MANUEL ISIDRO MOLINA
Venezuela vuelve a sufrir los embates del guión
“opositor” de la guarimba 2014. Ninguna novedad hay en la guarimba 2017: solo
faltan unos 35 asesinatos más para alcanzar el récord de 2014, 43 asesinatos
miserables a manos de criminales de ambos bandos, cuyos voceros todavía
“lloran” por esos crímenes. Todo previsible, asesinatos incluidos.
Los más violentos y fanatizados de la Mesa de Unidad
Democrática (MUD), del PSUV y sus aliados y facciones parapoliciales, juegan a
la muerte, a la destrucción, a la liquidación del contrario. Dirán que no, pero
en el fondo ha sido y es así.
El plan de la MUD es abiertamente golpista contra el
gobierno del presidente Nicolás Maduro, mediante insurrección política en las calles,
que no ha podido lograr, pues la inmensa mayoría del pueblo venezolano hoy
expresa su inconformidad de mil maneras, pero no es partidaria de la violencia,
el crimen y la destrucción.
Cambio cualitativo
La adversa realidad –compleja y exigente- revela que
la mayoría del pueblo venezolano no apoya al gobierno ni confía en la MUD. En
consecuencia, PSUV y MUD son dos minorías importantes que en realidad se
disputan desesperada e irracionalmente el favor de aproximadamente el 40 % de
la población, que todavía les cree a sus voceros (o dice creerles).
Aproximadamente el 60 % de la población los rechaza, no les cree ni confía en
sus dirigentes fracasados.
Esta realidad es contraria a los fines y objetivos de
los bandos polarizados, que sostenidamente han cultivado la polarización que
los favoreció hasta 2015, cuando en diciembre se manifestó el péndulo electoral
que llevó a un triunfo resonante de la MUD, cuyos dirigentes –exaltados y
desaforados- lo han botado por la borda, poniendo en bandeja de plata al
gobierno elementos para el abuso de poder y el manejo caprichoso de los Poderes
Públicos.
Este cambio cualitativo es demasiado importante:
chavismo y antichavismo fueron dueños del país hasta 2015, como AD y COPEI lo
fueron hasta 1988, cuando fue electo presidente por segunda vez Carlos Andrés
Pérez (AD).
PSUV y MUD son idénticos en sus triquiñuelas para la
manipulación: luego de actuar irresponsable y delictivamente, evaden sus
responsabilidades, “escurren el bulto”, y acusan al otro de sus propios
crímenes e incompetencias políticas y morales. Pero simultáneamente –recuerden
la misma dinámica polarizante entre AD y COPEI-, se esmeran en invisibilizar a
todo actor, corriente o pensamiento que amenace potencialmente su predominio en
el control bipartidista del poder. Le temen a la pluralidad democrática, social
y cultural. Quieren más de lo mismo, solo PSUV y MUD.
Por ello, y sabiendo cada bando de su caída en el
afecto popular, su confrontación la plantean y escenifican “a muerte”, para
mantenerse en la disputa del poder a dos, solo dos, ellos: PSUV y MUD,
precisamente los corresponsables del actual desastre nacional que ofende y
maltrata a la mayoría del pueblo venezolano. El problema es que los muertos los
pone el pueblo. Se les cae la careta, pero sobre la sangre de nuestro pueblo.
Cinismo en acción
Otro rasgo que iguala a los voceros del PSUV y la MUD
es su cinismo, como dice el pueblo, “con su cara muy lavada”: nunca son
culpables de nada, no son capaces de asumir sus responsabilidades ni se apartan
de los escenarios que han corrompido. Por eso, la mayoría de la gente no les
cree. Su cinismo es proverbial, como su cobardía y falta de ética en el
desempeño público.
Es hora de definiciones. La nueva mayoría debe
expresarse, organizarse, empinarse y hacerse respetar para asumir la exigente
responsabilidad de conducir a la nación, con ética, pedagogía política,
solidaridad y responsabilidad histórica. Es la mejor y única forma de torcer el
rumbo del país, hacia un estadio de construcción equilibrada, valores
ciudadanos, pluralismo, respeto a la ley e integración de las mejores
voluntades de Venezuela, sin odios ni desprecio a la diversidad.
Cultivo de odios
Hoy, nuestra sociedad es víctima del cultivo de odios:
ideológicos, sociales y hasta religiosos, algo muy peligroso que no conocíamos,
al menos desde 1936 hasta comienzos del siglo XXI.
En este ámbito, seriamente, la carga mayor la llevan
los promotores nacionales y extranjeros de la derecha pro imperialista que
anida en la MUD y controla elementos clave de su política. Sin exageración
alguna, detecto un halo fascista asesino, que debe ser atacado y desarticulado
por los propios dirigentes democráticos de la MUD, que sé no comulgan con la
violencia y la muerte. Es su responsabilidad combatir ideológica y
culturalmente ese fenómeno anidado en la MUD y en el entorno nacional e
internacional que la presiona, incluyendo al uribismo colombiano, súper
asesino. Asuman su responsabilidad, nadie tiene derecho a desatar una guerra
fratricida en nuestro maltratado país.
“Guerra civil”
Unos cuantos locos y locas andan hablando de “guerra
civil”. No saben lo que dicen, con una sed de sangre, violencia y venganza no
solo censurable sino inadmisible. La propaganda negra del macartismo ha
demonizado tanto al gobierno del presidente Maduro, que ha convertido a los
chavistas en poco menos que cucarachas, desprecio insultante que abre las
puertas a matanzas indiscriminadas y brutales, como las provocadas por Henrique
Capriles Radonski en 2013, cuando al ser derrotado por Maduro, llamó a “descargar
esa arrechera”: 11 asesinatos de chavistas en una sola noche, todavía impunes.
Fanatismo religioso
Un componente nuevo de esta guarimba 2017 es el
fanatismo religioso difundido anónimamente por las redes sociales, desde
oscuros centros especializados en propaganda negra, manipulación y exacerbación
de ánimos entre grupos sociales. En este caso, fanáticos católicos y fanáticos
evangélicos que están introduciendo elementos desconocidos hasta ahora en
Venezuela.
La jerarquía católica, el Nuncio Apostólico y el papa
Francisco no pueden desatender este grave descarrilamiento de la fe católica,
instrumentado con fines inconfesables. Lo reclamo públicamente, también con
indignación.
Las iglesias evangélicas deben hacer otro tanto.
Algunas de ellas, como las brasileras y colombianas, abiertamente asociadas a
los poderes oligárquicos y al esquema de dominio mundial de la más rancia
derecha estadounidense, atada al protestantismo inglés, cuya máxima autoridad
es la reina de Gran Bretaña, Isabel II.
De lo contrario, regresaremos a los tiempos pre
guzmancistas, de oscurantismo religioso y control sobre el Estado, que es y
debe ser laico y respetuoso de todas las corrientes religiosas o no religiosas.
Contra el cepo manipulador
La mayoría inconforme de venezolanos y venezolanas
también tiene sus responsabilidades, en esta hora de definiciones: somos
partidarios de la paz o nos plegamos a las agendas violentas del PSUV y la MUD;
luchamos contra los corruptos e irresponsables que desde el PSUV y la MUD han
destrozado al país, o seguimos siendo sus prisioneros, cuando no cómplices
cobardones; nos convertimos en actores o seguimos como espectadores frente al
cepo manipulador del bipartidismo del siglo XXI.
Los problemas de Venezuela no se atacan con
inmediatismos violentistas o “salidas” tipo “fast track”, para decirlo con un
anglicismo de moda en la jerga política internacional.
El cepo PSUV-MUD nos quiere convencer de que cada uno
de esos bandos es no solo indispensable sino encarnación del bien contra el
mal. Son muchas las áreas por atacar en un proceso civilizado de reconstrucción
nacional, y corresponde a una nueva mayoría procurar y liderar esa dinámica
trascendente, plural y solidaria. Una democracia contemporánea no se construye
destruyendo y asesinando, como quieren imponerlo estos bandos irresponsables
que maltratan al país entero.
@manuelisidro21 -
@manuelisidroXXI
* Ex presidente del Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela
* Licenciado en Comunicación Social - Universidad Central de Venezuela
* Especialista en Ciencia Política - Universidad Simón Bolívar
* Columnista del semanario LA RAZÓN
* Asesor en análisis de entorno político y social
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