El presidente Rafael Caldera se entrevistó con Gabriel García Márquez en Caracas en 1972. El encuentro se produjo en el Palacio de Miraflores. Días antes el Gabo había declarado: «Creo que en Venezuela es muy difícil una revolución porque es en este país donde el imperialismo tiene más que perder, por ser una nación que vive del petróleo».
La entrevista con Caldera habría de ser reproducida en la columna MiniForo, del periodista Emilio Santana en El Nacional. Por lo que revela Santana se concluye que la iniciativa del encuentro partió del jefe del Inciba (Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes), Alfredo Tarre Murzi, a quien el reportero identifica como Sanín, que era el seudónimo que usaba en sus artículos. Hay que imaginarse que Caldera habría comprado de inmediato la idea de Sanín. Visto como un hombre de derecha, reunirse con Gabo lo mostraría amplio y tolerante. De hecho, venía de ponerle punto final al proceso de pacificación -el fin de la guerrilla- del que surgió el MAS. Y también de arremeter contra la dirigencia del partido en respuesta al que quizá fue el primer afiche, marzo de 1971, que distribuyó el MAS en todo el país, cuya imagen mostraba a Caldera con la bandera de los Estados Unidos detrás y un globo que encerraba el blablablaba de los habladores. «No le creas», rezaba la propaganda. El Gobierno consideró ofensivo el cartel, más por la conexión que se intentaba establecer entre el presidente y los intereses de los Estados Unidos.
Éste es el reportaje de Emilio Santana. Leamos a Caldera y a Gabo. Un documento que los biógrafos de Gabo no han tomado en cuenta:
«El autor de Cien años de soledad estuvo en Miraflores. Fue un encuentro interesante entre el novelista que acababa de donar el monto del premio Rómulo Gallegos al MAS y el Presidente de los venezolanos. Los dos hablaron en forma amplia y cordial. Fue un éxito de la coexistencia pacífica y según apuntan los especialistas en la paz y la guerra, se ha anotado nuevos puntos la política de la pacificación. Antes de compartir su mesa con el escritor galardonado y otros distinguidos intelectuales, el Presidente lo invitó a un salón donde conversaron solo en presencia de Sanín, Tarre Murzi. Se trataba de una conversación intima. Sanín me entregó un resumen del diálogo con la condición que no lo publicara.
PRESIDENTE: Bueno, García Márquez, me parece que tu presencia en Miraflores demuestra que yo soy un gobernante amplio.
GARCÍA MÁRQUEZ: Por cierto que también demuestra que yo soy un escritor amplio.
PRESIDENTE: Definitivamente, no estamos en la misma tienda. Pero siempre he aceptado de buen agrado ese refrán que expresa que «Lo cortés no quita lo valiente».
GARCÍA MÁRQUEZ: Por eso precisamente preferí hacer mi donativo al MAS antes de esta entrevista. Actuar de otra manera hubiera sido inelegante.
PRESIDENTE: Después de todo esa plata era tuya y tenías derecho a invertirla en cualquier cosa.
GARCÍA MÁRQUEZ: Muchas gracias, Presidente. Mucha gente me dijo que usted podría sentirse desairado.
PRESIDENTE: Lo he tomado en una forma deportiva. El que se ha disgustado un poco es Pedro Tinoco.
GARCÍA MÁRQUEZ: ¿El desarrollista?
PRESIDENTE: Sí, no le gustó que le dieras esa plata a los del MAS.
GARCÍA MÁRQUEZ: ¿Y eso por qué?
PRESIDENTE: Tinoco considera que has debido entregársela a los desarrollistas. Parece ser que ese movimiento está más necesitado.
GARCÍA MÁRQUEZ: Lo tomaré en cuenta para el próximo premio.
PRESIDENTE: Perdona que insista en el tema, pero, ¿te has puesto a pensar lo que significan cien mil bolívares en pesos colombianos?
GARCÍA MÁRQUEZ: En ningún momento saqué cuentas en pesos. Si lo hago, seguro que desisto de la idea de la donación.
PRESIDENTE: ¿Y de dónde salieron todos esos comentarios en el sentido de que ibas a comprar un barco?
GARCÍA MÁRQUEZ: Se presentó la confusión porque yo dije que pensaba «embarcar» a unos cuantos con el premio.
PRESIDENTE: Entonces, desde un primer momento habías decidido entregárselo al MAS.
GARCÍA MÁRQUEZ: Por supuesto. Es mi partido.
PRESIDENTE: ¿Se te olvidó el peine?
GARCÍA MÁRQUEZ: Ahora no se usa el peine tanto como antes. Yo estoy a la moda con mi pelo alborotado. En cambio, usted con ese pelo súper peinado me recuerda a Rodolfo Valentino o a Carlos Gardel.
PRESIDENTE: ¿Por qué no llevas corbata?
GARCÍA MÁRQUEZ: Porque la corbata no hace al monje.
PRESIDENTE: ¿Es cierto que pensabas inscribirte en el MAS?
GARCÍA MÁRQUEZ: Traté de hacerlo. Pero no me lo permiten porque soy un indocumentado.
PRESIDENTE: ¿Qué opinó Vargas Llosa sobre el destino de los cien mil bolívares?
GARCIA MÁRQUEZ: Primero se sintió preocupado. Pensó que la gente iba a comparar la actitud de él con la mía. Ahora está más tranquilo.
PRESIDENTE: Después de todo, cuando Vargas Llosa se ganó el Premio, todavía no habían fundado al MAS.
GARCIA MÁRQUEZ: En todo caso poco importa el destino que el ganador le dé a su plata. Cada quien hace de su camisa un saco.
PRESIDENTE: A mí me gustaría mucho que el próximo Concurso lo ganara un venezolano, preferiblemente un copeyano.
GARCÍA MÁRQUEZ: Quién sabe, a lo mejor lo gana un adeco.
PRESIDENTE: A los adecos les resulta un poco difícil ganar concursos de novela. Se especializan en el cuento.
GARCÍA MÁRQUEZ: Hasta ahora no he conocido a ningún escritor que viva de los cuentos. Los únicos que viven del cuento son los políticos. Y ahí no veo muchas diferencias de colores.
PRESIDENTE: ¿Te gustaría ser presidente de la República?
GARCÍA MÁRQUEZ: ¿De cuál República?
PRESIDENTE: De Colombia.
GARCÍA MÁRQUEZ: ¿Y a usted le gustaría ser ganador del premio Rómulo Gallegos?
PRESIDENTE: No es mala idea. Sin embargo, Vargas Llosa se ganó el premio con La casa verde.
GARCÍA MÁRQUEZ: Usted puede aprovechar el boom de los «Cien». A lo mejor le sale un buen libro titulado «Cien pies Años de Soledad» o «Las Cien Mil Casas Verdes por Año».
PRESIDENTE: Según las normas creo que tú formarías parte del jurado en el próximo Concurso. ¿Votarías por mí?
GARCÍA MÁRQUEZ: Puede contar con mi voto. Y ahora dígame algo Presidente, ¿qué destino le daría a los cien mil bolívares en caso de que gane el Premio?
PRESIDENTE: Creo que también lo donaré.
GARCÍA MÁRQUEZ: ¿No me diga? ¿Lo donaría al MAS?
PRESIDENTE: Pienso que es «más mejor» donarlo a la campaña de Lorenzo.
GARCÍA MÁRQUEZ: Pero en esa época Lorenzo ya será presidente, si es que gana Copei, como ustedes dicen.
PRESIDENTE: No se me había ocurrido. Entonces, ¿si Lorenzo será el Presidente quién seré yo?
GARCÍA MÁRQUEZ: ¿Usted? Imagino que será el expresidente.
PRESIDENTE: Yo como que no compito en ese concurso. Las malas lenguas dicen que solo son premiados los extremistas.
GARCÍA MÁRQUEZ: De todas maneras le queda la posibilidad de participar en un Concurso Nacional de Nutrición.
PRESIDENTE: No te voy a negar que he engordado unos pocos kilos desde que estoy en el poder, pero francamente no tengo ninguna posibilidad de ganarle ese concurso a Lossada Rondón. (Este era el periodista de El Nacional que cubría la fuente de Palacio, y era gordo, enorme).
GARCÍA MÁRQUEZ: Y ya que hablamos de comida, ¿cómo está el menú para hoy?
PRESIDENTE: Todavía no sé muy bien lo que vamos a comer. Parece que no podremos comer carne porque subieron los precios.
GARCÍA MÁRQUEZ: ¿Subieron?
PRESIDENTE: Mejor cambiemos de tema.
GARCÍA MÁRQUEZ: Y yo que tenía la esperanza de comerme un bistecito…
PRESIDENTE: Si los precios de la carne han bajado para cuando visites de nuevo a Venezuela, a lo mejor te hago servir un churrasco. ¿Y por qué has puesto esa cara de tristeza?
GARCÍA MÁRQUEZ: Es que tengo ganas de llorar.
PRESIDENTE: ¿Y por qué no lo haces?
GARCÍA MÁRQUEZ: Es que «cuando quiero llorar no lloro»
PRESIDENTE: ¿Qué quieres decir con eso?
GARCÍA MÁRQUEZ: Que Miguel Otero me invitó hoy a comer un lomito en su casa y yo no acepté porque me dijeron que la comida en Miraflores era mejor. Mi única satisfacción es que tanto Miguel como María Teresa (su esposa) me acompañarán ahora en esta «huelga de hambre».
PRESIDENTE: Vamos, Gabriel, no se ponga triste, en estas comiditas nosotros siempre tenemos nuestros platicos especiales para la gente del partido.
GARCÍA MÁRQUEZ: ¡Viva Lorenzo!
PRESIDENTE: ¿Lorenzo Fernández?
GARCÍA MÁRQUEZ: No, Lorenzo Parachoques…».
El día que salió publicada la transcripción de la entrevista ya estaba en Barranquilla y allí ofreció unas declaraciones en las que definía a Caldera como un «hombre impecable», según reseñó la agencia española EFE. En Caracas, la ciudad que lo vio madurar como reportero, los periodistas le volvieron a preguntar sobre el dinero donado al MAS. Dijo que «todo lo que hice fue devolver ese dinero a sus dueños legítimos, los venezolanos, a través de una gente que merece toda la confianza como es la del MAS». Menos mal, porque el comentario que la Cadena Capriles –en la que había trabajado en 1958- sumó a la reproducción en el diario El Mundo de uno de sus reportajes de 1958, Nivel de vida: Cero, lo señalaba de haberle entregado el dinero a «la extrema izquierda venezolana».
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