Estados Unidos ha decidido desplegar tres destructores de misiles guiados de la clase Arleigh Burke, el USS Gravely (DDG-107), el USS Jason Dunham (DDG-109) y el USS Sampson (DDG-102) en el sur del mar Caribe, cerca de las costas de Venezuela. Su presencia parece dispuesta a extenderse por tiempo indefinido, lo cual representa una amenaza potencial para la soberanía y la seguridad de Venezuela. Si bien se puede presumir las intenciones del gobierno de Donald Trump, la incertidumbre sobre el desenlace final es incierta.
Las interrogantes que nos hacemos son varias: ¿Los buques se retirarán sin ninguna novedad? ¿Protagonizarán algún incidente o escaramuza bélica? ¿O se convertirán en la plataforma para una intervención de mayor escala? Por ahora, solo son incógnitas, cuyas respuestas solo son conocidas por las más altas esferas del poder estadounidense.
Su presencia en el mar Caribe de permanencia indefinida, constituye una clara amenaza, y una provocación a la paz de la región. Las intenciones del gobierno de Donald Trump son objeto de especulación, pero sus posibles consecuencias son graves, el abanico de escenarios va desde una retirada sin incidentes hasta una escalada bélica o incluso una invasión. El desenlace final es incierto, un secreto bien guardado entre el Pentágono y la Casa Blanca.
Antecedentes hay, tal como ocurrió con el despliegue de buques de guerra estadounidenses en el Caribe oriental cerca de Venezuela: en aquella oportunidad fue una medida real y recurrente durante el gobierno de Trump (2017-2021). La misión pública de esos despliegues, según el Comando Sur de los EEUU (USSOUTHCOM), fue la lucha contra el narcotráfico bajo la operación denominada "Enhanced Counter-Narcotics Operations in the Western Hemisphere". Para aquel entonces, el gobierno estadounidense alegaba que se buscaba interceptar embarques de drogas que salían de Venezuela, esta iniciativa fue una justificación ampliamente rechazada por el gobierno venezolano, y vista por analistas internacionales como una medida de presión política y demostración de fuerza contra el gobierno de Nicolás Maduro. Ocurrió en un momento de máxima tensión, con sanciones económicas muy duras, y esfuerzos abiertos por parte de Washington, por promover un cambio de gobierno en Venezuela.
Los buques Mencionados, clase Arleigh Burke, son destructores versátiles y extremadamente poderosos, equipados con el sistema AEGIS de combate, capaz de lanzar misiles de crucero Tomahawk (para ataques a tierra), misiles antibuque y misiles antiaéreos. Su presencia es una demostración de capacidades militares de primer nivel. Los números de hull (DDG-102, etc.) son correctos, y corresponden a los barcos que mencionamos. En aquella oportunidad los buques no protagonizaron una escaramuza, ni una invasión. Cumplieron con una misión disuasiva, y tras un tiempo dado, fueron reasignados o regresaron a sus bases. La tensión se mantuvo a nivel diplomático y económico, sin llegar a un conflicto armado directo. Este tipo de despliegues se consideran una herramienta de la llamada "diplomacia de cañoneras" moderna.
El relatado en cuestión fue expuesto en el Comunicado oficial de USSOUTHCOM (Abril 2020): "U.S. Southern Command lIncreases Counter-Narcotics Operations in Western Hemisphere". Fue referido por Reuters, Associated Press (AP) y BBC/Mundo, el cual cubrió extensamente las incidencias de estos despliegues.
Por ejemplo "EE.UU. ha enviado buques de guerra cerca de Venezuela en una amplia operación antidroga", lo reflejan páginas oficiales de la Marina norteamericana. Los perfiles de cada destructor en `www.navy.mil` confirman su historial de servicios, que incluye operaciones del Comando Sur. En el presente escrito hacemos una síntesis sobre los hechos, y lo preocupante de las posibilidades que se plantean hoy en día, para los venezolanos sobre la intencionalidad del gobierno norteamericano con respecto a Venezuela. No sabemos si son sólo medidas de presión, o una indeseada invasión que rechazamos los venezolanos demócratas, más alla de las ideologías y de las posiciones políticas.
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