viernes, 4 de julio de 2025

El Día que el Páramo se enamoró del Agua


Allá arriba, en el pico de los cerros convive una pareja, el Señor Páramo y la Señora Rocío/

Siempre se les ve agarraditos de la mano por aquellas laderas y en medio de los ríos/

El riachuelo y el frailejón los observan, mientras la fría nevada los arropaba/ y el Pico Espejo reflejaba la unión conyugal.

El Agua cristalina coquetea con el Señor Páramo, ya llevan años en ese vaivén de caricias/

Ambos se esconden en los riscos de las escarpadas y donde el viento hace silencio cómplice.

La Señora Rocío sabe que el Señor Páramo es encantador, sus mejillas rosadas, su barba como las cinco águilas blancas de Caribay, su caminar bailadito como la espesura de la brisa, camino montaña arriba/

Una mañana se escaparon montaña bajo el Señor Páramo y la Señora Agua, el encanto era la mudanza rumbo a la laguna por la autopista del Chama y del Motatán/

Pero lo que menos se esperaba el Señor Páramo era encontrarse con la Loca Luz Caraballo, Amador y Tulio Febres Cordero en la curva de las González.

Amador con voz recia como lo hacía en las calles de Mérida cuando se dirigía a los estudiantes/

le exigió el retorno al Señor Páramo; mientras Luz Caraballo le recitaba los versos de Andrés Eloy/

y Tulio Febres Cordero apelaba a la mata de centavos invocando a los niños del páramo y a las cinco águilas blancas/

Allí, el Señor Páramo lloró desconsoladamente y se despidió de la Señora Agua y sus encantos/

Ella siguió rumbo a la laguna, solamente la acompañaban los cantos/.

Y el Señor Páramo subía nuevamente lleno de espanto/ 

ante el reclamo que le esperaba de la Señora Rocío por aquel sacrosanto. 

Héctor Díaz

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