jueves, 20 de abril de 2017

VENEZUELA / No más asesinatos ni destrucción


Los asesinatos en medio de tumultos políticos, siempre generan indignación pública. Así ha sido y así será. Duele, como venezolano, que los bandos en pugna estén repitiendo las más cercanas experiencias de 2013 y 2014, para no irnos a 1989, 1992, 2002, 2003, años en que la irracionalidad y irresponsabilidad política y social hicieron su aporte de muerte y destrucción.

Antes y durante el pasado 19 de abril, no ha habido novedad: se repite el guión de la confrontación fratricida engendrada y cultivada desde oscuros centros de poder político, económico y comunicacional, inextricablemente vinculados entre sí, unos a favor del PSUV y otros a favor de la MUD.

Todo lo que ha ocurrido estos últimos días, no debe asombrar a nadie; y en realidad no asombra a nadie: se sabía lo que ocurriría. Intolerancia, violencia, destrucción y muerte. Son los mismos actores, los mismos mecanismos, los mismos argumentos, los mismos fines y las mismas cantaletas, de lado y lado.

¿Quién se ha sorprendido con los asesinatos miserables, día tras día? Nadie, que sea sincero. Todos en Venezuela, sabemos de qué se trata: agendas de confrontación fratricida, en busca del sostenimiento en el poder o del acceso al poder político, militar, económico y comunicacional del país. Eso es todo, no hay secretos. Y por eso, son tan previsibles ambos bandos, a los cuales les faltan unos 36 asesinatos más para igualar el "récord" de 43 hombres y mujeres asesinados en 2014.

En 2013, fueron 11 venezolanos y venezolanas asesinados en una noche, pero a nadie le importa, ni son recordados -salvo por sus familiares-; ni siquiera por Henrique Capriles Radonski, gobernador del estado Miranda, quien al ser derrotado por Nicolás Maduro en la elección presidencial sobrevenida a la muerte de Hugo Chávez, pues no tuvo otra ocurrencia (criminal) que llamar a "descargar esa arrechera" a sus seguidores, algunos de los cuales -muy envenenados- salieron a asesinar a personas inocentes e indefensas por el delito de ser "chavistas".

En 2014, fue distinto, pero igual de miserable por el desprecio a la vida humana: 43 personas fueron asesinadas (no es que "hubo 43 muertos"). Psicópatas asesinos del gobierno y la oposición fueron descargando sus sanguinarios instintos, hasta que la mayoría del país los puso contra la pared y exigió paz, entendimiento cívico y castigo a los culpables. Claro, los jefes del chavismo y del antichavismo escurrieron el bulto y comenzaron a "llorar" por las 43 personas asesinadas por sus activistas civiles, militares y policiales enloquecidos y miserablemente criminales. Son expertos en cinismo y sinvergüenzura, en lo cual son idénticos. Por eso, entre otras muchas culpas e irresponsabilidades, hoy la mayoría del país no les cree. Y ellos lo saben.

Hoy, 2017, se repite la pauta bipartidista de irresponsabilidad, manipulación y asesinatos. Solo varían -individualmente- víctimas y victimarios, sitios y condiciones, pero en el fondo es el mismo guión fratricida para controlar el poder.

No más asesinatos ni destrucción. Venezuela requiere y exige paz, diálogo nacional integrador, responsabilidad y solidaridad para superar esta hora aciaga, con base en la Constitución, las leyes y el sano juicio para la convivencia fraterna, plural y respetuosa de la vida humana.

MANUEL ISIDRO MOLINA