domingo, 29 de junio de 2025

DOMINGO KULTURAL / La quimera del oro


Cuando redacto está nota hay un calor sofocante, Madrid vive su verano como toda Europa; de manera que todo el mundo anda ligero de equipajes. Unas bermudas y una camisa manga corta es suficiente. Eso me gusta. 

Ahora mismo tenemos una agenda que me gusta más: Cine de verano. Los parques más famosos de Madrid se transforman en salas de Cine al aire libre, puedo ver la última versión de una de las películas más emblemáticas de Charles Chaplin, la recién restaurada "La quimera del oro". Es todo un homenaje porque cumple 100 años; se proyectó por primera vez en 1925. Pero gracias a un equipo multidisciplinario de técnicos este 26 de junio fue el reestreno global de ese clásico del cine mundial.

Chaplin nació en 1889, de manera que tenía 36 años cuando proyectó esa película, la que él más amaba. Era ya un hombre maduro y un profesional consagrado. Pero no tan maduro como cuando escribió produjo y dirigió otra: Candilejas, que fue hecha 27 años después, en homenaje a un joven y apasionado amor.

"Tú llegaste a mí cuando me voy / Eres luz de abril yo tarde gris / Eres juventud, amor, calor, fulgor de Sol. Trajiste a mí tu juventud cuando me voy..."

La hermosa canción es original de Charlie. Pero ese es otro tema, para otro Domingo Kultural.

La quimera del oro, la de hoy, simboliza la tenacidad del ser humano ante la adversidad y su seguridad incierta de mejorar su situación.

Veo al solitario vagabundo Charlot que desfila por el hielo de Alaska a finales del siglo XIX buscando una mina de oro. Ahora pongo a volar la imaginación y pienso, coño es igualito parecido a los millones de compatriotas que deambulan por el mundo en busca de un mejor porvenir.

La película dentro de lo tragicómico tiene sus escenas memorables, que me ocasionaron risas y mucha reflexión. Como cuando su compañero, en medio de las alucinaciones del hambre, ve a Chaplin como un enorme pollo, y corre tras él para destazarlo, o la maravillosa escena de la comida, cuando baila con los panecitos, o cuando se come las suelas de sus zapatos, y luego chupa las trenzas como si fueran espaguettis; los trucos para hacer viable la escena son geniales.

Las inclemencias del tiempo, la soledad, el hambre, un frío polar, y los sustos, son compensados con un flechazo de Amor; Georgia, una dama bella y disruptiva que no era de su target, pero la hace reír, emocionar con sus ocurrencias sencillas y al mismo tiempo extraordinarias y conmovedoras. El Chaplin de siempre: caótico y con sus finales optimistas y poéticos.

Mis hijos preguntan cuál de las tres versiones de La quimera me gustan más. Todas -les digo- aunque la original de 1925 y sobre todo la de 1942 intervenida y narrada por el propio Chaplin creo que el público la agradece más. Vamos a esperar las críticas a la versión nueva de 2025 que acabamos de ver.

Les digo también que muchas películas le han rendido homenaje a esa o inspirado en su estilo; aprovecho que tengo tres tintos de verano entre pecho y espalda y me voy de tesis: por ejemplo, El Renacido, que comparte el tema del hombre enfrentado a la naturaleza. Otra es "El oso" de Jean Jacques Annaud, que va de pura supervivencia, y creo que también varias de Pixar como Wall-E u UP han citado a Chaplin como referencia directa.

El baile de los panecillos que mencioné antes lo han parodiado en múltiples ocasiones, por ejemplo en Los Simpsons, y Jhony Deep lo recreó en Benny & Joon.

La escena del zapato o bota hirviendo en una olla -que también mencionamos- es viral y hasta algunas cuñas se han inspirado en esa maravillosa secuencia.

No sé porqué, pero también asocio La quimera con otra película llamada El salario del miedo (1953) que protagonizó Yves Montand. Aunque distintas en tono y estilo, hay similitudes estructurales.

Cruzan caminos imposibles y la protagonizan hombres al límite que luchan por una oportunidad económica.

Pido otro tinto de verano y mis hijos empiezan a preocuparse. Nada nuevo hijos, ¿ven alguna diferencia con la pesadilla vivida en la Selva del Darién?.

Listo, nos vamos, me dicen.

Chaplin es una figura clave en la historia del cine, Churchill lo respetaba y admiraba. Por allí hay unas cuantas cartas y encuentros; con quien también cultivó una buena amistad y respeto fue con don Mario Moreno "Cantinflas", nuestro Chaplin tropical.

Fue escéptico frente a la llegada del cine sonoro, consideraba que el.lenguaje universal del cine mudo era más poderoso emocionalmente y no necesitaba palabras.

"Las palabras son baratas. El gran arte del cine está en sus gestos y movimientos". Por eso respondió inmediatamente con Luces de la Ciudad (1931) y Tiempos modernos (1936), agregando sólo música y efectos.

Una de mis hijas me preguntó cuál fue la primera película sonora...y me raspó. Es muy fácil, les tengo un comodín: Chat GTP, la IA me dice que es de THE JAZZ SINGER (El Cantante de Jazz) (1927).

Chaplin fue clave en la construcción del mito de Hollywood, aunque más tarde rompió con su sistema.

En 1952 el gobierno estadounidense le prohibió la entrada en EE.UU, fue acusado de colaborar con el comunismo; era la época del macartismo. Cada cierto tiempo la potencia imperial se vuelve loca, afortunadamente se le pasa poco a poco.

En 1972 la Academia de Hollywood lo invita formalmente a recibir un Óscar Honorífico. Lo cual aceptó. En ese viaje a Hollywood, se encontró con alguien a quien adoraba: Jackie Coogan, sí el Tío Lucas de la familia Adams, quien interpretó al niño que lo acompañaba rompiendo cristales en la maravillosa "The Kid" (El Chico.)

Ya para finalizar, les cuento, la película CHAPLIN (1992) me hizo soltar lágrimas, sobre todo ese final. Un Charles Chaplin, ya anciano, entra sentado en una silla de ruedas y todo Hollywood se rinde al artista, 20 minutos de pie aplaudiendo... y un mensaje final imaginado en el guión: "Veras, soy lo que llamas una reliquia. Pero he sobrevivido. Y aún creo en la risa". Un cierre poético bien merecido.

Chaplin quiso ser recordado por La quimera del oro y hoy le complacemos.

Nos vemos por ahí...

Pedro Mosqueda

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