viernes, 28 de junio de 2013

"El periodismo es una profesión para valientes"

Por Sebastiana Barráez Pérez
Semanario Quinto Día

Manuel Isidro Molina Peñaloza confiesa “a medida que te enfrentes a los secretos, a las miserias, a las torceduras del poder, en esa misma medida estás en riesgo, te tratan de anular, de difamar, de matar”
“Vivimos un sistema de información y medios de comunicación bajo coacción, no solo del gobierno, sino económica”



Aunque nació en Valera, estado Trujillo, se declara caraqueño, porque lo trajeron de dos años a la capital. Es un polémico periodista de opinión en el semanario La Razón con la columna Pasando la Hoja. Realiza entrevistas especiales para el diario Últimas Noticias, además hace análisis político y entorno para clientes privados. Él es Manuel Isidro Molina Peñaloza.

Egresó en 1968 de la Universidad Central de Venezuela como licenciado en comunicación social 1968. También cursó Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar, mención relaciones internacionales.

Incursionó en ingeniera eléctrica. “Pero me convencí que lo mío era otra cosa, muy relacionada a la política”. Desde los 14 años empezó a militar en el Partido Comunista de Venezuela. Sus condiciones de liderazgo lo llevaron a ser secretario general y presidente del colegio Razetti. “Milité en la juventud del MAS. He estado en diversos comandos de campaña y hasta apoyé a José Vicente Rangel”.

Fue parlamentario de la fracción del MAS desde el 89 hasta el 99. Presidió el Colegio Nacional de Periodistas 1993-1998. “Y al mismo tiempo ejercía el periodismo. Trabajé en Ultimas Noticias, Reportero parlamentario del diario 2001. Más de 3 años en la revista Bohemia del Bloque de Armas. He hecho radio”.

¿Por qué el periodismo?

El periodismo es uno de los más importantes motores de la dinámica social. He tenido dos pasiones en mi vida: la política y el periodismo. El periodismo es la que articula la dinámica social. Es la que orienta, informa, polemiza, dice verdades que el poder quiere ocultar. Es una herramienta para la transformación, la superación, combatir los vicios del poder. Cuando di clases en la Universidad Católica le decía a los muchachos que todo buen periodista debe ser irreverente frente al poder: político, económico, mediático, las mafias de la corrupción y el narcotráfico. El periodismo implica sus riesgos. En mi caso los disfruto.

¿Los riesgos?

Bueno, es irremediable que a medida que te enfrentes a los secretos, a las miserias, a las torceduras del poder, en esa misma medida estás en riesgo, te tratan de anular, de difamar, de matar. Una vez me golpearon muy fuerte y me dieron una paliza. El periodismo es una de las profesiones más riesgosas del mundo entero, incluso reconocido por la Unesco. El periodismo es una profesión para valientes

¿Esas agresiones han sido en ejercicio de la profesión?

Si claro. Orlando Castro me demandó por difamación e injuria porque yo dije que era un delincuente internacional, eso me valió un juicio. Gracias al doctor Omar Estacio y al profesor José Fernando Núñez, dos abogados eminentes y penalistas, quienes me defendieron. También con ellos enfrenté la demanda de Humberto Berroterán, y lo derrotamos, a quien acusé por el ejercicio mafioso del poder, corrupción, etc. Luego me enteré que por denuncias de corrupción que hice sobre seguros La Previsora recibí una agresión física.

¿Qué lo impulsa a seguir?

Me reconforta el apoyo de los lectores, de la gente que me conoce, me quiere y me sigue. Esa es la gran recompensa, además de sentirse parte de la sociedad decente que pugna por superar un esquema político, social, cultural e incluso mediático enervado por la corrupción, la viveza y el abuso del poder. No estoy hablando de fronteras políticas, de apellidos, de chavismo u oposición, porque la realidad es que estamos en una sociedad bastante enervada por estas fuerzas inmorales.

¿Se atrevería a decir que en Venezuela hay una dictadura y que no hay libertad de expresión?

No, no. Yo creo que aquí hay una libertad de expresión muy dinámica, no porque el gobierno lo quiera, si no porque así somos y el periodismo ha sido parte de la lucha contra los esquemas dictatoriales, pero vivimos un sistema de información y medios de comunicación bajo coacción, no sólo del gobierno, sino económica.

¿Cuál entrevistado te ha marcado o ha sido el más difícil?

Ha habido varias, pero la que más me marcó por antipatía fue la de Jorge Olavarría. Fui a entrevistarlo, para la revista Bohemia, a su oficina, a petición de su secretario en ese tiempo Alexis Ortiz, compañero de partido. A medida que le iba planteando preguntas incómodas, se fue encolerizando, se transformó en un energúmeno, me agitaba las manos en la cara, me gritaba, se paró de la silla. Fue una cosa horrible. La descripción que hice de él, sin decir la palabra energúmeno, lo describí como fuera de control. Alexis Ortiz me llamó para decirme que cómo se me ocurría y le respondí, ‘pero tu estabas ahí, viste cómo se puso’, a lo que él me dijo: a los genios se les perdona. (risas)

¿Y una entrevista que recuerde por lo grata?

Ah, con Luis Herrera Campíns, ya expresidente. Fueron tres o cuatro horas de agradable conversación. No hubo ni café ni agua, lo que es raro porque en Venezuela siempre te llenan de atención. (risas) Él personalmente me llamó: “Manuel Isidro tronco de vai…me echaste. Es que Betty no estaba y nosotros no tenemos servicio. La próxima vez te hago el cafecito”. (risas)

¿Qué tipo de periodismo se hace en Venezuela?

En Venezuela el periodismo tiene las mismas perturbaciones que la sociedad y la política. El periodismo informativo, de divulgación, de indagación, las entrevistas de personalidad tienen un altísimo sesgo de la contingencia política y creo que le han hecho y le están haciendo muchísimo daño. La belleza del periodismo de personalidad desapareció en Venezuela. En ese aspecto somos un país arruinado como si nadie sirve, como si todos somos flojos y ladrones.

¿Qué le recomendaría a sus colegas?

Que contribuyamos a la decencia, a la sindéresis, la valentía y la constancia de la sociedad venezolana.

¿Qué diferencia ve usted en las relaciones del periodismo con el poder, en la llamada Cuarta República y en la revolución bolivariana?

(silencio corto) Las diferencias las ha puesto el Gobierno. Es una de las herencias terribles que ha recibido el presidente Maduro. El gobierno de Chávez fue muy sectario e intolerante, descalificador, unidireccional, nunca entendió la dinámica de los medios, fue cerrando las oficinas de prensa, el caso extremo de la Asamblea Nacional. Independientemente que haya libertad de expresión en relación a los que puedas denunciar, hay una enorme restricción de las fuentes oficiales de información y eso golpea la libertad de información. Luego hay amenazas y retaliaciones muy diversas.

¿Antes era peor o mejor?

Mira, quienes ejercen viciosamente el poder, siempre ponen barreras para impedir que se conozcan los abusos. En la llamada Cuarta República sucedía que a un reportero incómodo lo cambiaran de fuente. Fui secretario de redacción de Últimas Noticias y recuerdo los casos de retaliaciones de algunos funcionarios contra algunos reporteros porque denunciaban situaciones. El poder es el poder. Cuando te vas a las regiones o a los municipios, ves que el ejercicio del poder son igualitos, que el nacional: controlar los medios, comprar periodistas y editores, censurar. En eso no hay barreras partidistas. No hay reacción más parecida de intolerancia a la de un chavista, que la de un antichavista y viceversa. No toleran críticas ni denuncia, encubren a sus delincuentes, a quien atropella desde el poder.



barraezperezsebastiana@yahoo.com

http://www.quintodia.net/pais/5385/el-periodismo-es-una-profesion-para-valientes



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