Prof. Héctor Mujica. |
Por Orlando Oberto Urbina
Fotos: cortesía de Michel Mujica.
A Marina Barreto Miliani y sus hijos, a Michel Mujica,
A Ángel Ciro Guerrero, Alfredo Aguilar y Gonzalo Fragui,
amigos del compartir de Héctor Mujica.
Este maestro de palabra densa, periodista, político, profesor universitario y escritor, fundador de la escuela de periodismo -que luego se convirtió en Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV)- conserva en el tiempo una mirada reflexiva, angustiosa, de profunda creencia en el hombre mismo. Había crecido en el combate inteligente de las ideas en la disciplina y en la disipación de lo obtenido y lo no logrado. Ése era Héctor Mujica, a quien conocimos con la humildad de ser un político honesto con su quehacer periodístico, pues llevaba a flor de piel la querencia de ser un Caroreño de grandes sentimientos, que le daba la razón al oponente si la tenía.
Con Gustavo Machado, lider fundador del Partido Comunista de Venezuela (PCV). |
Daniel Santos, "el inquieto anacobero". |
En palabras de Michel, “Daniel Santos era un antimperialista puertorriqueño de profundo sentimiento, convicto y confeso e independentista con una vida muy dada al peligro. Creo que Dios lo protegió, no es verdad que se hayan tomado una caja de whisky con Daniel Santos; fue un momento determinado en una noche, no se lo creía ni él mismo. Mi padre Héctor tomaba whisky, y Daniel también tomaba whisky como una esponja, y salía tan bien que no le daba resaca ni ratón. No, qué va, una caja de whisky en una noche son palabras mayores y creo que eso no haya sido así”.
“Somos dos hermanos del primer matrimonio. María Fernanda nació en Caracas, y yo nací en Francia. Luego, Héctor Mujica tuvo dos hijas de su segundo matrimonio: Claudia y Andreina. Son cuatro los hijos de Héctor Mujica. Contrajo nupcias con una excelente y valiente mujer que lo acompañó en momentos difíciles hasta sus últimos días de su vida: Marina Barreto Miliani, quien además tuvo la compañía de los hijos de Marina [anteriores a Héctor], Pablo Graterol y Ernesto Granda. Eso es lo que puedo decirte”.
Volviendo a la entrevistas con el inquieto Anacobero, con Daniel Santos se realizaron varias secciones de entrevistas y conversaciones que realizó en la biblioteca de su casa de los Palos Grandes en Caracas. En esa casa tenía una hermosa biblioteca en la parte de debajo de la casa, con baño, cocina y un pequeño estar donde recibía a sus amigos, a sus grandes amistades como Jesús Sanoja Hernández, Federico Álvarez, Rafael Caligua. “Todo aquel que lo deseaba visitar era bienvenido. Mi padre era un gran conversador y un seductor con la palabra”. Entre las obras de Héctor Mujica que más ha cautivado a Michel se encuentran “Las tres ventanas”; y nos indica que ese libro de cuentos le impacta aún porque su padre era un gran cuentista, y ésa era su gran pasión, ante todas las cosas: “Él hubiese deseado ocuparse más a la escritura de ficción”.
“Entre los relatos de mi papá, me gustan mucho ‘Las Tres Ventanas’, y su primer relato creo que fue ‘El Pez Dormido’, y los relatos sobre la lucha armada. En ese libro hay dos relatos que son los tres testimonios. También me impresiona ‘El lado cruzado de la tiza blanca’, me gusta por el manejo de los personajes, y esa capacidad de revivir los sentimientos y los pareceres, las dudas de muchos de sus personajes; y sobre todo, la descripción que hace de Carora en ‘Las Tres Ventanas’. En los relatos de ‘El Pez Dormido’ se nota también la influencia de figuras como su mamá, y también de esa gran generación de escritores que era el grupo Contrapunto, que tuvo entre ellos a Antonio Márquez Salas, a Andrés Mariño Palacios -quien se suicidó, y que era un gran escritor cuentista-. Mi papá manejó maravillosamente el relato corto, el cuento”.
Quienes lo apreciaban en la escuela de Periodismo de la UCV lo llamaban maestro. A Héctor Mujica le apaciguaba el carácter los buenos argumentos de un caroreño como nuestro colega periodista y poeta Luis Alberto Crespo. Héctor: un hombre que se destacó en el periodismo, en la literatura y en la política decente, honrada y que nos dejaba enseñanzas; en sus palabras guardaba grandiosidades. Con ese vozarrón se hacía sentir en lo profundo de su sinceridad, y llegaban hasta el más humilde de los pobladores de este país por el cual siempre luchó para que vivieran mejor.
Este camarada de verdad, no de clichés, era respetado por sus adversarios que lo consideraron un maestro. Germán Briceño Ferrigni manifestó una vez cuando fue diputado del Congreso Nacional, que escuchó a Héctor pronunciar un discurso y desde allí le dijo: “pensamos lo mismo desde diferentes visiones políticas”, y desde ese momento se hizo amigo de Héctor Mujica, así como Fucho Tovar, que además lo había nombrado director de Cultura en la gobernación de Nueva Esparta, pero su salud no le permitió seguir allá y se trasladó a Mérida, donde fallece el 14 de febrero de 2002.
En cuanto a la mitología musical del Caribe, fue amigo de aquel legendario cantante Daniel Santos, el inquieto Anacobero, quien dejó su marca en la rumba caribeña, porque su estilo único de duende boricua fue una expresión del bolero y la guaracha que dejaban su sabor en el repertorio musical latinoamericano. Héctor Mujica, a través del Anacobero, va saboreando en sorbos la bohemia de la noche, donde se olvida el recuerdo que retumba en aquellas canciones como “Virgen de medianoche”, o “Perdón”.
Con esas melodías, las canciones le devuelven la vida al amor, para que no comience la semana en letra muerta, sino en palabra viva, como ese libro de importante historia y vitalidad que Daniel Santos quiso titular “Mi Vida”. Héctor le hizo saber que así se llamaban las autobiografías de algunos grandes malogrados de la historia como León Trotski, o Isadora Duncan.
Esa era la vida y obra del cantante que escogió a Héctor entre tantos periodistas; al más brillante e intelectual de ellos, como al maestro y amigo de tabernas y de copas; al poeta, filósofo y periodista Héctor Mujica, porque él sabía de amaneceres, de rincones de rockolas, de despecho, de mujeres y de amores. Daniel Santos dejó para el mundo esa voz que florecía con la Sonora Matancera. Sus canciones también tenían el sentimiento de un Puerto Rico libre e independiente. En su libro había entonces una afirmación para esa tierra del Caribe, sobre aquel hombre que estuvo en el servicio militar en plena Segunda Guerra Mundial, con ese tema “Despedida”. Tales eran las confesiones de Daniel Santos a Héctor Mujica.
Mujica era un hombre de tierra y montaña de plaza pública, y nunca se olvidó de su trabajo de campesino y de citadino. Héctor era ese larense o guaro, hombre de carácter recio y de corazón blando ante las injusticias que enfrentó durante la dictadura del general Marcos Evangelista Pérez Jiménez, por la cual vivió encarcelamientos, persecuciones y exilios. Pastor Oropeza, su padre, le ayudó a salir de la cárcel y lo envió fuera del país.
En Héctor Mujica hay una representación de los intelectuales más importantes del siglo XX, y del marxismo. Tenía una postura crítica ante la historia, la religión, y los medios de comunicación social, en lo que respecta a su tesis sobre el desarrollo y progreso, y su postura antimperialista. Era estudioso de la teoría socialista como instrumento de interpretación y transformación de la realidad. Este hombre pertenecía a una generación de intelectuales venezolanos que asumieron el marxismo como método para estudiar la realidad venezolana y latinoamericana.
Héctor Mujica nació durante la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935), y esto lo llevó desde muy joven a luchar por los derechos sociales de los más desposeídos. En 1944 ingresó a la organización política Unión Popular Venezolana, agrupamiento legal del Partido Comunista de Venezuela (PCV). En esa misma época marcó sus primeros pasos en el periodismo de opinión, la cual ejerció profesionalmente desarrollando una intensa y apasionada labor. Su primer artículo fue documentado el 3 de septiembre de 1944, en El Nacional. Después, colaboró frecuentemente con Fantoches, ¡Aquí Está!, El Heraldo, El País y otros periódicos más.
Se inscribió en 1945 en la UCV para estudiar Economía, en la cual aprobó un año, y se cambió para estudiar Filosofía. En 1951 se tituló en Filosofía y Letras. Obtuvo una beca del Centro Cultural Venezolano Francés para estudiar en París, y en la capital francesa recibe el certificado de Estudios Superiores en Psicología y Psicopatología realizado en la Universidad de Paris. En 1948 y 1949 trabajó en el Hospital Santa Ana. Fue además integrante del grupo literario Contrapunto, conformado por destacados escritores y liderado por Andrés Mariño Palacios; agrupación que irrumpió en 1946 con el propósito de estudiar las nuevas formas del arte contemporáneo y sus vinculaciones literarias con el existencialismo y el psicoanálisis.
Aparece su primera publicación en la revista Contrapunto en mayo de 1948, de la cual era subdirector. Su labor de narrador se dio a conocer a partir de 1947, cuando se publicó el libro de cuentos “El pez dormido”, que le causó el enfrentamiento clandestino contra el dictador Marcos Pérez Jiménez, y su militancia comunista lo llevó a la prisión en varias ocasiones. Fue torturado en la dictadura militar en la cárcel modelo de Caracas en 1955; logró salir al exilio a Chile, gracias a la intervención de su padre el Dr. Pastor Oropeza. Se graduó de Periodista en la Universidad de Chile, y colaboró en el diario El Siglo, -vocero de los comunistas chilenos- donde escribió por más de tres años la columna semanal “Los Hombres y las Cosas”, la cual firmó con el seudónimo de Joaquín Jiménez. Igualmente, cubría las noticias de Última Hora, y escribía en la Gaceta de Chile, dirigida por Pablo Neruda. Testimonio de este destierro son las crónicas publicadas en Chile y Venezuela.
A su regreso al país en 1958, se incorporó a la docencia en la Universidad Central de Venezuela (UCV), en la cátedra de periodismo informativo y de opinión. Asumió la dirección de la escuela, cargo que va a ocupar hasta 1964, cuando se publicó el Boletín Universitario de la UCV, donde escribió la entrevista hecha al Che Guevara, una vez que triunfó la Revolución Cubana. Héctor contribuyó a la creación de la colección de cuadernos y el empeño puesto para que se fundara la imprenta universitaria.
En la política, Héctor Mujica fue electo diputado del congreso nacional como suplente del Distrito Federal por el PCV (1959-1964), y a pesar de su condición de parlamentario fue hecho preso en 1962, a raíz del allanamiento de la inmunidad a los representantes de la izquierda. Fue diputado principal por el estado Lara por Unión para Avanzar (UPA) de 1969 a 1974. Regresó a Europa en 1964 para trabajar en sus proyectos sobre técnicas de la información y comunicación social; en Roma dictó cursos en la escuela de técnicas de la información durante el año lectivo 1965-1966.
Asumió la Presidencia de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), seccional del Distrito Federal para el periodo de 1967 a 1968. Recibe nuevamente en la UCV la dirección de la escuela de periodismo de 1969 a 1970 y con la creación del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), del cual es uno de sus fundadores. Se llamó a elecciones para elegir su directiva, y Héctor Mujica ganó este primer proceso para el periodo 1976-1978. Este triunfo se lo atribuyó en ese momento a su condición humana aglutinante, unitaria y respetuosa de las ideas de los demás.
Héctor Mujica, ya en 1978, se hizo candidato presidencial por el PCV, lo cual señalaba que era una importante experiencia que llegó a calificar como parte de una pedagogía política, al poder llevar los planteamientos de su partido por todo el país.
Siempre contó con grandes amigos dentro y fuera del país. En la escritura se contaban Pablo Neruda, Nicolás Guillen, Alejo Carpentier, Juan Marinello, Luis Aragón, Luis Cardoza, Charles Chaplin, Pablo Picasso, Paul Éluard, André Breton, Enrique Bernardo Núñez, Miguel Otero Silva, Alejo Carpentier, Gabriel Garcia Márquez, Augusto Roa Bastos y Mario Vargas Llosa entre otros más. Héctor fue académico, ensayista, cuentista, periodista, militante político del comunismo venezolano, y se dedicó a recrear la historia patria intentando reivindicar el papel del pueblo en la lucha por alcanzar la instauración de una verdadera democracia.
Entre sus escritos se destacan: “El Pez dormido”, “Las tres ventanas” “Cuentos de todos los diablos”, “La noche de los Ayamanes”, “Chile desde adentro y Venezuela desde afuera”, “La historia de una silla (Antonio Leocadio Guzmán)”, “El imperio de la noticia”, “Los tres testimonios y otros cuentos”, “Sociología de la Comunicación”, “El Aroma de la Muerte (cuentos parameros)”, entre otros.
Siempre nos dio consejos, y hoy reflexiono sobre esas tertulias que uno escuchaba atentamente y que no podían interrumpirse, pero lo más recordado fue que su amigo Daniel Santos, lo escogió entre tantos periodistas para que le hiciera esa autobiografía o que se intitulo: “Confesiones de Daniel Santos A Héctor Mujica”, hace unos 42 años de haberse publicado ese trabajo sobre el cantante reconocido a escala internacional como El Inquieto Anacobero.
En una ocasión, llegamos a hablarle a Héctor de aquella entrevista delante de los colegas Alfredo Aguilar y Francisco Valles, cuando se le fue a llevar unos medicamentos en la Pedregosa, y nos dijo que todavía no había recuperado la caja de whisky que se había bebido esa noche con Daniel Santos.
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