Manuel Isidro Molina
Yo no justifico ni acepto ninguna intervención militar o paramilitar extranjera en mi patria. Detesto a los militares corruptos y abusadores del poder, y también a los militares cipayos, traidores a la patria, sin duda alguna.
Jamás aplaudiré la reimplantación de la imperialista 'Doctrina Monroe', que pretende expandir el delincuente condenado por 35 delitos graves Donald Trump, un psicópata senil, atropellador y autócrata, que se cree dueño del mundo y capaz -en su ignorancia- de poner a sus pies a todo país, cercano o lejano. Su idiotez es infinita, pero peligrosa por razones obvias.
No es la primera vez que Venezuela se encuentra agredida y acosada por poderosas potencias extranjeras:
1. Durante la sangrienta guerra de independencia, nuestros libertadores terminaron derrotando a los ejércitos del imperio colonial español, y lo persiguieron con Bolívar y Sucre a la cabeza hasta batirlos en el Alto Perú, después República de Bolivia.
2. Desde los años 20 del siglo XIX, sucesivos gobiernos venezolanos enfrentaron al rapaz imperio colonial británico, que finalmente ocupó y nos robó el Territorio Esequibo que siempre reclamamos frente a la arrogancia de Londres, en cuyas andanzas arrebató las Islas Malvinas a la República Argentina, y desató las dos 'Guerras del Opio' contra China, entre muchísimas otras fechorías internacionales. Hoy seguimos unidos por la recuperación de nuestros derechos legítimos, querella heredada por los gobernantes de la República Cooperativa de Guyana, bajo el peso de los Acuerdos de Ginebra de 1962, firmados por el Reino de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y legitimado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
3. En 1902, nos tocó enfrentar el desafío imperialista europeo durante el bloqueo naval a nuestras costas y el acoso a La Guaira, el puerto de Caracas.
4. En el siglo XXI, durante sus dos gobiernos, el malandro Donald Trump ha querido tratar a la Venezuela de Simón Bolívar y las diversas generaciones de Libertadores, desde Francisco de Miranda hasta Antonio José de Sucre, como un pedazo del 'patio trasero' que para EEUU ha sido, pero dejó de ser, America Latina y el Caribe: «America para los americanos» (léase 'estadounidenses', 'gringos' o 'yankees'). Así fue en 2019, y lo repite en 2025.
Esa política injerencista, expansionista e imperialista es inaceptable; como totalmente inaceptable es que esa cadena de agresiones en contra de nuestra soberanía e independencia nacional, este siendo aupada y apoyada abiertamente por venezolanas y venezolanos entregados al cipayismo, afortunadamente una minoría desmemoriada y vendepatria.
Los problemas internos de Venezuela son de competencia exclusiva y excluyente del pueblo venezolano, sometido hoy a los efectos de las políticas de dos bandos irresponsables que se han batido sin medida, signados por la corrupción, el abuso de poder y la traición a nuestra patria.
Mil veces hemos denunciado y combatido el modo militarista, autoritario, abusivo, ladronazo e irresponsable, inmoral en toda regla, impuesto durante los gobiernos de Hugo Chavez Frías y Nicolás Maduro Moros. Un cuarto de siglo regresivo, en términos democráticos, institucionales, sociales y políticos.
Igualmente. reiteramos que Maduro y el PSUV se robaron la elección presidencial del 28 de julio de 2024; y por tanto, carecen de legitimidad y usurpan el poder sobre una alfombra de represión, tortura y muerte desde aquel mega fraude, pasando por su írrita juramentación del 10 de enero de 2025.
Desde el Movimiento Popular Alternativo (MPA), hemos planteado y reiterado la renuncia de Maduro como vía pacifica, democrática y constitucional para resolver el conflicto político interno que larva la vida venezolana, así el corrupto PSUV lo niegue cínica y pendencieramente, con base en el control represivo desplegado.
Esta firme posición nos dota de suficiente autoridad moral para oponernos también a la salida cipaya planteada por el bando contrario, totalmente entregado y dependiente de los gobernantes de Estados Unidos de América y sus poderes fácticos, en alianza con lo peor de las oligarquías latinoamericanas, inhumanas y explotadoras, sostenedoras de terribles dictaduras militares y otros gobiernos violadores de los derechos humanos.
Otra vez, Venezuela está entrampada. Nuestro traumático proceso político vuelve a estar encrespado sobre el ardiente silencio de los pobres, cada día más empobrecidos, sin capacidad de compra ni esperanza con salarios de hambre y el bolívar pulverizado a unos 150 por dólar, según el inepto Banco Central de Venezuela.
En esta crisis de empobrecimiento social, con un salario mínimo mensual de apenas 90 céntimos de dólar, inciden los fracasos de las políticas de estos dos bandos irresponsables que han traicionado al pueblo venezolano. El madurismo y el cipayismo son cara y cruz de la ruina de Venezuela, por lo que debemos superarlos con dignidad, responsabilidad histórica, valentía e inteligencia suficientes para salir juntos de esta tragedia histórica.
Con la misma fuerza y decisión de lucha, planteadas están la renuncia de Maduro y la defensa de nuestra soberanía e integridad territorial.
Maduro y el PSUV carecen de moral para gobernar a Venezuela; y los cipayos tampoco la tienen para justificar y promover una intervención armada extranjera, sea cual sea su naturaleza.
El futuro de Venezuela lo decidimos los venezolanos y venezolanas, en paz y en el marco de la Constitución, que no admite fraudes, corrupción, abuso de poder, irrespeto a los derechos humanos ni traiciones a la patria.
manuelisidro21@gmail.com
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