Cuenta la leyenda de Don Tulio Montilla que nuestros indígenas adoraban a la diosa Ikake por estás orillas.
Una veneración de los Cuicas traída por los Vitichas para rendirle honores en aquel templo de chozas y tribus que vivieron en la pendiente donde estamos ahorita.
Entre aquella Diosa y la Virgen del Carmen existe algo muy misterioso o como algo muy similar entre la devoción y la oración.
Es allí donde le imploro y con profunda fe y devoción/, Virgen del Carmen aclárame la mente con mucha profundización.
Quiero demostrarle a mi pueblo y a toda esta gente/ que desde la época indígena siempre has estado presente/, Y no es casualidad que nuestra Virgen haya retornado nuevamente.
Fuistes testigo de como masacraron a tus hijos en aquella época del bajo Trujillo/ y donde el conquistador se empecinó en acabar tu templo en las riberas de la Vichú y en tú meseta ardiente.
Aquel indiecito que se te incaba, te imploraba a la luz de las estrellas y bajo el cielo abierto del firmamento para que nunca lo abandonarás/
Siempre lo guiabas por los caminos de piedra y en la guerra triunfará. Siempre has estado con nosotros Virgen del Carmen, hasta que tú presencia nuevamente se hizo sentir con aquel ruego de Doña Elisa/ para que alejaras la fiebre amarilla que diezmaba a tú pueblo ya vuelto trizas/
De allí partió la primera procesión en agradecimiento/, por haber colocado tu manto de misericordia y no permitir más sufrimiento/. Luego vino la inundación, cuando la Vichú se desbordó y al pueblo casi acabó/ y nuevamente tu manto nos cubrió.
Tú llegada fue un misterio en aquel vagón del ferrocarril cuyo envoltorio venía con un simple letrero/ Milán, Italia, pero que no traía destinatario al final, y casi la cuadrilla de descarga la devuelven por falta de dirección total.
Virgen del Carmen cuantos milagros has hecho y hoy tu pueblo te venera/ para que sigas alumbrado, bajo la voluntad de Dios y con tu hijo en tus brazos la protección/ de un pueblo que sigue fiel a su imágen como la única madre que nos queda para darnos su escapulario y su bendición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario