Jesús Schennel / Emma Salazar
Cuando el joven Francisco de Miranda, a meses de cumplir sus 21 años, se embarcó en la fragata sueca Príncipe Federico rumbo a España a desasnarse, y mejorar su condición social, ya en aquél tiempo, se carteaba con quién seria años después, el General Pueyrredon en la República Argentina, insuflándole el espíritu independentista, y despertando en su noble alma el tesón libertario.
El periplo de su vida, lo llevó a visitar distintas cortes del Mundo y tratar con reyes y gobernantes de diversas naciones, en su época y por ende, a cultivar con solidez y fortaleza, la estructura y conformación, de una cultura bien cimentada, y el conocimiento que fluye de dominar distintos paisajes e idiomas. Llegó a ser un efectivo combatiente en 3 continentes: África, Europa y América. Participó también en los tres acontecimientos magnos de su tiempo: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la lucha por la libertad de Hispanoamérica.
Durante el transcurrir de su rutilante existencia, primero estuvo en España, allí luego de profundizar en las matemáticas, así como aprender los idiomas francés e inglés y la geografía, adquirió su patente de Capitán, comprándosela al Sr. Juan Gaspar de Turrigel por 85.000 reales de Beyon, y por ello, fue incorporado al Segundo Batallón de Artillería de la Princesa. En ello, fue enviado a las posesiones españolas en África del Norte, y luego a la ciudad de Melilla, donde defendió con firmeza triunfal la plaza en contra de las fuerzas invasoras del Sultán de Marruecos. Comenzaba así, sus importantes triunfos militares, aunque se vio enredado en problemas con el Comandante de la Guarnición y por asuntos de celos con Capitanes españoles, y por intrigas y calumnias fue arrestado y enviado a Madrid a juicio. Para su fortuna, declarado inocente, fue reincorporado al Batallón con sede en Cádiz, donde se encontró con el Mariscal Juan Manuel Cajigal e incorporado a la expedición, que junto a otro Mariscal, Navia, partiría a las Antillas, a lo que hoy es la Habana, Cuba.
Al arribar a la Habana, ambos Mariscales fueron informados que tenia que llevar a cabo una invasión a Pensacola, en auxilio al General Don Bernardo Galvez, Gobernador de Luisiana, aunque en ese tiempo sin ejecutar la orden por el mal tiempo reinante de la zona, huracanes, vendavales, tormentas, que hacían casi imposible las operaciones en el mar; meses después, se pudo llevar a cabo la operación de la Batalla de Pensacola, en la que, el entonces Capitán Miranda, edecán de Cajigal, se distinguió en sus servicios, y fue ascendido al grado de Teniente Coronel del Ejército Español.
Estos fueron los comienzos de una brillante y a la vez dificultosa existencia, que lo llevarían a tratar a George Washington, Thomas Jefferson, Benjamín Franklin, Samuel Adams, y al General Lafayette, entre otras personalidades. De hecho, pasó 18 meses en los EEUU, al verse obligado a desertar del Ejército Español por intrigas y por la persecución de la Inquisición que tenía sede situada en La Habana. Desde Boston embarcó hacia Londres, arribando allí en febrero de 1785 acompañado de su amigo el Coronel Norteamericano, William Smith. Fue muy bien recibido en los sectores económicos, intelectuales y políticos de Londres, donde llega a esbozar su primer proyecto de independencia de todo el continente hispanoamericano.
Ello ocasionó roces con Bernardo del Campo, Ministro de España en Londres, quien planificaba secuestrarlo, ante estos rumores y los problemas inquisitoriales que había tenido en La Habana. Al percatarse de las acciones en su contra, comenzó su recorrido por Europa, que duraría 4 años, de 1785 a 1789, cuyas anécdotas recoge en un Diario que lleva, y que llegó a ser tal vez la más completa información sobre el Siglo de la Luces, dirigiéndose en primer lugar a Holanda. Periódicos de Londres de la época nos hacen saber que se refieren a él como:
un hombre ilustrado y amante de la libertad de Suramérica.
Fue recibido en la Corte del Rey Federico de Prusia, y presenció las grandes maniobras militares que se celebraron en Berlín, y estuvo en varias ciudades como Lizit, Viena, Praga. En Budapest, el compositor Haydin, le sirvió de guía, y luego partió a conocer Italia y Grecia al recorrer Venecia, Verona, Boloña, conociendo numerosos sitios de interés histórico, religioso, artístico y social.
Pasa al Asia Menor y en el Imperio Turco (Constantinopla), en trato a los Príncipes y, antes de fines de 1786, se encuentra en Rusia donde hace amistad con el príncipe Potemkin, favorito de la Emperatriz Catalina, La Grande, quien lo invita a visitar Crimea con él. Catalina hace de él uno de sus amigos predilectos y le autoriza a usar el uniforme del ejército ruso, y le promete apoyo para su causa. Visita Moscú y San Petersburgo con cartas de presentación para los diplomáticos rusos en Viena, París, Londres, La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles, y sale de Rusia a mediados de 1787; pasa por Finlandia y llega a Estocolmo, donde es recibido por el rey de Suecia Gustavo III en agosto de ese año. Sigue a Oslo y Copenhague. Mientras tanto el gobierno de Madrid hace vigilar a Miranda, cuya extradición se propone pedir. Continúa su viaje por Hamburgo, Bremen y Holanda, donde se hace llamar el señor Meroff; va luego a Bélgica, Alemania, Suiza, y al norte de Italia.
De Rusia pasó a Dinamarca y luego volvió a Londres, donde encontró circunstancias adversas a sus planes porque se firmó la paz entre Inglaterra y España, lo que entorpeció que consiguiera apoyo económico o militar para su causa.
Se marcha a Francia, donde es incorporado como Mariscal de Campo, en las filas de la Revolución Francesa, distinguiéndose en el servicio, y es ascendido a General; pero en la Guerra, se da cuenta que su superior Dumouriez traiciona a Francia ya que piensa pasarse al campo de los enemigos austríacos; Miranda lo denuncia, pero Dumouriez, a su vez, lo señala como responsable de las derrotas sufridas, ante la Convención Francesa teniendo varios enemigos, entre ellos con Maximiliano Robespierre, el Alucinado de la Muerte, y Fouché, el Jefe de la Policía de Paris, quienes con calumnias, lo llevaron a prisión ante el Tribunal de la Revolución, siendo acusado de traición. Sin embargo, Miranda logró salvar su reputación y a hombros del pueblo de Francia llegó a su casa, defendido por el abogado Claudio Chauveau-Lagarde, aunque las intrigas de Mará, Danton y Fouché, le obligaron a hacer cambios a sus planes.
Miranda recobra su libertad el 13 de enero de 1795. Otra vez, las intrigas lo llevaron a macharse de Francia y volver a Londres, donde los amigos que realizó en la Cancillería Británica, ya no estaban y tuvo que desistir de conseguir, a través de ellos, recursos para sus proyectos. En los primeros meses de 1799, Miranda aprovecha el regreso al Nuevo Mundo de varios latinoamericanos, entre ellos Bernardo O'Higgins para difundir el ideario de la emancipación.
De Londres se marchó a EEUU, con las esperanzas de lograr el apoyo del Presidente Thomas Jefferson, que no fue posible. Sin embargo, desde allí armó su primera expedición, comprando un buque y artillándolo, el bergantín Leander, y zarpa de Nueva York hacia Jacmel (Haití) el 2 de febrero de 1806. Su comandante es Thomas Lewis. En el puerto haitiano se unen al Leander las goletas Bee y Bacchus. El 12 de marzo es creada por Miranda la bandera tricolor (amarillo, azul y rojo) que ondea en el mástil del Leander anclado en la bahía de Jacmel. El 24, todos los expedicionarios prestan juramento de ser fieles y leales:
al pueblo libre de SurAmérica, independiente de España.... Sin embargo, esta expedición fue develada.
Pasarían casi 4 años, cuando el Teniente Coronel Bolívar lo convenció que regresara a Caracas, y lo hace venir vía Curazao _ La Guaira, en 1810 para la firma del Acta de la Independencia. Fue muy bien recibido por el Comandante Simón Bolívar y por un grupo de venezolanos congregados en el Puerto, allegados a la causa, designándolo como Generalísimo del Pueblo de Venezuela, y es electo Diputado por El Pao de Barcelona. En diciembre de 1811, como diputado, suscribe la Constitución Federal, aunque expresando reservas porque la considera poco adecuada a las circunstancias de una República naciente. A raíz del terremoto del 26 de marzo de 1812 que destruyó a Caracas y ante la amenaza de varias insurrecciones, el Poder Ejecutivo Federal lo nombra, en Valencia, general en jefe de Tierra y Mar de la Confederación de Venezuela y delega en él facultades ordinarias y extraordinarias. Ante la resistencia realista que venia hacia Caracas, fue relevado de su Curul en el Congreso y nombrado Jefe del Ejército para sofocar la rebelión realista.
Se trasladó a Caracas, y luego a la Guaira, ante la pérdida la Primera República, evaluándose sin medios para organizar un ejército eficaz, toma la decisión de rendirse tras la caída de Puerto Cabello, plaza defendida por Bolívar, aunque contaba aún con el respaldo de patriotas de la talla de Juan Germán Roscio, Francisco Espejo; y debidamente autorizado nombró al Sargento Mayor de Artillería José de Sata y Bussy para entregarle al Capitán de Fragata, Domingo de Monteverde, el pliego de la Capitulación de Caracas. La capitulación del 24 de julio de 1812, fue entendida como un acto de traición por parte de algunos jóvenes oficiales como Carlos Soublette, Miguel Peña y el mismo Bolívar. Desacreditado por sus errores políticos y militares, y enfrentado tanto a los republicanos radicales como a los terratenientes conservadores, Miranda, sin recursos, se traslada como puede de La Guaira a Caracas.
La noche del 31 de Julio de 1812, tétrica y triste noche en la historia de Venezuela, un grupo de sus subalternos, encabezados por el ya Coronel Simón Bolívar, lo hicieron preso y entregaron a Francisco de Miranda a Monteverde, acusándolo de traidor. Miranda fue luego trasladado a Puerto Cabello, de Puerto Cabello al Castillo del Morro en Puerto Rico y mas tarde, al Castillo de las 4 torres, en Cádiz, conocido como La Carraca, siendo que fallece de una apoplejia, el 14 de Julio de 1816. Queda así escrito un capitulo negro de la historia venezolana, que falta por desagraviarse, cuando se entrega y falta a un paladín, Precursor de la Independencia y figura universal por encima de muchas otras en el devenir de esta Nación, Sebastián Francisco de Miranda.
Como paradoja, casi el mismo día que se celebra el triunfo de la Revolución Francesa, fallece el Generalísimo Francisco de Miranda. Pareciera que años después aún sin darle importancia al gran ejemplo y demostraciones del espíritu por la Libertad de Venezuela y de todo el Continente que encarnó.
Fuentes:
Conversando sobre Miranda.
Diccionario de historia de Venezuela, tomo 3, Caracas, Fundación Polar, 1997 Disponible en:
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