domingo, 24 de agosto de 2025

AQUÍ, AHORA / Trump, Rubio, Maria Corina y Maduro & Co.


Manuel Isidro Molina

Comienzo por reafirmar que no he estado, no estoy ni estaré de acuerdo con una invasión militar extranjera a mi Patria, Venezuela, tierra de Libertadores latinoamericanista. Muy al contrario, la condeno y siempre la rechazaré, en defensa de la paz y nuestra integridad territorial e independencia nacional. Es decir, no he sido, no soy ni seré cipayo al servicio de potencias extranjeras, que se creen dueñas y rectoras del mundo. 

Donald Trump es un tracalero con 'suerte', delincuente condenado por 34 delitos graves en su propio país, y últimamente condenado en apelación por fraude junto a sus hijos, aunque le anularon una multa multimillonaria (US$500MM), sin la cual sigue siendo un delincuente, decidido así por un Tribunal Superior. Toda su vida ha delinquido, estafado, burlado, amenazado y chantajeado, en lo que él mismo definió como «máxima presión». 

Siendo un psicópata senil y ya muy voluble, el presidente estadounidense cree que la Casa Blanca es la «Trump Tower» de Nueva York, donde fraguó con sus cómplices grandes fraudes 'empresariales' con todo tipo de trampas y subterfugios. Es el mismo Trump socio y cómplice del pedófilo Jeffrey Epstein y su pareja sentimental Ghislaine Maxwell, operadora en la prostitución de menores para ricachones erotómanos de Estados Unidos y Europa, y por tales delitos condenada a 20 años de prisión. 

En ese presidente de EEUU, confían desde María Corina Machado, Javier Milei y Álvaro Uribe Vélez (condenado a 12 años de cárcel por fraude procesal y soborno a testigos) hasta Vladimir Putin, Volodimir Zelenski y Mark Rutte, secretario general de la OTAN. Yo -que no soy nadie-, pues no confío en ese zafio atropellador, imperialista y socio especial del sanguinario genocida Benjamín Netanyahu, el Herodes de Gaza.

Lo cierto es que mientras financia, arma y protege políticamente a los genocidas sionistas de Israel, bombardea Irán, destroza el comercio mundial con su batería de aranceles, y amenaza a medio mundo porque simplemente le da la gana, le queda tiempo para volver a bloquear a Venezuela, como ya lo hizo durante su primer gobierno, inmediatamente después de reconocer al mayor payaso de la historia política venezolana, Juan Guaidó, a quien le dió por autojuramentarse en plaza pública como «presidente interino». Historia conocida. Por allá, en La Florida, anda dando lástima y forrado en billetes sucios.

Ahora, Marco Rubio y María Corina Machado hacen llave, en lo que llaman «máxima presión», como dice el psicópata senil. Si algo es criticable, es precisamente la deriva cipaya de quienes decidieron volcar la confianza popular recibida frente al desastre del gobierno de Maduro & Co., hacia el regazo de una potencia imperialista, invasora de países y exterminadora de pueblos, desde los indios norteamericanos hasta los vietnamitas, laosianos, camboyanos, iraquíes, libios, sudaneses y afganos, entre otros. Igual ha invadido en lo que considera su «patio trasero», a Dominicana, Granada, Panamá y Haití; como ha propiciado y protegido a los peores sanguinarios dictadores de América Latina y el Caribe, desde Centroamérica, Cuba y Dominicana hasta Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil.  

El régimen impuesto por Maduro & Co. es aborrecido por la inmensa mayoría del pueblo venezolano. Su gobierno carece de legitimidad, es corrupto, represivo e incompetente. Él está usurpando la Presidencia de la República sobre la base del monstruoso fraude electoral presidencial del 28 de julio de 2024. Por eso lo rechazamos junto al pueblo, y luchamos para que Maduro renuncie, salga en paz de Miraflores, y sea convocada nueva elección presidencial en un lapso no mayor de 30 días, como lo establece la Constitución. Claro: con un CNE confiable y digno que sustituya al actual; y un vicepresidente o vicepresidenta ad hoc que garantice la paz y el buen juicio para el éxito de tan importante expresión de soberanía popular.

Cero intervención militar extranjera y cero permanencia de Maduro en el cargo usurpado. Esa es la vía democrática establecida, pacífica y constitucional.

Maria Corina Machado tiene la alternativa de nacionalizar su política o sucumbir al chantaje ideológico macartista, que parece haberla atrapado. ¿Sin retorno? No sé, pero la ruta cipaya, no es la que quiere el pueblo de Bolívar. 

Es hora de un gran acuerdo político, ético e histórico a favor del empobrecido y traicionado pueblo venezolano, que facilite y haga posible la renuncia de Nicolás Maduro; y abra brecha para el difícil proceso de reconstrucción integral de Venezuela, que debe estar signado por la reconstruccion moral y ética de la función pública. Ese es el unico compromiso capaz de convocar la voluntad nacional a favor del cambio necesario, urgente, que reclama a gritos el pueblo llano. 

manuelisidro21@gmail.com

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