Manuel Isidro Molina
Después de un cuarto de siglo de insensateces, la familia venezolana está nuevamente ante la posibilidad cierta de superar la tragedia histórica que nos asfixia socialmente y amenaza nuestra existencia como país próspero, pujante, solidario y futurista.
Es nuestro derecho histórico seguir luchando juntos, para el bien común; también, nuestro deber ineludible. La fuerza decisiva de las trabajadoras y trabajadores activos, jubilados y pensionados está en marcha para cerrar democráticamente este capitulo que por irresponsabilidad de dos bandos de poder tremendamente codiciosos, nos ha plagado de pobreza, desnutrición, enfermedad y muertes prematuras en todos los grupos etarios.
El gobierno de Nicolás Maduro, el PSUV, sus satélites y testaferros son los principales responsables de esta tragedia histórica; y les llegó la hora de entregar la Presidencia de la República: un tsunami de votos los echará de Miraflores democrática y firmemente el próximo 28 de julio; y el 10 de enero de 2025, comenzará el ciclo de reconstrucción integral de Venezuela, con suficiente apoyo y decisión popular para el cambio verdadero.
Somos gente de palabra. Llegó la hora de ese pueblo y empobrecido, saqueado y traicionado, que ha visto emigrar a más de 7,7 millones de sus hijas, hijos, nietas, nietos, hermanas, hermanos, padres y madres en busca de mejores condiciones de vida y sosiego en el exterior.
El protagonista principal será la gente honrada y solidaria con ánimo futurista. Le dedico este capitulo de mi vida a las trabajadoras y trabajadores activos, jubilados y pensionados de nuestra patria, de toda Venezuela, tan injustamente vulnerados en sus derechos por el madurismo.
He dedicado mi largo recorrido vital al bien común, y lo saben bien quienes han sido mis condiscipulos en el liceo Luis Razetti de la avenida Morán, en Caracas; en la Universidad Central de Venezuela, donde me formé con magníficos docentes e investigadores de la Comunicación Social; y en la Universidad Simón Bolivar, donde compartí el privilegio de ampliar y reafirmar mis conocimientos en Ciencia Política, estimulado y orientado por nuestros profesores y profesoras. Mi agradecimiento a quienes me formaron para servir mejor a mi Patria y mi Pueblo queridos.
Saben que soy hombre honrado, de palabra y comprometido, mis colegas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y del Colegio Nacional de Periodistas (CNP); y también, las trabajadoras y trabajadores del Congreso de la República, donde durante una década serví como Diputado, primero por el estado Mérida y después por el Distrito Federal. Me siento feliz con la conciencia limpia de haber servido a mi pueblo y a mi patria.
Tengo en mente a mis queridos compañeros y compañeras de trabajo y lucha, en el periodismo y la política, la brega social y el empeño gremial. Puedo asegurarles que soy el mismo que han conocido, reafirmado en sus convicciones y exigencias éticas y morales para acompañar a la gente en defensa de sus derechos humanos, sociales y laborales. Construiremos juntos la paz social con justicia y equidad para el desarrollo armónico de la economía, el ambiente y las articulaciones populares en procura del bien común, con visión futurista.
Unan a mucha gente de buena voluntad, con mi abrazo fraterno. El anhelo profundo de cambio verdadero nos une y compromete. ¡Triunfaremos!
manuelisidro21@gmail.com
(Este artículo fue originalmente en el periódico LA RAZÓN/ la razón.net
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