En un sistema donde la justicia es utilizada como herramienta de represión política, los Defensores Públicos se convierten en meros espectadores de la injusticia. Su función se limita a cumplir con un formalismo, sin poder real para defender a sus asistidos ni garantizar que se respeten sus derechos humanos y el debido proceso.
La situación es aún más grave si se considera que los Defensores Públicos son los encargados de representar a los más vulnerables, aquellos que no tienen acceso a una defensa adecuada y que se encuentran en una situación de desigualdad frente al poder estatal. En este sentido, la falta de independencia e imparcialidad de los Defensores Públicos no solo es una afrenta a la justicia, sino también a los derechos humanos de los venezolanos.
Es hora de que se reconozca la importancia del trabajo de los Defensores Públicos y se les brinde el apoyo necesario para que puedan cumplir con su función de manera efectiva. Es necesario que se garantice su independencia e imparcialidad, y que se les permita trabajar sin presiones ni amenazas.
La comunidad internacional debe estar atenta a esta situación y exigir que se respeten los derechos de los Defensores Públicos y de los presos políticos en Venezuela. Es hora de que se ponga fin a la impunidad y se establezca un estado de derecho en Venezuela.
Ítalo Zapata

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