Por
MANUEL ISIDRO MOLINA
Fotos: JESÚS
CONTRERAS
“La tragedia de Venezuela no es la
devaluación del bolívar sino su sobrevaluación; ese es el gran problema que ha
tenido la economía venezolana por un manejo muy rígido de la política cambiaria”,
expresó Víctor Álvarez Rodríguez.
Desde el punto de vista de este economista
trujillano, si bien, luego del golpe de estado del 11 de abril de 2002 y la
huelga empresarial y el “sabotaje petrolero” de diciembre de 2002 a febrero de
2003, se justificó plenamente el control cambiario en Venezuela, “esa política
se ha prolongado demasiado en el tiempo, y se ha rigidizado”, fenómeno que se
expresa en “la política de anclaje cambiario, que es lo que más daño ha hecho,
porque cuando se deja congelado el precio de la divisa, mientras los demás
precios de bienes y servicios suben, eso provoca un fenómeno muy pernicioso en
cualquier economía, que es la sobrevaluación del tipo de cambio, un subsidio al
dólar y a las importaciones”.
-¿Una
economía de puertos?
-Claro, porque efectivamente, los
productores del campo y los productores industriales han visto que es mucho más
rentable para ellos, armar la carpeta de Cadivi, solicitar los dólares
subsidiados, que se venden a un tercio o veinticinco por ciento de lo que dice
el mercado, que producir en el país. Eso ha castigado enormemente la producción
nacional.
-¿Cuál
es el justiprecio del dólar en cuanto a la paridad del bolívar?
-El precio oficial está muy sobrevaluado, y
la tasa en el mercado paralelo está muy subvaluada.
-Seis
treinta (Bs. 6,30) y treinta bolívares (Bs. 30)…
-El precio real no es ni el uno ni el otro,
está en un intermedio. La única subasta que se hizo dio un precio…
-Doce
bolívares por dólar…
-Pudiera estar por ahí, pero hay dos
distorsiones. ¿Qué es lo que yo le he venido planteando al gobierno? Ir de la
simple administración de las divisas provenientes de la renta petrolera, a un
manejo mucho más inteligente de la política cambiaria. En primer lugar,
abandonar la política del anclaje cambiario: Ojo, no estoy diciendo que se
elimine el control de cambio; eso es inviable, no tiene sentido desde el punto
de vista político ni del social ni del económico.
-¿Qué
entiende por “uso inteligente de la política cambiaria”?
-Fortalecer el control de cambio a través
de estas tres decisiones: Primera, abandonar el anclaje cambiario; no se puede
seguir atornillando el precio del dólar durante largos períodos.
-¿Flexibilizar
la paridad oficial?
-El tipo de cambio a 2,15 (bolívares por
dólar) se mantuvo anclado durante cinco años; se vino a hacer una corrección de
esa enorme sobrevaluación, ya en el año 2010; pasó de 2,15 a 4,30, lo que
equivale a una maxidevaluación del cien por ciento; y, por supuesto, en una
economía que se ha hecho tan dependiente del componente importado, todo se
encarece y vienen los auges inflacionarios provocados por esa medida de
maxidevaluación, que a su vez es causada por esa política de anclaje cambiario,
utilizada como política antiinflacionaria, que si bien dio sus resultados,
luego dio claros síntomas de agotamiento.
Víctor Álvarez considera que esa “economía
de puertos es un rasgo de la economía rentista, aquella que utiliza el ingreso
que obtiene por la exportación de un recurso natural (petróleo) para comprarle
al resto del mundo, lo que bien pudiera estar produciendo internamente”.
-El segundo elemento tiene que ver con la necesidad
de estimular fuentes de divisas no petroleras –explica-, fomentar un aparato
productivo que diversifique las exportaciones con base en un tipo de cambio que
exprese la verdadera productividad de la agricultura y de la industria.
En ese contexto, propone que “se autorice a
los exportadores a participar directamente en la subasta, para que en vez de
recibir 6,30 por dólar, reciban un cambio superior que le rinda para cubrir
todos los costos internos, que no dejan de subir en un país donde se ha
instalado una inflación que prácticamente es endémica”.
-¿Y
la tercera?
-Perfeccionar el mecanismo de subasta no
poniendo a todos los sectores a competir por el mismo cupo de divisas. Si
realmente se quiere desestimular las importaciones, dejar de ser una economía
de puertos, rentista, importadora, para transformarla en una economía
productiva y exportadora, tienes que fijar un tipo de cambio que desaliente las
importaciones, un tipo de cambio más caro; y tienes que facilitar el desarrollo
de la industria y la agricultura con un tipo de cambio que permita la
adquisición de maquinaria, equipos, tecnologías e insumos. Habría que habilitar
una mesa de subasta con un tipo de cambio “acelerado”, se lleva la divisa quien
mejor la pague.
-Eso
sería una subasta clásica…
-Eso va a ir definiendo una banda máxima,
ir construyendo un sistema de flotación de precios de la divisa entre dos
límites: La banda máxima determinada por la subasta a los importadores; y otra
mesa de subasta para la industria y la agroindustria, donde se lleva la divisa
quien proponga un precio lo más cercano al tipo de cambio oficial. Eso nos da
el piso y el techo de fluctuación del dólar, y se va a mantener el tipo de
cambio oficial para importaciones esenciales, alimentos, medicinas y productos
básicos que todavía no se produzcan en el país.
-¿Dónde
quedan las mafias financieras o empresas de maletín que han denunciado el
ministro Jorge Giordani y Edmee Betancourt, presidenta del Banco Central de
Venezuela, y que efectivamente tienen vinculaciones con factores de las
finanzas públicas?
-El principal incentivo de esa
insaciabilidad o ninfomanía del dólar, lo ofrece la propia política cambiaria,
vendiendo una divisa a un precio irrisorio de 6,30 mientras el mercado dice que
cuesta tres o cuatro veces más. Ese es un caldo de cultivo para que los
inescrupulosos y quienes viven de hacer negocios sucios, vean cómo descubren el
camino para echarle mano a parte de la renta petrolera. Hay que diferenciar
esas prácticas perversas, delictivas, criminales de los requerimientos reales
de un aparato productivo que necesita las divisas.
Comparte la preocupación general por los
“retrasos de Cadivi” que superan los sesenta y noventa días, que son plazos en
el suministro a crédito de los proveedores internacionales, “y ahí se les ha
trancado el juego… y la responsabilidad de esa distorsión es la propia política
cambiaria. Si no flexibilizamos la política cambiaria, si no hacemos un uso
inteligente de la política cambiaria y si no propiciamos la generación de
divisas no petroleras, la presión que se va a ejercer sobre la oferta de
divisas será mayor.
-¿Eso
revela que estamos siendo más dependientes de la renta petrolera?
-La economía venezolana se ha hecho más
rentista. De cada 100 dólares que ingresan al país, 96 los pone el petróleo.
-Es
insignificante la exportación no petrolera…
-Las exportaciones no petroleras han venido
cayendo de manera sostenida. Paradójicamente, el éxito de la política petrolera
venezolana, que se tradujo en una mejor remuneración al precio del petróleo, el
aumento de las regalías de 1 al 33 por ciento, en el caso de la faja
petrolífera del Orinoco; y la obligación que se impuso a las filiales de PDVSA
en el exterior, de remitir dividendos al país, se convirtieron en un torrente,
un deslave de recursos que generó todo este problema, por el manejo que se
hizo. Esa mentalidad rentista está muy arraigada, muy sembrada en el imaginario
venezolano: Me refiero a la dirigencia política, a la dirigencia empresarial, a
la actitud paternalista y clientelar.
-¿Esto
no implica un balance negativo de estos catorce años, desde 1999 para acá?
-No es un problema de estos catorce años.
La cultura rentista es un problema desde que inició la explotación petrolera. Es
la maldición de la abundancia.
-¿No
sería, más bien, la “maldición” de la administración de la abundancia? Es como
decir “el petróleo, excremento del diablo”, una de las pocas ideas de Pérez
Alfonzo con las que no estuve de acuerdo…
-Claro, pero es una de las
representaciones. ¿Cómo se interpreta la “maldición de la abundancia”? En esa
propensión a satisfacer necesidades, no con el esfuerzo productivo en el campo
y en la industria, sino apelando a los recursos para importar. Esa abundancia
ha desbordado la capacidad administrativa y gerencial del estado venezolano, que
se ha visto tentado por malas prácticas administrativas y apelando a los
recursos para encubrir las ineficiencias, que quedan camufladas en ese contexto
de abundancia, donde los objetivos y metas se cumplen, pero a un precio demasiado alto.
-El
presidente Nicolás Maduro ha negado una posible devaluación de 6,30 a 9,60.
¿Eso, no niega la posibilidad de la flexibilización?
-Una devaluación siempre tiene un costo
político muy elevado. El ajuste cambiario que se hizo en febrero (46,5%, de
4,30 a 6,30 bolívares por dólar) tuvo un impacto en la merma de votos que tuvo
Nicolás Maduro, el 14 de abril, en comparación con la votación que obtuvo
Chávez, el 7 de octubre de 2012. Eso sería suicida (hoy). Lanzar una
devaluación este año, sería perder la mayoría de las alcaldías, porque ya
sabemos que el 8 de diciembre se eligen alcaldes y concejales.
-¿Cuál
es su recomendación?
-Que hay otro margen de corrección de
déficit (15% del PIB), que bien explicado al país, al pueblo, sería mucho mejor
recibido y hasta aplaudido. Por ejemplo, el caso del precio de la gasolina, que
ya es una señal de mala administración de un recurso. El exagerado subsidio a
la gasolina induce a un consumo irracional.
-Mientras
más cara esté la divisa, menos vale la gasolina…
-La pérdida que tiene PDVSA con el subsidio
de la gasolina comparado con el costo de producción, llega a 7.500 millones de
dólares al año, según cifras de la propia gerencia de comercialización de la
empresa; y si lo comparamos con los precios internacionales, llegan esas
pérdidas a 17.000 millones de dólares. Si se le dijera al país, que los
recursos que genere la sinceración de los precios de la gasolina (al costo de
producción) se utilizarán para modernizar y ampliar la flota de transporte
público en todo el país, por ejemplo, la gente entendería, ovacionaría.
-¿Por
encima del síndrome “27 de Febrero”?
-La dirigencia política es presa de un tabú,
un mito, que si se aumenta el precio de la gasolina, ese sería el detonante
inmediato de una revuelta popular. Lo fue en el año 1989, porque esa medida se
tomó en un contexto de otras medidas tremendamente antipopulares… el pueblo
estaba vapuleado por medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional, y
el aumento de la gasolina fue el detonante. Pero, hoy día, que el pueblo ha
recibido el beneficio de las misiones sociales, que ha recibido la gracia de la
inversión social que ha hecho PDVSA, en estas condiciones, el aumento del
precio de la gasolina, destinando esos recursos adicionales a las políticas
sociales, sería más bien una bendición para esos sectores que sufren el rigor
de tener que transportarse en esas unidades deplorables.
-¿El
cuadro de confrontación política nacional, permitiría una política como esa,
que flexibilizaría el precio del dólar, racionalizaría el precio de la
gasolina? ¿Permitiría un consenso nacional que facilitara esa aplicación?
-Este tipo de decisiones tiene que ser sometido
a un referendo consultivo nacional. Lo que no podemos seguir permitiendo es que
decisiones como éstas, se sigan tomando entre gallos y media noche,
anunciándoselas al país antes de carnaval o de un “puente”. Los correctivos hay
que explicárselos al país, una labor educativa, de concientización.
-¿Por
qué el IVA no se mueve?
-La necesidad de racionalizar el gasto y
generar recursos adicionales no tiene que ser por la vía de esos impuestos
tremendamente injustos que se aplican a todos por igual, independientemente de
sus niveles de ingreso. Si tú recaudas más por impuesto sobre la renta, puedes
aliviar la carga de un impuesto regresivo como es el IVA. La reducción del IVA
supone que tienes que generar ingresos por otro lado. Lo que no puedes seguir
haciendo es aplicar devaluaciones únicamente con fines fiscales.
-¿Hay
dogmatismos, hay temores?
-Hay dogmatismo y falta de creatividad,
falta de innovación. Creo que ha habido un desconocimiento y hasta un desprecio
por el estudio, la comprensión y el respeto de las leyes que rigen la dinámica
económica. El presidente Maduro debería convocar un consejo asesor de
profesionales de la economía (sugirió algunos nombres que se omiten, por
razones obvias) para analizar a fondo la problemática económica.
-Pero
permanecen en la cuneta…
-No hay cómo, porque hay un desprecio al conocimiento.
-Si
el presidente Maduro lo llama por teléfono y le pide una recomendación, ¿qué le
diría?
-Que consulte, que analice varias
alternativas, que evalúe ventajas y desventajas, y sobre la base de esa consulta
tome las decisiones que más convengan al interés nacional. Muchas de las
decisiones que hay que tomar, no son decisiones menudas, son de alto impacto.
Hay que hablarle claro al país, no se le puede seguir diciendo que todo va
bien, que la responsabilidad de estos desajustes y desequilibrios es parte de
una “conspiración” o de un movimiento empresarial “perverso” que quiere
desestabilizar.
-¿Vivimos
un aquelarre, mucho diablo suelto?
-Yo creo que vivimos una época en que de este
desorden que estamos viendo, de este caos económico de estancamiento con
inflación, que puede repercutir en un aumento del desempleo, tiene que surgir
el nuevo orden.
-¿No
estamos en riesgo de pasar a un estadio de decrecimiento con inflación, que
sería peor?
-Ya la meta inflacionaria del año, que era
16 %, se descalabró. Si el gobierno quiere resultados diferentes, tiene que
tomar decisiones diferentes.
Dos planteamientos clave
REFORMA FISCAL: "Antes de imponer otro impuesto cambiario con una
nueva devaluación, propondría adelantar una reforma fiscal que mejore la
contribución de los sectores que más ingreso obtienen. Países
con tradición neoliberal como Colombia y Chile, que tienden
a favorecer con exenciones y exoneraciones al capital, recaudan a
través de impuestos un equivalente el 30% del PIB. Pero en Venezuela el ingreso
fiscal no petrolero, como porcentaje del PIB, apenas es del 15%."
INDUSTRIALIZACIÓN SOCIALISTA: "Le recomendaría (al gobierno del
presidente Nicolás Maduro) dejar de importar lo que podemos producir aquí
a través del impulso a la industrialización socialista, entendida ésta
como un proceso sustentado en diferentes formas de propiedad social, nuevos
principios para la justa remuneración del trabajo, la inversión social de
los excedentes, el uso intensivo de información y conocimientos científicos y
tecnológicos, la preservación del ambiente y el desarrollo armónico de las
regiones. Este esfuerzo no puede quedar tapiado en el alud de
importaciones que se hacen con un dólar oficial subsidiado y debe
ser apoyado por el Estado, a través de incentivos arancelarios,
fiscales, financieros, cambiarios, compras gubernamentales, capacitación
productiva, asistencia técnica y fortalecimiento de las capacidades tecnológicas.
Sólo así, será posible impulsar un nuevo tipo de desarrollo industrial en
armonía con la naturaleza, capaz de asegurar la producción de los bienes que se
requieren para satisfacer plenamente las necesidades básicas y esenciales de la
sociedad".
Perfil
NACIMIENTO: Valera, estado Trujillo,
07.04.1960
Cargos en el gobierno
del presidente Hugo Chávez: Ministro de
Industrias Básicas y Minería; presidente de la Corporación Venezolana de
Guayana (CVG); director de PDVSA; presidente del Banco de Comercio Exterior;
viceministro de Industrias; director del Consejo de Desarrollo Industrial.
Ha sido docente en la UCV e
Iveplan. Dicta cátedra de
Procesos sociopolíticos y de cooperación alternativos en postgrado del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA)
y es investigador del Centro
Internacional Miranda (CIM).
Obra publicada: Venezuela: ¿Hacia dónde va el
modelo productivo?, Del Estado
Burocrático al Estado Comunal, y Claves
para la Industrialización Socialista. Está terminado un nuevo libro: "Lo que no debe heredar del siglo XX el
socialismo del siglo XXI".
@manuelisidro21
manuelisidro21@gmail.com
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