miércoles, 3 de diciembre de 2014

En Colombia se vive mejor...Yo te aviso, chirulí!

Si crees que en Colombia se vive mejor que en Venezuela, debes leer esto: datos y estadísticas del mito

Adán González Liendo

@rpkampuchea

En diversas ocasiones nos hemos topado con gente, en su mayoría escuálida, que se hace eco de la propaganda barata de la derecha acerca de Colombia y sus supuestas virtudes como destino para establecerse con la familia o emprender una carrera profesional. Otros tienen el tupé de espetar que al otro lado de la frontera “se vive mejor” (¡!). En la antigua Nueva Granada no hay apagones, los sueldos son “dignos” y no hay delincuencia, según los “sesudos” analistas que hemos escuchado. De acuerdo con ellos, el salario mínimo allá, al convertirse en moneda nacional, es de Bs. 40.000 (¡!). A pesar de que en Venezuela habitan más de cinco millones de colombianos, hasta ahora no hemos apreciado un éxodo masivo, a la inversa, para regocijarse de los privilegios de un país que ya podría considerarse como la sucursal de la Confederación Helvética en Suramérica. ¿Nos equivocamos?
 
El primer mito acerca de Colombia es el del salario mínimo: no es de Bs. 40.000 ni mucho menos. El monto real es de 616 mil pesos que a 1.980 por dólar, son 311 dólares estadounidenses (Bs. 3.732). Como lograrán apreciar, está por debajo del sueldo mínimo en Venezuela (Bs. 4.889,11). El detalle es que en la frontera, paramilitarismo y narcotráfico han establecido tasas de cambio amañadas para beneficiar a la dupla peso-dólar y depreciar, de manera artificial, el bolívar venezolano. De acuerdo con el Banco de la República de Colombia, equivalente al Banco Central acá, por cada bolívar se deben dar 170 pesos. Sin embargo, en Cúcuta se transan 23 pesos por cada bolívar. C’est-à-dire, la mafia limítrofe se queda con 147 pesos. Ello crea una grave distorsión en nuestra economía y es un vulgar ataque especulativo hacia nuestro signo monetario. Por tal motivo, el salario promedio de Bogotá, a razón de 23 pesos por bolívar, pasa de Bs. 3.732 a Bs. 26.752 (¡!). ¿Se comprende ahora por qué los colombianos vienen a comprar a Venezuela? Un sueldo de miseria allá lo canjean a bolívares, cruzan el Puente Internacional “Simón Bolívar” y se llevan todo de esta tierra de gracia. Por lo pretérito, más del 30% de los alimentos de Venezuela se fuga a las estanterías de Cúcuta y otros recovecos del añejo virreinato.
 
Ahora bien, ¿se puede subsistir en Colombia con 616 mil pesos mensuales? Una despensa, para dos personas adultas, cuesta 600 mil pesos por mes en promedio (Bs. 3.529). ¿Cuánto se puede adquirir con Bs. 3.529 en Mercal o PDVAL y para un ciclo de cuatro semanas? Allá, si un núcleo de tres individuos sólo ingiere papas, arroz, pollo y huevos, gastará 350.000 pesos cada 30 días (Bs. 2.058,82). Y platicamos de porciones pequeñas para cada uno, nada de comilonas. En Colombia, 47% de la población activa percibe ingresos menores al salario mínimo de 616 mil pesos. Las estadísticas oficiales reseñan que hay 14,1 millones de pobres en una población de 47 millones de habitantes, lo que arroja un índice de 30,16% (2013). En Venezuela, la carencia está en 19,6%: hay una brecha de casi 11 puntos porcentuales con respecto a nuestro vecino. El PIB per cápita de Colombia es de 7.748 dólares (Bs. 92.976) y el de Venezuela es de 11.527 billetes verdes (Bs. 138.324). El 70% de los neogranadinos no cotiza para pensiones: de un universo de 21 millones de colombianos en edad de trabajar, sólo seis millones amortizan para una pensión en los “años dorados” (*). De estos seis millones, nada más el 13% lograría cimentar dicho anhelo. En Venezuela, de una población económicamente activa de 14 millones, sólo cinco millones están fuera del paraguas de la jubilación. Ello simboliza un 36%. 
 
Algunos bocones propalan que en Colombia no hay apagones (¡!) y lo aseguran con una certitud delirante. En áreas como Barranquilla, el servicio eléctrico falla con bastante frecuencia y por períodos de una hora o más. Una factura de luz por un servicio malo, en la norteña ciudad, es de 356.400 pesos (Bs. 2.096,47). En Bogotá no es tan deplorable como en Barranquilla y el recibo es más asequible: 99 mil pesos (Bs. 582,35). ¡Aunque nada para lanzar cohetes! En Colombia hay 11 municipios que todavía no están interconectados al sistema nacional y tendrán que aguardar 20 años para gozar de electricidad las 24 horas del día. Allá, el consumo es de dos mil kilovatios/hora por persona y en Venezuela es el doble. Las interrupciones temporales de suministro en Venezuela se deben a dos factores primordiales: al incremento excesivo de la demanda y, en menor medida, al sabotaje. ¿Cuánto hay que gastar en educación en Colombia? Si una pareja clase media-baja desea que su hijo vaya al colegio, deberá desembolsar entre 400 mil y 500 mil pesos mensuales (entre Bs. 2.352,94 y Bs. 2.941,17). Las escuelas públicas son minoría y hay que asignar una contribución económica, a pesar de que esto no es obligatorio desde 2012. Una universidad privada oscilaría entre los tres y diez millones de pesos semestrales (entre Bs. 17.647,05 y Bs. 58.823,52) y la calidad académica es muy mediocre; en las “públicas” se debe otorgar un aporte acorde con el ingreso familiar. En la hermana república no hay casas de estudio como la UCV, la ULA, la UBV o la UNEFA, donde se pueda cursar gratis una carrera. En Bogotá, verbigracia, el transporte público es un desastre: con nueve millones de personas, la capital neogranadina no tiene ni metro. El TransMilenio, algo parecido al BusCaracas, es ineficiente, peligroso y está colapsado. Un amigo nuestro se fracturó el brazo allí como consecuencia de un frenazo. La tarifa es de unos 1.485 pesos (Bs. 8). En el BusCaracas, que es una maravilla, el boleto cuesta Bs. 1,50. Colmar el tanque de gasolina de un vehículo pequeño son 70 mil pesos (Bs. 411,76) y el de una camioneta, entre 110 mil y 140 mil (entre Bs. 647,05 y Bs. 823,52). El 15% del parque automotor colombiano depende de los carburantes que traen los “pimpineros” desde Venezuela: unos 100 mil barriles se van de alijo cada fecha.    
 
La red de salud en Colombia es onerosa e inoperante, esto último incluso en la iniciativa privada. Nuestro camarada, el de la extremidad lesionada en el TransMilenio, abonaba una póliza obligatoria de 100 dólares mensuales (Bs. 1.200). Cuando arribó a la clínica, no tenían pastilla para la tensión y lo mandaron a tomar agua, la cual tuvo que sufragar de su bolsillo. ¡Lo atendieron a las cuatro horas! Si así lo tratan a uno en el ámbito privado, no queremos imaginar cómo será la odisea en un hospital público. Los medicamentos son otro viacrucis: el “Atenolol” de 50mg se cotiza en 117 mil pesos (Bs. 688,23). En Venezuela, la caja de pastillas de esa marca la regalan en Barrio Adentro, por ejemplo. En nuestro país hay gente que tiene seguro privado y la mayoría de las veces debe recurrir al sistema público sanitario, sobre todo si la emergencia es de madrugada y es un caso pediátrico. No han tenido ni un motivo para quejarse de la atención en el nosocomio del IVSS o del Ministerio de Salud que han visitado, salvo contadas excepciones, y han obtenido un servicio que se les ha negado en una clínica privada. Igual sucede con quienes han ido a los CDI, los CAT y las SRI. Algo impensable en el flanco aledaño.
 
LAS RESERVAS INTERNACIONALES, EL DESEMPLEO, LA DELINCUENCIA Y LA DESFACHATEZ DE LA REVISTA SEMANA
 
Las reservas internacionales de Colombia se hallan en el orden de los 47.364 millones de dólares y duplican las de Venezuela. Las de nuestro país se ubican en 23 mil millones de dólares. El 86,8% del portafolio de reservas colombianas se encuentra depositado en el tótem dinerario yanqui y el oro monetario sólo representa el 1,1% de éstas. Por el contrario, nuestro respaldo áureo ocupa el 70% de nuestras reservas internacionales con 367 toneladas aquilatadas del rey de los metales. Colombia apenas atesora 10 toneladas de oro. El desempleo, de acuerdo con los guarismos oficiales, es de 8,4% (septiembre 2014). El paro afecta a un millón 991 mil personas; en Venezuela, el nivel de desocupación es de 7% y en años recientes se ha mantenido por debajo del 10%. En contraste, durante enero de 2013, el desempleo en Colombia fue de 12,1%. La flexibilización laboral en latitudes neogranadinas ha derivado en salarios cada vez más precarios y un profesional altamente cualificado, con varias maestrías, podría devengar unos 800 mil pesos (Bs. 4.705,88). Otra puntualización: varios analistas coinciden en que los datos de desempleo de Colombia están siendo alterados con el fin de entrar a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). La admisión de Bogotá a este organismo brindaría más confianza a los empresarios foráneos para que invirtieran en ese país suramericano. El investigador estadounidense, Jan Kregel, afirma que hay un nivel de paro “disfrazado” de 40% (**). En Colombia, los montos por utilización del dinero plástico o las cuotas de un crédito hipotecario están sujetos a fluctuaciones tipo “balón”, como las que ya vivimos durante los tiempos de la Cuarta República. Desde 2000, más de un millón 400 mil familias han sido víctimas de las ejecuciones hipotecarías (***). Para 2011, en todo el país se contabilizaban más de 300 desalojos por jornada. Entre 1985 y 2012, cinco millones de personas han sido desplazadas por la guerra civil. En tres años, la Gran Misión Vivienda Venezuela ha entregado 600 mil viviendas y beneficiado a más de un millón 800 mil compatriotas. Sin comparación.  
 
Los que ensalzan a Colombia como la tierra de las maravillas, pontifican que allá no hay delincuencia o ésta no se percibe. No obstante, los cómputos son notorios: en el departamento de Valle del Cauca hay 75,79 homicidios por cada 100 mil habitantes. En la capital de esta región, Cali, son 85,74 por cada 100 mil (****). En toda la nación, Tunja ostenta los dígitos más ínfimos con 7,72. El promedio nacional es de 30,33 decesos por cada 100 mil. De 1.120 municipios, hay 330 que registran actividad paramilitar continua desde 2008. En Venezuela, donde la infiltración de “paracos” es más que evidente, hay 39 homicidios por cada 100 mil habitantes. Las modalidades delictivas importadas desde Colombia han sido detectadas en varias coordenadas de nuestro terruño: desde los atracos con armas largas, hasta la incineración o desmembramiento de víctimas. Cada vez que la oh-posición vernácula trata de hacer politiquería con el “affaire” de la delincuencia, más se devela su vinculación con el entramado binacional del paramilitarismo.
 
En la célebre revista Semana se publicó, el 24/11/2014, un reportaje con el título “El fenómeno del anticolombianismo” y se logran avistar “perlas” como éstas: “(…) En Venezuela siempre ha habido cierto recelo con los colombianos […] Pero desde las altas esferas políticas se asocia cada vez más abiertamente a Colombia con ‘imperialismo gringo’, ‘fascismo’ y ‘ultraderecha’ […] También acusan a los colombianos por el desabastecimiento crónico del país (…)”. Primero, no es mentira que el Estado neogranadino se preste a las maquinaciones de Estados Unidos. El Plan Colombia y las siete bases militares yanquis asentadas allá, son una evidencia estridente de ello. Álvaro Uribe Vélez, ex mandatario del país cafetalero, es enemigo jurado de la Revolución Bolivariana. ¿Cómo no asociarlos con el imperialismo gringo? Segundo, el contrabando de extracción propiciado por los “bachaqueros” de la hermana república ha desviado miles de toneladas de alimentos hacia Colombia. Desde agosto de este año, se ha decomisado la exorbitante cuantía de 7.833 toneladas de comida. Mas los descarados manipuladores de Semana pretenden soslayar la aguda problemática y liberar de culpa a quienes desangran a nuestro país.
 
¿Cómo va a ser mejor morar en un territorio con 60 años de conflicto armado a cuestas? ¿Cómo va a ser mejor estar en una sociedad donde el banco te puede quitar la casa porque la ley ampara la usura hipotecaria? El Estado burgués colombiano es un parásito que se nutre de Venezuela y sus riquezas. Éste se aprovecha de nuestra buena fe y nuestra política de inclusión hacia los extranjeros, en especial de los neogranadinos. Por desgracia, somos una “válvula de escape” de todas las inequidades que fomenta un Estado neoclásico y arrastrado a los intereses de Estados Unidos; mientras hagamos el “trabajo fácil” a la oligarquía cachaca, más remota yacerá la posibilidad de que el pueblo colombiano se emancipe de la atrofiada plutocracia que lo oprime. Estamos a favor de la integración que sea constructiva, beneficiosa y en simetría de condiciones, no obstante, en los vínculos con Bogotá hemos cargado el fardo más infame. Eso no puede continuar. Colombia adolece de enormes dificultades políticas, económicas y sociales, por lo tanto, no está en condiciones de ser paradigma para nadie. El surrealista desprecio a la Revolución Bolivariana no puede ser apología de la dislocada tesis de que “allá se vive mejor que acá”. ¡Jamás! Ahora disponemos de copiosas justificaciones para mandar al carajo a quien lo sostenga.
 
 
PD. En relación con el PIB, Colombia crece a 4% anual y Venezuela a 1,4% (2013). Habrá que recordar que el cálculo del PIB neogranadino también incluye las actividades ilícitas del narcotráfico. La inflación allá es de 3,3% y acá de 60% (2013). El acaparamiento y la especulación empujan los precios hacia arriba en Venezuela. En los estratos más depauperados de Colombia, el impacto de la variación de importes es más dramático y éste se eleva a más de 5%. La queja común -entre los ciudadanos de Bogotá y sus alrededores- es: ¿por qué si la inflación en Venezuela es más alta, los productos de allá son más baratos que los colombianos? Los programas sociales para los más desposeídos son selectivos y se accede a estos a través de una engorrosa acumulación de “puntajes”. La universalidad de las misiones venezolanas sería una quimera allá. Por cuestiones técnicas, hemos utilizado el SICAD 1 para las conversiones del dólar a nuestra moneda de curso legal, ya que es lo más aproximado al esquema de 170 pesos por bolívar estipulado por el Banco de la República de Colombia. Agradecemos al economista Giuseppe de Corso su invaluable colaboración para la concepción de este ensayo.
 
 
(*) Palabras más, palabras menos, esto fue lo que declaró el presidente de Colpensiones, Mauricio Olivera, quien fue citado en el siguiente artículo: http://www.elcolombiano.com/historico/despues_de_los_40_anos_cuide_sus_aportes_para_poder_pensionarse-IXEC_299818
 
(**) “Ingreso de Colombia a la OCDE es un gran error”: Jan Kregel http://www.portafolio.co/economia/ingreso-colombia-la-ocde-es-un-gran-error-jan-kregel
 
(***) Desalojos en Colombia dejan sin casa a un millón 400.000 familias: http://youtu.be/PQX6_XPDaDI
 
(****) Cali y el Valle tuvieron mayor número de homicidios en 2013: Medicina Legal http://www.cablenoticias.tv/vernoticia.asp?WPLACA=21530

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