Hoy entrando a la cafetería que frecuento, desde una mesa me abordaron.
-¿Cuál de las de Redford más te gusta?
-Todas, dije. Desde El Candidato, pasando por Todos los Hombres del presidente; El gran Gastby. Una escena memorable que me impacto: es el final de Una proposición indecente:¿Por qué la dejó ir? pregunta el chófer.
-"Porque nunca me mirará como lo mira a él".
Te ganaste el café Pedrito...
II
Su vida fue una película de múltiples géneros: tragedia, redención, arte y resistencia.
Nacido en Santa Mónica en 1936, en el seno de una familia donde se aplicaba una disciplina estoica y severa. Su padre fue Charles Robert Redford Sr., contable de la empresa Standard Oil, un hombre austero y trabajador de ascendencia irlandesa y católica. Su madre, Martha W. Hart, falleció en 1955 a los 41 años. Robert tenía 18 años.
La muerte de su madre marcó profundamente a Redford, quien cayó en una etapa de alcoholismo y rebeldía juvenil. Esa pérdida fue, según él, el detonante de su búsqueda artística y existencial.
Lo expulsaron de la universidad por borracho. Vagó por Europa vendiendo bocetos en las calles de París, soñando con ser pintor. Se autodefinía como “delincuente juvenil”, con noches en la cárcel y peleas de pandillas. Pero algo lo redimió: el arte dramático. Y desde ahí, lo demás fue historia.
Redford no solo actuó: dirigió “Gente corriente” (Ordinary People), ganando el Oscar como mejor director en 1981. Creó Sundance, plataforma clave para el cine independiente. Su legado incluye no solo películas, sino causas: medioambiente, derechos civiles, libertad creativa. Tenía buen gusto: casi una década fue el empate con la brasilera Sonia Braga.
En 2013 protagonizó “All is Lost”, donde no pronuncia una sola palabra. Solo su cuerpo, su mirada, su silencio. Como si ya estuviera ensayando su despedida.
Hoy se va el galán rubio que quiso ser un artista, nunca un ídolo o un sex-symbol masculino. El que convirtió su apostura en trinchera ética. El que hizo del cine una forma de decir: “Hay otro mundo posible”.
Hoy le agradecemos a Robert Redford por el arte, por la rebeldía, por el silencio que también habla.
Nos vemos por ahí.
Pedro Mosqueda
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