Nada había más seguro, que la decisión de
inadmisibilidad emitida ayer por unanimidad de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) contra los recursos de impugnación de los
resultados electorales del 14 de abril pasado, anunciados por el Consejo
Nacional Electoral (CNE) a favor del candidato Nicolás Maduro Moros (PSUV-GPP),
actual Presidente de la República.
Sabíamos que las bases de los recursos presentados por
el Comando de Campaña Simón Bolívar (CCSB) y el propio candidato derrotado
Henrique Capriles Radonski, eran más que frágiles, desde que en rueda de prensa
Capriles presentó sus críticas y denuncias de “fraude”, demasiado
inconsistentes.
Cualquier persona medianamente enterado del derecho electoral
venezolano, sabe que un recurso de nulidad es sumamente exigente, desde el
punto de vista argumental y de las pruebas que deben ser documentadas mediante
inconsistencias numéricas, testigos y otras pruebas judicialmente válidas. Más
allá de la propaganda opositora del CCSB, Capriles y demás sectores opositores
embarcados en los recursos de nulidad, éste “no traía nada en la bola”, para
decirlo en jerga beisbolera. Esa es la verdad.
Quedaron los 11 asesinatos del lunes 15 de abril de
2013, y la violencia desparramada en diversas ciudades, donde la “arrechera” se
volvió miserablemente pólvora homicida, garrote y candela contra personas y
bienes públicos y partidistas del PSUV. Fue una jornada sangrienta que acusa,
principalmente, a Henrique Capriles Radonski, quien no podrá quitarse de encima
la sangre derramada ni las salvajes agresiones que causaron decenas de heridos
y destrucción material. Fuera de lo estrictamente penal, HCR es el primer
responsable político de todos estos desmanes y de la acción homicida de los
psicópatas que actuaron tan miserablemente aquella noche del 15A.
Reitero lo
que escribí esa semana: Sigo esperando que HCR y el CCSB condenen enfáticamente
los 11 asesinatos del 15A y la violencia destructiva desatada por esos psicópatas
“antichavistas” atizados por la ultraderecha anticomunista, neoliberal y pro imperialista
que han cultivado durante décadas, sus agentes ideológicos y el coro mediático
que les ha hecho cama tan irresponsablemente.
Las elecciones se ganan con votos, no con asesinatos y
violencia destructiva, independientemente del abuso de poder del gobierno y el
ventajismo, tantas veces denunciados, que es otra discusión, pues entra en el
campo ético en el cual Capriles ni otros destacados dirigentes “opositores”
tienen nada qué enseñar. En honor a la verdad, chavistas y antichavistas
utilizan las mismas “técnicas” de peculado propio, peculado de uso, cobro de
comisiones a contratistas, lavado de dinero y un largo etcétera, que apestan.
La corrupción y el cinismo los igualan, verdad del tamaño de una catedral.
La Sala Constitucional del TSJ sentenció: “Habida cuenta que las impugnaciones
incoadas ante este Supremo Tribunal no consiguieron alegar ninguna
irregularidad que significase una diferencia con los resultados que emanaron
del Poder Electoral, se evidencia que los mismos fueron completamente legítimos”.
“Caliche” para Capriles, y “crónica de una inadmisión
anunciada” en criterio de dirigentes del CCSB, la sentencia es firme y
definitiva, cierra un capítulo ensangrentado de la segunda parte de la era
poschávez que estamos viviendo. Lo de la denuncia en “instancia internacionales”
no será más que propaganda, absolutamente ineficaz, desde el punto de vista del
derecho y también políticamente.
La atención pública pasa a las elecciones de alcaldes y
concejales del próximo 8 de diciembre, cuando asistiremos a otro “choque de
trenes” dentro del esquema agotado del cepo chavismo-antichavismo.
MANUEL ISIDRO MOLINA
@manuelisidro21
manuelisidro21@gmail.com
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