martes, 9 de julio de 2024

El periodista se debe a la verdad (A propósito del cerco informativo en Cumanacoa)

Jesús Alberto Castillo,
CNP Sucre.

Jesús Alberto Castillo
(*)

Lo que diferencia al periodista con alguien que intente informar de un hecho es que asume la verdad como principio y se hace responsable por lo que pública o divulga en cualquier medio de comunicación, sea éste audiovisual o digital (ya el impreso no es de uso frecuente en este campo). Esos dos elementos, verdad y responsabilidad, encierran el relevante papel del periodista frente a una sociedad cada vez más diversa y exigente.

La verdad periodística responde a un abordaje serio de las variables que inciden en el hecho informativo (causas y efectos), mediante el espíritu investigativo y capacidad interpretativa del profesional de la noticia. Implica intuición, riesgo, habilidad, consulta a las fuentes creíbles y discernimiento para realizar un tratamiento informativo de manera transparente, apegado a lo que realmente ocurre, sin ocultar ningún detalle por muy insignificante que parezca. El periodista es un investigador social, un intelectual, para develar los aspectos clave del hecho noticioso. No e un mero divulgador de lo que se dice o rumora, como muchos piensan.

Por su parte, la responsabilidad significa que el periodista está dispuesto a asumir las consecuencias legales que se desprendan de lo que divulga en los diferentes medios. Por tanto, se le está prohibido tergiversar los hechos, desinformar a la opinión pública, incentivar el sensacionalismo y divulgar información que atente contra el pudor o reputación personal, lo cual es considerado un delito y se sanciona penalmente. Además, el periodista se rige por la respectiva Ley de Ejercicio Profesional y su Código de Ética, instrumentos que lo obligan a actuar con la verdad y rectificar cuando se equivoca a la hora de informar. Igualmente, debe dar derecho a réplica a quien se sienta afectado injustamente por lo que informa en los medios. 

Esta conducta es la que se espera de un buen periodista en el desempeño de su actividad profesional, aunque tenga su visión personal y postura ideológica como miembro de una comunidad política. El es un ciudadano más que palpa la realidad cotidiana. Pero cuando ejerce su labor debe tener ética. Otra cosa fundamental en su ejercicio profesional es que no debe convertirse en el protagonista de la noticia. Él es por esencia un portavoz entre el hecho informativo y la opinión pública. 

Estos elementos axiológicos que encierra el ejercicio profesional del periodismo son desconocidos o no internalizados por la mayoria de los funcionarios públicos que ve una amenaza a los periodistas en su habitual desempeño. Mucho más, cuando se trata de abordar hechos trágicos, marcados por la fuerza de la naturaleza, donde la improvisación, la negligencia y el protagonismo político van de la mano y no se observa una eficiente acción de socorro y plan de contingencia. En ese contexto, las autoridades públicas aplican todo tipo de cerco informativo y arremeten contra los valientes y arriesgados periodistas que no tienen otra función que informar oportuna, imparcial y verazmente de lo que está pasando.

Estas reflexiones la hacemos a propósito de las restricciones que sufre la prensa por parte de las autoridades en Cumanacoa, convertida en una tragedia nacional, producto del desbordamiento del río Manzanares y otros afluentes en el municipio Montes. Allí los colegas periodistas han palpado de cerca el sufrimiento, las penurias y el dolor de los habitantes de esa pintoresca localidad ante la falta de respuesta por parte de los organismos competentes. La prensa ha divulgado  informaciones donde se restringe el acceso a organismos privados que han acudido a llevar ayudas para la población damnificada. Testimonios de los propios habitantes e informes de ONG así lo confirman.

Precisamente, los periodistas están en el sitio de los acontecimientos cumpliendo con su loable labor de informar para concientizar a la opinión pública y promover una acción más diligente que permita atender a las víctimas y ejecutar políticas públicas para la seguridad y restablecimiento de la vida normal en la zona afectada. Contrariamente, son vistos como desestabilizadores y se les impide que realicen su labor de informar.  A pesar de estas restricciones, allí están los periodistas convirtiéndose en una llamarada de luz en medio de la oscuridad.

(*) Miembro del Tribunal de Ética del Colegio Nacional de Periodistas-Seccional Sucre.

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