Dicho esto, vamos a la nuez como a ustedes les gusta. La madre -o mejor dicho-, la inventora original del Wi-Fi, del GPS y el Bluetooth- fue Hedy Lamarr en 1944. Considerada desde niña como una superdotada, más tarde abandonó los estudios de ingeniería para incursionar en el arte dramático, su verdadera pasión.
Varias vidas en una
Después de varios papeles triunfó con "Éxtasis", una película del año 1933 muy escandalosa para la época por presentar el primer desnudo en el cine.
Antes de proseguir en la bio de esta fabulosa mujer, permítanme una disgresión muy maracayera. Es el caso que el general Gómez iba al Ateneo de Maracay a ver películas, con toda su familia, porque les encantaba el naciente arte. El proyeccionista no revisó la película antes de pasarla, y resulta que era... ¡Extasis! Así que cuando la señora Lamarr apareció como la trajo Dios al mundo, nadando feliz en un pozo, pues se armó un escándalo entre las señoras presentes (no sabemos qué dijeron los pícaros caballeros), y al proyeccionista le dieron sus cuerazos, y lo obligaron a que viera las películas antes de proyectarlas. Así nació la censura cinematográfica en Venezuela.
Volvamos al cuento: Fritz Mandl, un magnate de la industria armamentista amigo de Hitler, le pone el ojo y logra conquistarla. Transcurrido un tiempo y sometida al fastidio de una relación asfixiante y utilitaria, Lamarr demuestra su carácter: protagonizó una fuga digna de un guión de Hollywood y huye a EE.UU.; la que parecía una caída de la mata o ingenua demostró lo contrario: aprovechó las influencias y relaciones de su marido para llevarse importante información que mucho le sirvió a las tropas aliadas. A una dama así tan disruptiva es imposible despacharla de un tirón en una crónica básica y pirateada como la que tienen a su vista.
Lo cierto es que ya se ha instalado en Norteamérica y goza de innumerables amistades; inspirada en los teclados del piano de su amigo el pianista y compositor George Antheil, logra inventar el salto de frecuencia, base de la tecnología inalámbrica actual.
Genio, belleza y contradicciones
Hedy Llamarr era mucho más que un rostro hermoso con un coeficiente intelectual por encima del promedio. Durante la Segunda Guerra Mundial se consagró como una estrella de Hollywood; subió y bajó como la espuma: sus últimas tres décadas fueron un infierno.
La depresión, la anorexia y la ansiedad combinada con las anfetaminas la retiraron del cine. Fué detenida varias veces por cleptomanía. Siempre cargaba en la cartera dinero suficiente, pero disfrutaba cometer hurtos y de "echar el carro" en cafés y restaurantes. Nada nuevo en el mundo.
La vida de la pionera del Wifi estaba construida de esa variedad de mimbres.
Y pensar que en la Mostra de Venecia de 1934 provocó un gran escándalo. El Vaticano anatemizó la película y Benito Mussolini pidió verla. Ya Gómez la había visto...
Su nombre real era Hedwis Kiesler, venía de una acaudalada familia de Viena y de origen judío. En EE.UU se cambió de nombre.
Como todo debe ser dicho, el revolucionario sistema de codificación creado por ella fué rechazado por la Fuerza Armada de EE.UU, para luego aceptarlo y perfeccionarlo varias décadas después.
Dejó un récord sentimental de seis matrimonios y algunos escarceos; de Howard Hughes el empresario y piloto llegó a decir que le interesaba de él su afán innovador. Él a su vez llegó a decirle: eres una genio.
En 1942 registro la patente de su invento
Su nombre aparece en el Salón Nacional de los Innovadores para el Desarrollo de la Tecnología de salto Diferencial. Nunca recibió un centavo por su invento y pocos honores.
Murió mientras dormía sin el reconocimiento que merecía su gran talento y espíritu disruptivo. Los que la vieron comentaron que estaba sonriente. Seguramente recordando aquel episodio sublime que revolucionó el Cine: aparte del desnudo, también fue la primera mujer en fingir un orgasmo en escena cinematográfica.
Nos vemos por ahí...
Pedro Mosqueda
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