domingo, 12 de octubre de 2025

AQUÍ, AHORA / La sorpresa del Nobel de la Paz 2025


Manuel Isidro Molina

El otorgamiento del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado fue una sorpresa para todos, aquí y acullá. Los apostadores internacionales corrieron a última hora -investigan una fuga delictiva de información- saltando del 3% a "cerca del 70%", 'entre gallos y media noche'. 

El jurado se inclinó políticamente, de acuerdo con el rancio liberalismo macartista y neocolonial reinante en Europa, hoy. En ese marco ideológico, María Corina Machado califica para recibirlo, sin duda: la sola euforia compartida del argentino Javier Milei y el panameño José Mulino, lo confirma. En Venezuela, los aplausos se escucharon en su difuso campo político, que desde lo ideológico macartista y el cipayismo renovado que lo caracteriza, toca hábilmente la obstinación popular por el vasto empobrecimiento social, la obscena corrupción gubernamental y la desesperanza extendida. 

Maduro y los suyos fueron tan abrumados, que no han abierto la boca. Como atinó a decir Edmundo González Urrutia, fue «un carajazo" político, sin duda procurado por las redes europeas que se la han jurado a Maduro desde 2013, junto con las poderosas corrientes macartistas y monroísta de Estados Unidos, y las variopintas oligarquías de America Latina y el Caribe.

Estas serias constataciones analíticas no son a favor o en contra de la galardonada o del acosado ocupante ilegítimo del Palacio de Miraflores. Generalmente, ambos bandos se irritan por las críticas, como si no hubiesen roto un plato, pero el rigor y la honestidad intelectual obligan. Las venezolanas y venezolanos no podemos seguir con las gríngolas de la propaganda impuestas por los factores de poder en pugna, al menos desde 1989 hasta el presente.

Sin duda, no todo fue aplausos, por supuesto. En la Casa Blanca no ocultaron la incomodidad 'maga' por la enfermiza aspiración de Donald Trump al devaluado galardón Nobel de la Paz, motivado desde Barack Obama (2009) y Juan Manuel Santos (2016) en adelante, por preferencias ideológicas y conveniencias políticas, algo similar a lo que acabó en Venezuela con el otrora respetado Premio Nacional de Periodismo, convertido en pergamino para partidarios acríticos.

Esta premiación fue calculada a favor de una destacada militante del conservatismo neocolonial latinoamericano, y como tal encaja bien en los planes internacionales de esa derecha occidental rancia, que dicen que no existe pero es capaz de lograr objetivos a riesgo de todo, incluyendo "revoluciones de colores", golpes de Estado militares o parlamentarios y hasta genocidios como el cometido en Gaza a cielo abierto por Netanyahu, amigo personal y camarada de María Corina Machado. Y claro, tampoco le viene mal el despliegue naval de EEUU y el asesinato de 21 lancheros en el Caribe, antesala de una posible intervención militar en Venezuela, para un "cambio de régimen", como ya lo hicieron en Dominicana, Granada y Panamá.

Por eso, la llamada telefónica a Donald Trump para honrarlo como merecedor del premio, precisamente por sus agresivas acciones contra Venezuela, desde su primer mandato (2017/2021) y el comienzo de su actual segunda presidencia iniciada el 20 de enero del corriente. 

Esa naturaleza ideológica y propósitos políticos no los compartimos, mayoritariamente en Venezuela, digan lo que digan y como lo digan. Este Nobel de la Paz 2025 sirve a esos fines del poder imperial monroísta y al reino excluyente de la explotación capitalista, y está bien que se lo hayan otorgado a una de los suyos, pero no es útil para la superación pacífica de la enorme tragedia histórica que sufrimos en Venezuela.

El propósito macartista de la galardonada ha sido ostensible, y forma parte de su compromiso de vida, ahora a nivel global, asociada a la peor derecha neocolonial y al racismo sionista. Más que halagos a Trump, su primer deber como venezolana y ganadora del Nobel de la Paz, debió ser solicitarle al presidente de EEUU que retire la avanzada de las cañoneras que ha desplegado en el Caribe, amenazando la paz y la integridad territorial de Venezuela. Todo lo contrario: primero Venezuela y después Cuba y Nicaragua, dijo. Tal irracionalidad nada tiene que hacer con propósito de paz, que comienzan por el respeto a la soberanía y la independencia de los Estados, como lo mandan el sentido común y la Carta de Naciones Unidas; también, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, ciertamente pisoteada y traicionada por el PSUV y sus represores militares, policiales y parapoliciales, cuyo rescate nos compromete, tanto desde el punto de vista político democrático y participativo, como del social comenzando por los derechos laborales y familiares a una vida digna, con remuneraciones y pensiones justas y servicios públicos de salud y educación eficientes.

La paz de las cañoneras no existe,  como no es civilizado el asesinato de lancheros en el Caribe; tampoco, el secuestro brutal de venezolanos y otros latinoamericanos migrantes para ser enviados sin respeto a sus derechos a cárceles infames en El Salvador, Guantánamo y Florida o Texas, acusándolos sin fundamento de asesinos, narcotraficantes y violadores, como lo ha hecho Donald Trump con entusiasta apoyo de sus secretarios de Estado, Guerra y Seguridad. 

Ese no es el camino de la paz. El régimen usurpador que encabeza Nicolás Maduro, es rechazado ultra mayoritariamente por el pueblo venezolano, pero no son las cañoneras de Trump, -procuradas y aplaudidas por insensatos desmemoriados o simples cipayos- las que deban imponer el destino que nos compete exclusivamente a los venezolanos y venezolanas. En esto debemos ser firmes y definitivos, sin sesgos ni grietas.

Trump no es patriarca del mundo. Es el presidente elegido en segundo grado por el pueblo estadounidense, para gobernar a los Estados Unidos de América, con base en la Constitución de ese país, que rige en ese país, no más allá de sus fronteras. No importa lo que piensen los cipayos, Venezuela es y será independiente y soberana. Como lo hemos dicho y reiterado, nuestros problemas -que los tenemos, y muy graves- son de nuestra competencia nacional; no, de gobiernos extranjeros. ¡Punto!

manuelisidro21@gmail.com

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