, su vida la envolvía una modestia tan suya, tan cierta y tan hermosa en su imagen que se reflejaba en sus ojos, ojos que miraban el alma de la gente, como los de Borges, el gran poeta universal que Buenos Aires le regaló al mundo. Y su palabra, gruesa, firme, siempre plena de verdades, de recomendaciones, también de críticas a la hora de decirlas y que todos, con respetuoso silencio le escuchábamos, nos inculcaba valor para escribirlas y que las leyeran los que se sintieran culpables.
Intelectual, de obra limpia, pedagógica, quizás uno o cien versos habrán quedado escondidos en algún lugar de su biblioteca tan selecta, Manuel Isidro Molina se entregó a la enseñanza como ningún otro de sus paisanos de Trujillo y, debemos decirlo, como muy pocos de sus colegas en toda la república, donde su nombre se hizo fuerte, baluarte de fe, de esperanza, de voluntad, que le ganó sitial preponderante en la Educación Venezolana, con dedicación plena en la Enseñanza del Periodismo; enseñanza que, sin duda y a la fecha, ha rendido buenos frutos. Asunto que nadie podrá jamás negarlo.
El querido profesor, ya se dijo un gran venezolano, quedó para siempre marcado entre los constructores del periodismo moderno venezolano; altísimo honor porque su nombre, su historial, su vida misma, que fue un tránsito hermoso y grande, poderoso e importante, todo el país le llevó allí con el más sincero gesto de complacencia y de agradecimiento.

Orlando Oberto Urbina, Manuel Isidro Molina Peñaloza y Alfredo Aguilar, dyrante el conversatorio realizado en el CNP Mérida.
Vaya mi abrazo a toda su familia, a sus hijos, de parte de sus amigos que somos todos los que, arriba lo dijimos, vamos por el mundo haciendo Periodismo, el buen periodismo que Manuel Isidro Molina nos enseñó.
Y en esta hora complicada y difícil para la república, recordamos que una buena tarde, aquí en Mérida, durante las deliberaciones de nuestra Convención Nacional, nos dijese: “Muchachos, no descansen en decir verdades. Las verdades no hunden, por el contrario elevan”. En eso andamos, Maestro.
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