Comparado con julio 2012, este aumento de 2013 triplica al 1,0 % del año pasado, lo que evidencia un descontrol económico que amenaza con golpear más el bolsillo de los venezolanos y venezolanas, durante el resto del segundo semestre.
El el rubro alimentos, el BCV reporta una desaceleración en comparación con los dos meses anteriores:
"En el caso particular de los alimentos es de hacer notar que la variación intermensual (2,4%) desacelera de manera notable por segundo mes consecutivo, luego de las tasa de 10,0% y 5,8% obtenidas en mayo y junio, respectivamente".
La escasez sigue siendo un dolor de cabeza: ascendió una décima para ubicarse en 19,4%.
Esta realidad adversa tiene un componente humano: golpea a la ciudadanía en el seno de los hogares, en los bolsillos de ricos y pobres, y el ánimo de hombres, mujeres y niños. Es decir, es un problema cuyas víctimas son de carne y hueso, más allá de las cifras cuantitativas y porcentuales del Banco Central de Venezuela, el ministerio de Finanzas y los centros de investigación y análisis económico.
La incomodidad es generalizada entre la población. Este desmadre económico tiene una inextricabe relación con errores de política económica y financiera, y con el vasto fenómeno de corrupción para el enriquecimiento ilícito de altos funcionarios del gobierno y sus entornos familiares y amistosos, convertidos en mafias de testaferros codiciosos e impunes.
La asquerosa corrupción interfiere todos los procesos económicos y productivos en Venezuela, los afecta gravemente. Es lo que estamos viviendo, día a día, en todos los ámbitos de la vida.
El bolívar ha sido pulverizado por las mafias que durante los últimos años vienen operando desde el BVC, el ministerio de Finanzas y la banca pública, mil veces denunciadas. No es posible enderezar la economía, si la política gubernamental sigue en manos de los principales responsables del fracaso y de la sistematizada coerrupción para el enriquecimiento ilícito. El clan Merentes es muestra de ello, toda una organización establecida en torno a las políticas financieras del estado venezolano.
Por otro lado, mientras el gobierno no asuma la economía mixta -interacción de los sectores público, privado y asociativo de trabajadores y comunidades- será imposible dinamizar el aparato productivo hasta lograr niveles óptimos de producción, distribución y oferta de bienes y servicios.
El crecimiento del ya alto costo de la vida es una amenaza a la estabilidad sociopolítica venezolana.Y los principales responsables de esta grave distorsión son los mafiosos enquistados en las altas esferas del sector público, así como el primitivismo estatista y antiempresarial que ha privado hasta ahora.
MANUEL ISIDRO MOLINA
manuelisidro21@gmail.com
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