jueves, 30 de agosto de 2018

"Gobierno venezolano en el exilio" está en proceso de formación (I)

Diego Arria, María Corina Machado y Antonio Ledezma se auto adjudican la "primera opción" como aspirantes -cada uno por su lado y sin preguntarle a nadie- a la "presidencia" del "gobierno venezolano en el exilio", siguiendo la pauta experimentada fatalmente contra el gobierno de Moamar Gadafi en Libia, país destrozado por los invasores de la OTAN.

MANUEL ISIDRO MOLINA
Diego Arria, María Corina Machado, Antonio Ledezma y Julio Borges se disputan la "presidencia" de lo que llaman hasta hoy, "gobierno venezolano en el exilio" con apoyo de la derecha norteamericana con Donald Trump y Marco Rubio a la cabeza, y el impulso de Iván Duque desde Bogotá, cumpliendo la pauta del genocida y experto corrupto de la "parapolítica" colombiana, Álvaro Uribe Vélez.

Más atrás, viene el resto del "Grupo de Lima" con el corrupto Temer de Brasil pontificando "democracia" y el saliente Peña Nieto de México, la Unión Europea, la OTAN y, por supuesto, Estados Unidos y su Comando Sur que recién inicia los ejercicios navales Unitas LIX en Cartagena, Colombia, con participación de 18 países de la región y Europa.

Diego Arria, María Corina Machado y Antonio Ledezma se auto adjudican la "primera opción" -cada uno por su lado y sin preguntarle a nadie- como aspirantes a la "presidencia" del "gobierno venezolano en el exilio", siguiendo la pauta experimentada fatalmente contra el gobierno de Moamar Gadafi en Libia, país destrozado por los invasores de la OTAN, que incluye a Estados Unidos y Canadá, cuyos gobernantes han decretado la salida de Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores.

Julio Borges se cree un buen outsider, pero tampoco lo aceptan los otros factores de la desarticulada "oposición" venezolana, hasta hace meses "Mesa de Unidad Democrática (MUD)" y anteriormente denominada "Coordinadora Democrática".

Esa conspiración para "formación de gobierno" apenas comienza, pero acelerarán el ritmo hacia enero de 2019, cuando fenece el primer período presidencial del heredero político de Hugo Chávez, y comienza el lapso gubernamental 2019-2025, para el cual fue reelecto NM el pasado 20 de mayo en un polémico proceso electoral, desconocido por la mayoría de los gobiernos representados en la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, o lo que algunos gustan llamar las "democracias occidentales".

Bogotá como epicentro de la conspiración 

Durante el gobierno del medroso presidente Juan Manuel Santos, hijo político y luego "enemigo" de Uribe, la presión contra el gobierno venezolano fue abierta y multifactorial: 

1.- Utilizó al gobierno de Maduro para su objetivo de los Acuerdos de Paz de La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para luego pasar a la ofensiva contra la estabilidad institucional de Caracas. 

2.- Dio rienda suelta a las multiformes y sanguinarias mafias colombianas en la frontera con Venezuela, desde el narcotráfico y el sicariato hasta el contrabando de combustibles, alimentos, billetes del cono monetario del bolívar venezolano y la conspiración financiera para marcar mortalmente al bolívar frente al dólar estadounidense y el peso colombiano, hecho nunca ocurrido en el mundo,claro casus belis binacional, aún no resuelto.

3.- Articuló el eje Bogotá, Washington (Casa Blanca-OEA), Miami para tensar el cerco político, económico. financiero y militar contra Venezuela, con el deliberado, abierto y proclamado propósito de derrocar al gobierno de Maduro.

4.- Cobijó junto con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, la instalación en Bogotá del llamado "Tribunal Supremo de Justicia legítimo" y la actuación de la ex fiscal general Luisa Ortega Díaz, quien junto con los supuestos "magistrados" -todos al margen de la Constitución y las leyes de Venezuela, además de prófugos de la justicia venezolana, según sucesivas decisiones firmes en Caracas, del Tribunal Supremo de Justicia.

5.- Convertida Colombia en una especie de portaviones de EEUU con siete bases militares habilitadas para las operaciones estratégicas y ofensivas del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos en la región Latinoamericana y Caribeña, garantizó a Washington todo lo pertinente para intensificar los preparativos de la "opción militar" contra Caracas: una invasión militar colombo-estadounidense, que de materializarse hacia enero 2019 generaría consecuencias catastróficas no solo para Venezuela sino para la región, comenzando por Colombia, base física de la agresión, cuyos gobernantes tendrán que asumir las consecuencias de sus actos. Todas las estimaciones al respecto, apuntan a una guerra irregular que si bien fragmentaría Venezuela, indefectiblemente alcanzaría Bogotá y otros centros neurálgicos de Colombia, incluyendo el reavivamiento de la guerra interior colombiana, que aún no termina.

A este escenario entra Iván Duque, nuevo presidente de Colombia, estrecho subalterno de la política estadounidense en el continente, y ficha política del ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Sus capacidades y liderazgo real están por verse, pero salta una primera conclusión: 

Colombia tiene suficientes y muy graves problemas como para inventarse una guerra con Venezuela, que no será -como decimos aquí- "pan comío". En esa eventualidad, la actual "oposición venezolana" será algo menos que la "oposición libia"; si ya su liderazgo fragmentado -y tal vez sea la única fortaleza política del fracasado Maduro y el PSUV- se ha hecho insignificante por ineficaz e irresponsable, cuando suenen los primeros tiros, Diego Arria, María Corina Machado, Antonio Ledezma y Julio Borges quedarán sumergidos en los lodos sangrientos de la guerra. Si no lo sabían, tomen nota. 

Se ha mencionado otra mujer, jurista, como posible "presidenta" del "gobierno venezolano en el exilio", pero lo dejo para la próxima entrega, porque lo que queda de la MUD sigue discutiendo el tema. 

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