Manuel Isidro Molina
Mientras en Estados Unidos de América crecen las protestas frente a la persecución agresiva y desconsiderada desatada por Donald Trump y su gobierno contra los migrantes latinoamericanos en proceso de obtención de protección, residencia, asilo o permiso de trabajo; y en Medio Oriente desató una nueva guerra por la agresión del sionismo israelí contra Irán -donde EEUU está metido política y militarmente-; en Venezuela continuamos sumergidos en la tragedia histórica que asombra al mundo por sus asquerosos niveles de corrupción y saqueo de la riqueza pública, con el terrible efecto de empobrecimiento social, vulneración de los derechos laborales y abuso de poder bajo un sistema represivo que mantiene encarcelados a más de 900 venezolanos y venezolanas por luchar contra un régimen obsesivo que ha implantado un apartheid político descaradamente articulado por los altos cargos de los Poderes Públicos.
Por si no lo han notado, en nuestro país cursa un proceso electoral municipal amañado, compulsivo y corrupto, que a muy pocos entusiasma. Sí, el régimen encabezado por Nicolás Maduro, Cilia Flores, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez y Diosdado Cabello, con la venia del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, y la complicidad de los rectores y rectoras del Consejo Nacional Electoral (CNE), impuso arteramente una simulación electoral pautada para el domingo 27 de julio próximo, precisamente un día antes de cumplirse un año del mega fraude electoral del 28 de julio de 2024. Será el tercer fraude en línea, incluyendo al precedente proceso del 25 de mayo, de dizque elección de diputados a la Asamblea Nacional; y gobernadores y legisladores estadales, cuyos periodos iniciaban a fin de año, pero -como hacen lo que les da la gana, sin rubor- ya los juramentaron violando el período constitucional de cuatro años del ejercicio estadal. Les sabe a bledo, en esa orgía de abuso de poder que han entronizado: de vaina respetaron el lapso de la Asamblea Nacional, que inicia el 5 de enero del primer año del quinquenio legislativo, según la Constitución.
Estos zafios se creen sin límites, pisotean la Constitución y pendencieramente aplican el garrote represivo: el de los encarcelamientos arbitrarios, la siembra de delitos, las desapariciones forzosas, las torturas físicas y psicológicas a los privados de libertad injustamente por motivos políticos y tambien por luchar en defensa de los derechos laborales, sociales y políticos; humillan y maltratan a sus familiares; y mantienen sometidos a encausamiento judicial a entre 9.000 y 17.000 excarcelados bajo medidas cautelares, según cifras del Foro Penal de Venezuela o de PROVEA, respectivamente.
Estamos hablando de unas 18.000 familias aterrorizada hoy, en Venezuela, por el sistema represivo y de persecución política y social, que además cuenta con un entorno permanente de amenazas, chantajes insolentes en contra de la dignidad humana en barriadas populares y espacios laborales del Estado venezolano, donde el sectarismo y la exclusión por motivos políticos se ha hecho asfixiante, violentando los derechos constitucionales.
Asi es el régimen que el usurpador encabeza; el que ha fraguado durante cinco lustros, el «Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)», minoritario y canalla por tramposo, corrupto y abusador del poder, además de descarado y pendenciero. Rodeados de satélites políticos, altos cargos venales y pudrimillonarios testaferros, las mafias del poder se sienten invulnerables, simple afan típico de la sobre confianza de los delincuentes. Desconocen lo efímero del poder, y lo sueñan eterno. Es su problema, cada día más enredados por sus delitos de violación de derechos humanos, apartheid político y corrupción para el enriquecimiento ilicito, siempre asociado al abuso de poder.
En este clima perverso y profundamente antidemocrático, es ridículo participar en la simulación electoral arbitrariamente adelantada para el 27 de julio próximo. Quienes participan como aspirantes a ser elegidos o electores, saben a lo que van: una farsa completa y absoluta, sin órgano rector confiable (todo lo contrario: el actual es el más degenerado y servil que hayamos tenido desde 1958 hasta hoy); sin derecho libre a la participación bajo el excluyente y vulgar apartheid político referido; y sin la más minima equidad. Estamos ante una monstruosa simulación electoral.
Claro, los inscritos por el PSUV y sus satélites del Polo Patriótico saben que «ganarán», van más seguros que los apostadores mafiosos de la hípica, que 'aguantan' caballos y sobornan entrenadores y jinetes. Igual ocurrió el 25 de mayo pasado. Por eso se proclaman «¡imperdibles!», sin vergüenza ni apariencias: ¡van por todo!
Lo que no tendrán es el apoyo mayoritario de los venezolanos y venezolanas: ¡están fritos! Carecen se base social democrática y cada dia que pase serán más detestados por el pueblo, hasta que ciertas cúpulas de poder se den cuenta de que solo la renuncia de Maduro abrirá cauces constitucionales para que reine y se exprese libremente la soberanía popular. Es cuestión de tiempo, sin cuentas chimbas ni cuentos.
manuelisidro21@gmail.com
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