Manuel Isidro Molina
El mundo retorcido que sufrimos en Venezuela, trasciende el ámbito político del fraude permanente, el abuso de poder, la corrupción y la represión impuesta con manipulación absoluta del Sistema de Justicia.
El campo social de empobrecimiento y traición a las trabajadoras y trabajadores activos, jubilados y pensionados es otro territorio de injusticias y maltrato a la familia venezolana: de hecho, el último aumento del salario mínimo nacional fue el 15 de marzo de 2022, fijado en 130,00 bolívares mensuales, que para la época equivalían a 30,00 dólares estadounidenses, a razón de un (1) dólar diario, en el limite de la pobreza crítica establecido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
36 meses después, esos mismos 130 bolívares equivalen a 1,95 dólares mensuales, al cambio oficial del Banco Central de Venezuela (BCV) de 66,5576 bolivares por dólar.
En el lapso 2022/2025 que comentamos, el bolívar se ha devaluado unas 15 veces, de 4,34 bolívares por dólar a los 66,5576 de hoy. Ese tobogán devaluativo hizo que el salario mínimo nacional -congelado por el gobierno de Maduro durante estos tres años- cayera brutalmente de 30 a 1,95 dólares mensuales.
Para apreciar en su exacta magnitud la tragedia de empobrecimiento del pueblo venezolano, resaltamos que esos 1,95 dólares mensuales imponen un salario minimo diario de US$0,06: seis décimas de dólar por jornada de 7 horas trabajadas. ¡Esclavitud pura y cruda, brutal, inconstitucional, inhumana.
La politica neoliberal del PSUV
Esas seis décimas de dólar del salario mínimo es lo que reciben los pensionados del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS): como dicha pensión está atada al salario mínimo nacional, y el salario mínimo nacional está congelado en 130,00 bolívares mensuales desde el 15 de marzo de 2022, lo que reciben los pensionados en toda Venezuela es precisamente 1,95 dólares mensuales. Un crimen social profundo, que la sociedad venezolana rechaza, especialmente más de 5 millones de pensionados y jubilados, junto con los trabajadores activos y sus familiares. ¡Es un crimen de lesa humanidad!
En su curso de subsistencia crónica y simultáneo saqueo a la nación, el gobierno del PSUV escogió la ruta neoliberal impuesta con abuso de poder, censura mediática, represión cobijada por el podrido Sistema de Justicia y un magma de corrupción generalizada nunca visto en Venezuela.
Esa política depredadora, antidemocrática y anticonstitucional impuesta por Maduro y el PSUV, se distingue por el cinismo de sus promotores -enriquecidos asquerosamente junto con sus testaferros- que todavía hablan de 'pueblo', 'socialismo' y hasta de 'justicia social' ante un pueblo empobrecido y traicionado que los detesta.
El gobierno de Maduro nos ha robado el salario y las prestaciones sociales, el pago justo de horas extras y fines de semana y dias feriados trabajados. Igual nos roba el justo pago de vacaciones, aguinaldos y las alícuotas de cajas de ahorro.
Esta nefasta politica neoliberal viola la Constitución, articulo por artículo. La pisotea vulgarmente, en detrimento de la clase trabajadora:
- El 11 de octubre de 2018 el ministerio del Trabajo impuso el «Memorando 2792», que echó por tierra los derechos laborales de los empleados y obreros al servicio del Estado.
- Implementó inconsultamente la nefasta política de bonificación del salario, en acuerdo secreto con los empleadores privados, reduciendo el salario real a un porcentaje menor frente a los bonos asignados, no computables a efectos de los derechos socioeconómicos del trabajador asociados al salario.
No solo ha destruido el salario
Maduro y el PSUV no solo han destruido el salario. También han vulnerado la jornada máxima de 8 horas diarias, establecida en la Constitución. Hoy, en Venezuela, hombres y mujeres trabajan hasta 14 y 16 horas seguidas, diariamente, de lunes a sábado, por unos 30 dólares semanales. Así, Maduro y el PSUV -no importa la paja que hablen- nos han regresado al siglo XIX, justo cuando trabajadoras y trabajadores de Chicago se lanzaron a las calles por 8 horas de jornada laboral, el 1ro. de Mayo de 1886.
Esta calamidad sociolaboral hace parte de la tragedia histórica que sufrimos. El pueblo la sufre en sus casas, familiarmente, empobrecido y sin esperanza, sometido a un calvario de hambre, desnutrición, enfermedad y muertes prematuras, espuelado por un Sistema Público de Salud destartalado, saqueado y miserablemente corrompido.
Por eso, la protesta social se justifica, en tono de rebeldia cívica frente a tanta injusticia, abuso de poder, represión y corrupción.
manuelisidro21@gmail.com
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