De Antimano para el mundo... ¡Rey salsero! |
Compendio de opiniones delatan su diversa personalidad
Por Luis Carlucho Martín
No estábamos equivocados cuando junto a mi carnal de infancia en Catia, Iván “Perol” Márquez, le quitábamos el reproductor a su viejo Miguel para escuchar los cassettes de la Dimensión Latina y con las maracas de lata con piedritas de parque tratábamos en vano de imitar a ese solista que empezaba a pegar el Parampampán y Llorarás, y que años más tarde tuviera el tupé de rechazar a la Fania.
Hoy, 11 de julio, Oscar D’León apaga 80 velitas de cumpleaños, oportunidad para festejar su trayectoria llena de éxitos, que solapan cualquier desliz que como humano pudiera existir en la prolija carrera del diablo de la salsa, que aún hoy presagia erupción salsera de Antímano pa’l mundo.
Que sean sus colegas músicos, locutores y gente del pueblo, quienes completen el expediente que se ha labrado el sonero del mundo junto a ese flaco barrigón con cuatro cuerdas que es su amigo…
El Tío Oscar
Oscar es el tipo. Perseveró, se cuidó y llegó. Musicalmente es una bestia. Así se expresó el músico Ramón Pecheche Mijares, quien rememoró un concierto en El Poliedro (finales de los 90) en el que Oscar trepó un andamio y contagió a todos con su euforia: “Cuando un artista se desdobla y compenetra al público con el espectáculo logra su objetivo. Es un volcán, como dice su canción”, insistió.
Cree que el de Antímano es comparable con gigantes como Benny Moré: “Si se aclama a Tío Simón, los salseros aclamamos al Tío Oscar”…
Embajador salsero
Oscar D’León es nuestro embajador, tal vez más admirado afuera del país. Surgió gracias a talento y estilo propio que selló con incontables éxitos, con historia y huella propia.
Así piensa el productor musical de Margarita, Miguel Tovar, y asegura que “no solo se debe valorar su calidad sino su trayectoria de más de 50 años sumando triunfos. Muchos cantantes se han quedado en el camino y el sonero del mundo no se detiene”, apuntó Tovar.
Un fenómeno
“Creo que es un fenómeno; una carrera sin parches. Ha tenido todos los ingredientes y le puso su sazón. Es lo más grande del país, el número uno. Cantante, compositor, motivador y atleta que se cuida, sin vicios”, sentenció Roberto “El Continental” Rodríguez, productor y locutor de radio desde 2003.
Sin tapujos se pregunta: “¿Hubiese triunfado La Dimensión sin Oscar?... A este fenómeno de Antímano no lo detienen ni los dos infartos”…
Sentimental y llorón
Con la llegada de la fama el novel cantante incurrió en extravagancias lejos de la humildad, como la ostentación de prendas de oro y la colección de vehículos de lujo, pero rectificó, indicó el trompetista y profesor del Sistema Nacional de Orquestas, Homer Herrera.
Reitera que el cantante es exigente 100% con sus músicos, y ese es el pilar del éxito que empezó a cultivar desde sus inicios en los años 70 cuando lo conoció en la Cervecería La Distinción, donde Oscar alternaba con el grupo Frank y sus Inquietos, previo a La Dimensión.
Por recomendación de su amigo trompetista César Pino, fue convocado por Oscar para un ensayo pautado para un 1° de enero a las 10 de la mañana en el Paladium de El Paraíso. Iban a formar La Sonora Venezuela, que luego terminó como La Crítica. A la cita solo acudieron dos músicos. Oscar estaba allí desde muy temprano. “Eso es disciplina”.
Por su parte, el abogado y pianista Rómulo Bor indica que el éxito del cantante está ligado a su alta autoestima y refiere declaraciones de sus hijos y otros músicos que destacan la constancia que siempre acompañó a Oscar en su camino al éxito.
El Jordan de la Salsa
El maestro Pibo Márquez considera que Oscar nació con ese don para transmitir la alegría mediante la salsa. “Lo que hacía Maradona en el fútbol o Jordan en el baloncesto. Con su música, su canto y su personalidad disfruta mucho y transmite ese disfrute. Es, si no el mejor, uno de los mejores en el género. Siento profunda admiración por ese músico natural con esa bendición”, aseveró.
En tal sentido, el periodista y saxofonista José Hernández, afirma que Oscar supo aprovechar el talento que Dios le diera como cantante y músico responsable, con lo que ha elevado el gentilicio nacional.
El acucioso cultor de la salsa, Henry Mujica, agrega que el sonero del mundo, con responsabilidad y disciplina, acertó en la escogencia de sus músicos. “Experimenta un crecimiento permanente en léxico y adaptación a las nuevas tecnologías de la industria como cantante”, expuso.
Una sombrita
Sin restarle méritos, el bloguero y veterano melómano, Omar Ramírez, considera que Oscar pudo ser un poco más agradecido con la vida y con personajes que marcaron parte de su éxito, como Víctor Mendoza (autor del éxito Mi Bajo y Yo), quien desde inicios de los 70 impulsó su carrera.
“Víctor Mendoza llenó de cosas positivas la carrera del cantante, y en su velorio no vi ni una corona de condolencias ni de agradecimiento de parte de Oscar ni de su representante Oswaldo Ponte”, lamentó Ramírez.
Reinaldo Linares, periodista y melómano, recuerda el impasse con La Dimensión Latina por razones crematísticas; pero se impone la calidad porque “pocos artistas como Oscar logran superar en éxito y popularidad durante su carrera en solitario, lo alcanzado en una agrupación a la que pertenecieron previamente (Dimensión Latina-El Clan de Víctor). Ni siquiera tres grandes como John Lennon, Paul McCartney y George Harrison lo lograron después de pertenecer a Los Beatles. Tampoco Freddie Mercury. Solo lo han logrado, entre otros: Sting (The Police), George Michael (Wham!), Ismael Rivera (Cortijo y su Combo), Celia Cruz (La Sonora Matancera) y Héctor Lavoe (Willie Colón), aunque este último caso es un tanto discutible y depende fundamentalmente de apreciaciones subjetivas”, explicó.
Por su parte, el periodista que acompañó a Oscar durante más de 35 años, Jorge Collazo, plasmó en una excelente biografía sobre el músico los incontables aspectos de triunfo y motivos de celebración; no obstante, en los aspectos humanos, muy personales, refiere un episodio que desnuda cierto desagradecimiento del artista para con una comadre que lo ayudó en sus días de depauperada situación económica. Sin embargo, como ya dijimos, son huellas que quedan en el paso de cualquier ser humano que se cae y se levanta. Lo importante es la capacidad de reinventarse que mostró Oscar y vaya de qué manera, con su carisma y su superación constante no solo escaló tarimas y posiciones en el mundo artístico, sino en su faceta íntima, porque con inteligencia, humildad y apoyo del entorno cercano se convirtió en el tótem musical que es hoy y será para siempre…
Un héroe 100% humano
Trino Gibbs, llegó a Oscar, su héroe desde niño, por intermedio del fotógrafo profesional Mauricio Tovar y su esposa Rosario Heredia un día de 1995, y desde entonces fue su atrilero durante 14 años, “en los que doy fe de su integridad, de su severa disciplina, su vida sana y su don de amigo y ser humano sencillo”, aseveró muy emocionado.
Reitera su agradecimiento a la vida “por haber conocido a quien fue, es y será nuestro máximo representante de música latina. Sobre Oscar hay muchísimas cosas buenas para contar; una de ellas su afición por el deporte, tema por el cual tuvimos mucho acercamiento y conversaciones”.
Gibbs rememora, entre muchos, dos momentos cumbres: “En un toque en La Guaira, yo estaba pariendo con la carretilla full de instrumentos para subirlos a la tarima. Oscar se bajó de su camioneta y fue él quien me ayudó como un obrero más, con mucha humildad… Y un día de La Chinita en Maracaibo, le correspondía tocar de 5 a 7 de la mañana. El público se encendió con la rumba y él también. El empresario decidió que siguiera Oscar. Esa decisión dejaba por fuera a los muchachos de Mermelada Bunch (los de Comando Borracho), quienes estaban contratados para el cierre de 7 a 9. Oscar siguió el toque pero con sabiduría y humildad respetó a los noveles músicos y los invitó a tarima, de donde nació un ensamble improvisado. Les dio chance de sonar y quedó bien todo el mundo. Así es Oscar. Mi héroe 100% sentimental, enamorado de su música y muy humano”, puntualizó Gibbs.
Es el líder
“Oscar se destacó casi de inmediato del resto de los que trabajamos en el género afrocubano, creando con su estilo un propio estrato en el cual nadie le disputa el liderazgo… Jamás le resultó fácil escalar a la cima dentro de ese esquema denominado salsa; (…) los que no nacimos en tercera base debemos, primero, descifrar y resolver innumerables problemas, desde la creación de autoestima y confianza (…) hasta aprender a perseverar (…) y demostrar que nuestra fe no estaba sustentada sobre la arena movediza que forman el orgullo y la exageración, para poder optar por el éxito (…) y sobrevivir en un negocio (…) donde se vive en eterna competencia con otras figuras y con nuestra mortalidad siempre presente…Gracias a Dios la calidad no tiene fecha de expiración. Oscar D’León, de Venezuela, hoy le pertenece al mundo…”, puntualizó Rubén Blades en el prólogo de Oscar D’León, biografía rubricada por William Briceño.
La sumatoria revela el acierto en el cambio del taxi por un bajo y un micrófono por parte del hijo de Carmen Simoza y Justo León, porque con claro dominio de todos los ritmos aún le canta a sus padres, a sus hijos, al amor, al desamor, a su instrumento y a la vida…Feliz llegada al octavo piso Oscar Emilio. ¡He dicho!
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