El gobierno merece todas las críticas por sus fracasos, abusos y pillerías. Las he levantado con fuerza durante 18 años, desde 2000, sin tregua y a riesgo.
Igual he denunciado las tropelías de violencia y corrupción de unos opositores irresponsables que ahora decidieron actuar abiertamente como títeres de EEUU y del uribismo colombiano:
ese no es el camino, al menos para luchadores de toda la vida, como nosotros.
Siempre chantajean, de uno y otro bando: a los dos he enfrentado y a ambos enfrentaré porque son corresponsables de esta tragedia histórica.
No es la primera vez que amigos me reclaman. Y seguramente, tienen sus razones. Yo tengo las mías. Las he tenido desde que enfrenté al autoritarismo de Chávez y la inmunda corrupción de su gobierno, temprano desde 1999 mismo, lo que me llevó a retirarme del Polo Patriótico en agosto del 2000.
Sin embargo, nunca me han visto en el crónico bando del golpismo dominado por las fuerzas nacionales y extranjeras del neoliberalismo y el pro imperialismo, que desde 2002 no ha dejado de embestir en forma de golpe de estado, paro petrolero-empresarial, guarimbas de todo tipo y ahora con el peor esquema vendepatria de la invasión "humanitaria" y el cerco extorsivo económico, financiero y petrolero orquestado, ordenado e impuesto por Trump, el jefe de la patota, que amenaza a nuestra patria con un holocausto como ya las tropas genocidas de EEUU lo han hecho en Vietnam, República Dominicana, Grenada, Panamá, Irak, Libia, Siria y Afganistán.
Sus gobiernos han ensayado golpes incruentos como en Paraguay, Honduras y Brasil, recientemente; o espantosamente brutales y genocidas como en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, y han sostenido dictaduras como las de Batista en Cuba, y Strossner en Paraguay.
La brutal historia genocida de EEUU es mucho más larga y sanguinaria, simplemente pasmosa como en Japón con los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, precedidos de bombardeos espantosos sobre decenas de ciudades japonesas calcinadas con ataques saturantes sobre poblaciones civiles inermes. Eso es EEUU en su "otra cara", la que no ven los gozosos amantes de la "american way of life":
¡Te sometes o te calcino!
Guaidó no es más que un títere de Trump, y un Cámpora de Leopoldo López. Vive una fantasía de poder, que le puede salir demasiado perniciosa a la República y a nuestro pueblo, víctima de la irracional confrontación chavismo-antichavismo.
Por eso estoy del lado de la paz, contra la invasión colombo-gringa, el guión del Comando Sur de EEUU (descaradamente público y prepotente). Por lo mismo, estoy en contra de sus agentes títeres como Borges, Guaidó, Machado, Arria y Ledezma, que sueñan asir el poder engañando a un pueblo también maltratado por los fracasos, los abusos y las pillerías del gobierno Chavez-Maduro, que en la etapa actual "está muerto históricamente", como he dicho tantas veces desde hace más de un año.
No me inviten a enfrentar las torceduras y perjuicios del gobierno Chavez-Maduro, porque todo ello lo he enfrentado pacientemente desde 2000, sin caer en las tentaciones del neoliberalismo pro imperialista.
Hoy sostengo una posición de fondo y bien sustentada con una trayectoria a la luz del sol, por encima de incomprensiones, menosprecios y canalladas. Siempre he respondido: "Cada ladrón juzga por su condición".
Claro que no es fácil. No ha sido fácil, y tampoco lo será. Pero lo único justo, necesario y posible es persistir para superar esta tragedia histórica, sobre el desgaste simultáneo de ambos bandos fracasados y corresponsables del sufrimiento de nuestro pueblo y del desastre que vive nuestra patria, Venezuela, el país más saqueado y descapitalizado del mundo.
Manuel Isidro Molina
11.02.2019
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