Es fácil comprender la estrategia del régimen autoritario, represivo y fraudulento impuesto en Venezuela por el PSUV, sus satélites y testaferros. No hay misterio: están huyendo despavoridos hacia adelante, espantados por el pueblo que no los quiere, desconfía de todos ellos y les hace el profundo vacío en toda la geografía patria y por el mundo, donde quiera se encuentre un compatriota de los más de 7 millones de emigrados por el desaliento, la pobreza, el desprecio y el acoso propios del sectarismo «rojo rojito» de la era Chávez/Maduro.
La obstinación popular existe; si no unánime, sí muy superior al 80% (realmente más del 90%, si se le resta la coacción intimidatoria).
El llamado «madurismo» que controla el poder hoy, es una minoría exigua que no llega al 8% de respaldo público, aunque se aferra al eco de lo que fue el «chavismo» en tiempo de ingenua algarabía, mientras los círculos venales de la nueva burocracia se enriquecían hasta el asco: pobres de solemnidad asociados con ricachones vagabundos de siempre y aprovechadores corruptos de toda laya, ahora están convertidos en 'magnates' pudrimillonarios semi-clandestinos, reducidos a sus aposentos y otros recovecos de la riqueza mal habida.
Entre ellas y ellos se muestran los botines arrebatados al pueblo mediante desfalcos sin solución de continuidad durante más de un cuarto de siglo, contado a partir de 1999, cuando inició esta fantasmal traición a nuestro pueblo y a la patria, en fraude a la Constitución y las leyes, bajo sórdido abuso de poder y delincuencia organizada para el enriquecimiento ilícito impune.
Quieren borrar de la mente colectiva venezolana, el robo descarado de la elección presidencial del 28 de julio de 2024, cuando Nicolás Maduro Moros recibió una verdadera paliza popular, voto castigo que no pertenece a nadie en particular ni a alguna corriente política o ideológica. El #28Jul fue un deliberado ejercicio de soberanía popular contra el mal gobierno, el sectarismo, el abuso represivo del poder y la depredación de la Patria.
De nada les sirvió el apartheid político impuesto mediante confabulación de Poderes Públicos, en una vasta e inédita conspiración para delinquir en contra de la Constitución, las leyes y la soberania popular expresada en la votación presidencial pasada.
Se robaron todo. Fue una conspiración brutal y desvergonzada, orquestada desde el PSUV y otros círculos de poder civil y militar, involucrando directamente -por cobardía cómplice- a los altos representantes del Poder Electoral, el Poder Judicial y el Poder Ciudadano, desde donde los titulares del Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo esquivaron sus mandatos constitucionales y se plegaron al fraude.
Luego, vino la descarga represiva: casi una veintena de compatriotas asesinados, más de 2.200 encarcelados en 48 horas, del 28 al 30 de julio de 2024, y el despreciable insulto a su dignidad en boca de Maduro, quien irresponsablemente los llamó «terroristas» y ordenó desgañitado meterlos «¡a Tocorón!», simbolo de las inmundas y corrompidas cárceles venezolanas dominadas por bandas criminales cobijadas por codiciosos corruptos civiles y militares.
Esa represión ha sido atroz, brutal, para intimidar a los luchadores políticos, laborales y sociales, junto a decenas de miles de sus familiares sometidos también a la amenaza, la humillación y hasta el chantaje de los corruptos incrustados en cada escalón del pervertido Sistema de Justicia, totalmente plegado al esquema represivo desatado por el PSUV.
Han logrado amedrentar a la sociedad venezolana y sembrar el miedo, que en muchos cobardes supera el razonable temor ante la ola de secuestros, desapariciones forzosas y vulgares violaciones al debido proceso judicial, comenzando por la negación de defensa particular y lapsos procesales regulares.
Este asqueroso régimen represivo, muy alevoso y pendenciero, no ha mermado la repulsa popular, el desapego social a la hipocresía y el descaro de los responsables del rumbo dictatorial impuesto abiertamente, a partir del 28 de julio de 2024.
La juramentación írrita del 10 de enero de 2025, no ha hecho más que aumentar el desprestigio de los usurpadores del poder. Muestra de ello fue la menguada simulación electoral del pasado 25 de mayo, suficientemente conocida. La técnica -si se la puede llamar así- del fraude fue burda, propia de los jerarcas del actual Consejo Nacional Electoral, un ente subalterno del PSUV, sin vergüenza ni gracia: se han ganado todo el desprecio público; no les creen ni los mismo «maduristas», que saben del cohecho fraguado sin inteligencia ni modo.
Ahora vienen con otro fraude, el tercero en línea: la simulación electoral convocada para dizque "elegir' alcaldes y concejales, el 27 de julio próximo. Van a otra 'fiesta' de indignidad y fraude a la soberanía popular. La masiva ausencia de electores y electoras será tan notoria como la del 25 de mayo. Los convocantes serán los mismos, sin auctóritas ni respeto alguno por parte de las comunidades locales. La dizque 'campaña' será más triste e insípida que la inmediatamente anterior.
El PSUV 'ganará' todas las alcaldías y concejalías que quiera, y -¡claro!- repartirá los mendrugos de costumbres a sus satélites y cómplices, como acaba de ocurrir el 25 de mayo, simulación electoral de la cual salieron 'elegidos' y 'elegidas' que no levantan ánimo ni para un suspiro.
Está comprobado, se siente, y el régimen represivo y corrupto lo sabe: la inmensa mayoría del pueblo venezolano -el radicado aquí, y el que vigila esparcido por el mundo- lo detesta, quiere qué se vaya, que entregue Miraflores a la soberanía popular, como manda la Constitución. No tiene escapatoria, a pesar de lo que hagan y fanfarroneen. La renuncia de Maduro es una via inmediata y constitucional, para salir del atolladero político nacional y así come zar en paz a superar esta tragedia histórica que nos asfixia h empobrece, cada día más.
Los sectores sensatos y probos que todavía le dan soporte al gobernante usurpador, deben reflexionar, desde los mandos militares hasta los dirigentes políticos, lideres sociales y altos y medios responsables de los entes públicos nacionales. regionales y municipales. La renuncia presidencial esta prevista en el artículo 233 constitucional (CRBV), genera falta absoluta y obliga a una nueva elección presidencial en 30 días, con las garantías debidas, otro Consejoy Nacional Electoral y el venezolano(a) intachable y confiable en la Vicepresidencia Ejecutiva de la República, que conduzca al Gobierno hasta la elección y juramentación del próximo(a) Presidente(a) de la República.
Sin duda, estamos en movimiento, la inmensa mayoría de venezolanas y venezolanos sabrá abrirse camino y triunfar democráticamente y en paz, para iniciar la reconstruccion integral de nuestra traicionada y saqueada Patria, sin interferencias o dictados extranjeros.
manuelisidro21@gmail.com
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