La música es un dulce bálsamo para el alma. Ella atrapa, suaviza y sana nuestra existencia frente a cualquier adversidad. Esa magia la hace atractiva y crea emociones infinitas para darle sentido a la vida. Es así que Carlos González se apodera de ella con su fiel violín y en cada rincón de la Cumaná histórica despliega sus notas para atrapar la atención del público.
Carlitos, como se le llama cariñosamente, creció entre el trinar de los pájaros y la tierra mojada en su añorada Marigüitar. El contacto con la naturaleza despertó su pasión por la música. Se hizo monaguillo y formó grupos de parranda y villancicos en la vetusta Iglesia Nuestra Señora del Rosario de su lar nativo. Allí desplegó su versátil talento ejecutando el cuatro, la mandolina, la percusión hasta dejarse seducir por el violin que lo lleva a todas partes.
Con las mieles de la juventud y haber obtenido el bachillerato, se trasladó a Cumaná para perfeccionarse en su apasionado mundo musical. Ha integrado diversas orquestas sinfonicas y grupos musicales que le han permitido exhibir su sobrado talento con el violín. Pero lo que llama la atención de este músico marigüitense es su inventiva para hacer de la música una travesía llena de magia e infinitud. Por ejemplo, se ha inspirado en la modalidad "cover" donde entrelaza su instrumento musical con una sofisticada corneta que aflora pistas trabajadas por su ingenio, mientras hace hablar al violin con sus virtuosas manos.
Carlitos no se detiene. Su estampa gigante contrasta con su excelsa humildad y cándida voz. Tiene un espíritu de superación personal. Con arduo esfuerzo se graduó de abogado, cuyo oficio ejerce con dignidad para vivir sin apartarse de la música, su verdadera pasión. Es en esta última que nos enseña de la hermosura y colorido del pentagrama para robustecer el alma.
Carlitos es más que un talentoso músico. Detrás de su voluminosa figura se esconde un ciudadano ejemplar y muy sencillo, cualidades que algunos han perdido en un mundo lleno de vanidad y arrogancia. Nos hace ver que lo esencial de la existencia humana es cultivar los principios éticos. Dejemos que este virtuoso músico siga construyendo su mundo con el violín por el bien de la humanidad.

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