61 años comprometidos con Venezuela
“Hoy ante el Señor, en este 61 aniversario, debemos renovarnos. Que dentro de las celebraciones conmemorativas tengamos momentos de reflexión, de formación, de renovar nuestro compromiso. No podemos fallarles a nuestros alumnos y participantes. No podemos fallarle a nuestro país”. Con estas palabras, el Padre Manuel Aristorena, director nacional de Fe y Alegría, terminó su homilía en la Misa de Acción de Gracias por el aniversario del Movimiento Educativo.
En Caracas, la Iglesia Nuestra Señora de Las Mercedes abrió las puertas a niños jóvenes y adultos que hacen posible a Fe y Alegría. La celebración estuvo presidida por el P. Manuel Aristorena y concelebrada por los sacerdotes Carlos Da Franca, Eloy Rivas, José María Aguirre, José Gregorio Terán y Joseba Lazcano.
En Maracaibo, Ciudad Guayana, Magdaleno, Maturín, Barquisimeto y Paraguaiopoa fueron algunas de las ciudades donde se reunió la familia de Fe y Alegría para agradecer a Dios por nuestra trayectoria educativa. Al mismo tiempo, en este año de la misericordia, le pedimos que nos ayude a reflejar en nuestros centros, emisoras, institutos y oficinas el amor misericordioso de Dios.
Compartimos la homilía del padre Manuel Aristorena
http://feyalegria.edu.ve/wp-content/uploads/2016/03/Homil%C3%ADa-61-aniversario-de-Fe-y-Alegr%C3%ADa.pdf
El pasado 5 de marzo, se cumplieron 61 años de aquel primer día de clases en la casita que
Abraham y Patricia regalaron al Padre Vélaz para que naciera Fe y Alegría. Y estamos aquí
para dar gracias a Dios de todo corazón. Porque en todos estos años, siempre ha habido
hombres y mujeres buenos, comprometidos, que han dado y siguen dando lo mejor de sí para
que muchos niños y niñas, jóvenes y adultos se formen en nuestros centros y siembren por el
mundo semillas de Fe y Alegría. PapaDios nos ha llenado de bendiciones y por eso estamos
contentos y agradecidos. Somos instrumentos de su amor y esperanza en medio de los que
menos tienen. Y hoy se lo queremos expresar en esta misa de acción de gracias.
Cada año, en Fe y Alegría, se elabora un lema que debe motivar las acciones y la vida en
todo el Movimiento. Este año es “Educación con corazón”. Es un lema muy exigente que nos
pide algo muy necesario para que nuestros jóvenes no se pierdan. Cuántos jóvenes
conocemos que se extraviaron porque no se sintieron amados…
Acabamos de escuchar la primera lectura que era del Profeta Ezequiel. Nos habla del regreso
del pueblo judío del destierro. El Señor les quiere animar y darles su mejor regalo para que
sean siempre su pueblo. Nos decía que el Señor nos va a dar un corazón nuevo y que nos
infundirá un espíritu nuevo; que va a arrancar de nosotros el corazón de piedra y nos va a dar
un corazón de carne. Y nos dice San Pablo, confirmando esta promesa: El amor ha sido
derramado sobre nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Tenemos un
corazón que siente, capaz de amar…
Cada vez qué leemos la Biblia con atención y con fe, cada vez que recorremos nuestra
historia personal, nos damos cuenta de que PapaDios siempre nos ha educado con corazón.
El corazón es el símbolo por excelencia del amor. Todo lo que hemos recibido, todo lo que
somos y tenemos lo hemos recibido de papá Dios y nos lo ha dado con muchísimo amor,
porque lo que sabemos de Dios es que es puro amor como nos dice San Juan.
Revisemos
nuestra vida desde que tenemos memoria. Todo lo que tenemos, todo lo que hemos crecido
como seres humanos, nuestra personalidad… todo es regalo de Dios. Nunca hemos sido
regañados por Dios. Siempre ha sido cariñoso con nosotros. Nos ha enseñado a través de los
acontecimientos de nuestra propia vida y siempre nos ha dado una segunda, una tercera y
una cuarta oportunidad, para mejorar. En todas ellas, aunque no lo hayamos reconocido, está
la mano cariñosa del Señor, que ha sido un maestro paciente, que ha creído profundamente
en nosotros, que nos ha dado la libertad, que nos ha hecho sus hijos y que nos muestra el
camino del buen vivir.
Una primera consecuencia de todo esto es que necesitamos que el Señor nos ponga un
corazón de carne, para que podamos ver a cada alumno, a cada participante, a cada
compañero de trabajo con ese corazón. Para que sintamos sus problemas y seamos capaces
de ponernos en sus zapatos. Leí que un famoso pedagogo, cuyo nombre no recuerdo, decía
que para enseñar matemática a Antonio, hacían falta dos cosas. Primero querer a Pedro y
segundo saber matemática. Es decir que para ser efectivos tenemos que ser afectivos. Cada
día más necesitamos educar con corazón, querer a nuestros muchachos, acompañarles en su
crecimiento, en su vida… Eso les da confianza, que la tienen que sentir cuando están dentro
de los muros de nuestros centros, para que actúen de la misma manera cuando salen. De
verdad que necesitamos educadores sensibles. Este es el momento para dar gracias a Dios
porque en Fe y Alegría hay muchos educadores y personal que educan con corazón…
*** Otra consideración. En Fe y Alegría tenemos que educar el corazón. El propio, como
personal y educadores y el de nuestros alumnos y participantes. Se trata de la dimensión de
interioridad que tenemos los seres humanos y que tiene que ser educada. El corazón, en
definitiva, es la persona en su totalidad, incluida su vida interior, la actividad espiritual,
voluntaria y consciente, sus valores y creencias. Está de moda hoy hablar de valores en
la educación. Pero tiene que ser más que una moda, es un reclamo y es el único medio
que tenemos de vivir una vida que valga la pena, de sacar el país adelante. Nuestros
centros tienen que tener un ambiente, un clima, un modo de proceder donde se vivan los
valores: el diálogo, la solidaridad, la hermandad, la justicia. Es la principal responsabilidad
de los equipos directivos. Los valores no se predican, se viven. Nuestros jóvenes tienen
que aprender a mirar en lo profundo de su corazón, encontrar lo mejor de ellos mismos y
vivir en consecuencia.
Y en país roto, donde nos falta de todo, necesitamos esos jóvenes conscientes, con
mirada ética y solidaria, que trabajen por el país que sueñan viviendo sus valores
cristianos, de manera organizada y solidaria.
**** El papa Francisco ha declarado el año 2016 como el año de la misericordia. El
corazón es el símbolo del amor de Dios. Y es el símbolo de Fe y Alegría. Debemos
reflejar en nuestros centros, emisoras, institutos y oficinas el amor misericordioso de Dios.
Quiero terminar con una hermosa cita de la carta que nos escribió el papa para este año:
Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la
escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la
Palabra que se nos dirige.
De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y
asumirla como propio estilo de vida (esa es la formación de la interioridad). Día tras día,
tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos. Tanto
amó Dios al mundo que le dio a su único Hijo para que todo el que crea en él no perezca sino
que tenga vida eterna; no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por él. Y miremos a Jesús con los ojos del corazón: Su persona no es otra
cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las
personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre
todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan
consigo el distintivo de la misericordia.
En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto
de compasión. Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por
vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la
misericordia. A ese Dios, padre y madre, estamos llamados a reflejar, a hacer presente
Hoy ante el Señor, en este 61 aniversario, debemos renovarnos. Que dentro de las
celebraciones conmemorativas tengamos momentos de reflexión, de formación, de renovar
nuestro compromiso. No podemos fallarles a nuestros alumnos y participantes. No podemos
fallarle a nuestro país. Nos necesita más que nunca: honrados, trabajadores, amorosos,
conscientes, competentes y comprometidos. Se nos pide dar más, servir mejor. Productivos,
no bachaqueros…
Concédenos Señor un corazón generoso. Amén
P. Manuel Aristorena
Homilía de la Misa de Acción de Gracias
61 años de Fe y Alegría
Caracas, 08/03/2016
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