El psicólogo y doctor en ciencias económicas destaca que las condiciones materiales de la población venezolana hoy demuestran que la inclusión “fue un efecto del enamoramiento y la seducción y no de un cambio real”
Por Edgardo Agüero S.
Axel Capriles es psicólogo, psicoanalista jungiano,
doctor en ciencias económicas, docente universitario, conferencista,
articulista y escritor. A través de la escritura incursiona por los
laberintos de la subjetividad buscando desentrañar desde la óptica de la
psicología analítica el ser profundo del venezolano. Indaga en la
complejidad psíquica de sus arquetipos para ofrecernos una explicación
de por qué somos como somos; para entender la manera como nos vemos, la
manera como sentimos, como nos relacionamos, como apreciamos nuestro
mundo, como interpretamos nuestra existencia.
El concepto de “Patria” que nace en los campos de batalla con
la Independencia de Venezuela y se gesta en la guerra permanente al
calor del autoritarismo militarista y la fuerza bruta, ¿de qué modo
influye en la formación de la psiquis del venezolano?
La Venezuela nacida del fragor de las guerras y gobernada por los
héroes de los campos de batalla no dejó prosperar el espíritu civil. En
lugar de una psicología colectiva de relaciones simétricas y una
consciencia clara de la reciprocidad entre derechos y deberes, surgió
una sociedad constituida por individualidades que se pretendieron
acreedoras de la patria. La motivación social dominante fue y sigue
siendo el poder, y muy poca energía psíquica ha sido destinada al logro y
a la construcción de una institucionalidad impersonal.
¿Hasta qué punto el líder ejerce simbólicamente la función
del padre? ¿Qué ocurre cuando no se produce esa identificación o como
dicen ustedes los psicólogos esa transferencia?
El ser humano necesita idealizar. Es común que el padre se convierta
en objeto de idealización. Es decir, la necesidad psíquica es
transferida a la figura paterna. Cuando dicho proceso se altera, en
muchas ocasiones queda un faltante que es preciso llenar. Los líderes
carismáticos, por sus propias necesidades narcisistas, tienen a llenar
esa carencia. Creo que en grandes sectores de la población hay una
importante ausencia de figura paterna que es suplantada por el
paternalismo del Estado.
¿La carencia de esta figura paterna puede empujar a buscar
una respuesta en el ámbito de lo religioso? (Freud). ¿A esto puede
deberse la proliferación de grupos cómo la santería, por ejemplo?
Las religiones permiten la relación con lo desconocido y ayudan a
sobreponernos a los momentos de dolor y debilidad. Y, ciertamente, hay
indicios que vinculan el culto al héroe con deidades religiosas. Existe
cierta similitud entre los héroes y los dioses como seres poderosos. La
relación con seres grandiosos que están por encima de todo nos ayuda a
superar nuestros sentimientos de inferioridad y debilidad. El terreno
que liga lo político con lo religioso es, sin embargo, muy difícil de
precisar.
“El autoritarismo militarista llena la ausencia de otras formas de liderazgo”
En “La picardía del venezolano o el tiempo de Tio Conejo”
(2008), usted dice que las personas común y corrientemente proyectan en
el líder no sólo su individualidad sino al héroe dormido que llevan
dentro. Muerto Chávez, ¿que sustituye ese gran vacío dentro del
liderazgo venezolano?
Se ha creado un culto a Chávez, una religión de Estado que aprovecha
muchos elementos de la religiosidad popular y la tradición cultural. En
teoría, son los herederos del gran héroe de la revolución los llamados a
sustituir al Comandante, pero hay elementos únicos de identidad entre
la figura de Chávez y la personalidad modal venezolana que son
irrepetibles y que no permite identificación similar. El gran vacío
tiene que ser rellenado por una figura absolutamente nueva que apunte a
otros aspectos de la psicología colectiva venezolana. Esperemos, que en
la próxima oportunidad, el líder sirva para dar salida a contenidos
positivos de nuestro inconsciente y no a tantos aspectos destructivos a
los que sirvió el chavismo.
¿Puede el autoritarismo militarista suplir la carencia de liderazgo?
Hay una tradición militarista que ha dejado su huella en la cultura
subjetiva venezolana. El militar representa, de manera ambivalente,
tanto la arbitrariedad de la fuerza como la protección frente a la
anarquía y el caos. El autoritarismo militarista llena, ciertamente, la
ausencia de otras formas de liderazgo pero sobre todo se impone como
poder coercitivo. Ante la debilidad de la sociedad, predomina la fuerza.
Usted habla de un colapso de los mitos que estamos viviendo. ¿A qué se refiere con esto y cuáles serían sus consecuencias?
Los mitos son necesarios porque aportan una narrativa que da sentido a
la realidad. Pero los mitos tienen que adoptar el ropaje de los tiempos
y ceder lugar a la diferenciación de la consciencia. La ausencia de
mitos puede llevar a la inmovilización por falta de proyección
psicológica que nos mueva hacia adelante. El mito de El Dorado fue
indispensable para la penetración y conquista del territorio que hoy
llamamos Venezuela. El mito del héroe fue fundamental para la guerra de
la independencia pero es absolutamente disfuncional para el desarrollo
de una consciencia acorde con la vida moderna civilizada.
¿Inclusión o parasitismo social?
Axel Capriles fustiga la figura del Estado
paternalista cuando dice: “En Venezuela, la inclusión siempre se planteó
en términos del reparto de la renta petrolera, en términos de derechos,
nunca de deberes. Esta orientación hacia los derechos sin contrapartida
de deberes crea una demanda de reparto continuo”. Y en lo referente a
la materia social afirma que el gobierno ha sembrado, a contracorriente
de su retórica, “un parasitismo social tremendamente pernicioso y
contrario al empoderamiento popular. Siembra dependencia con un discurso
de dignidad e independencia”.
Usted ha observado el fomento de un parasitismo social
inspirado en el discurso de la inclusión, contrario al empoderamiento
popular. ¿Dispone el pueblo hoy de mayor poder real?
El discurso de la inclusión más que resultados reales y sostenidos en
el tiempo produjo una ganancia simbólica. Más que un poder real el
pueblo obtuvo un poder retórico. Las condiciones materiales de la
población venezolana hoy demuestran que la inclusión fue un efecto del
enamoramiento y la seducción y no de un cambio real. Por el contrario,
el debilitamiento de las instituciones bajo el liderazgo carismático
produjo una concentración y personalización del poder. De la sumisión
psicológica se pasó a la sumisión material por efecto de la dependencia
absoluta del pueblo venezolano, totalmente necesitado del Estado para su
misma supervivencia.
“Los Castro han desarrollado una muy exitosa franquicia para reinar sobre la pobreza”
¿El chavismo fundamentó su discurso en la pobreza, ahora que
crece la pobreza, habrá más chavismo o en este caso no funciona la
proyección?
La pobreza es un mecanismo de dependencia. Mientras más pobre sea una
persona más necesita del ser caritativo y magnificente que le dé
sustento. El poder autoritario ataca la independencia económica para
mantener lazos de dependencia. En el momento actual, hay tal nivel de
escasez y penuria por causa de la incompetencia del gobierno que la
revolución ha perdido popularidad pero Chávez permanece en un cielo
aparte, como si nada tuviera que ver con las consecuencias de las
políticas de la revolución. Los Castro han desarrollado una muy exitosa
franquicia para reinar sobre la pobreza.
El miedo como determinante fundamental de la sumisión
A cerca del miedo del que vivimos rodeados los venezolanos, el
psicólogo jungiano nos dice: “El miedo es una pasión que descalabra en
lo más profundo el sentido de valía y autoestima del individuo. Y en
este aspecto, es un determinante fundamental de la sumisión. El venezolano vive en miedo perpetuo,
no sólo el miedo político, el miedo a que lo despidan del trabajo, sino
el miedo más básico, el miedo a la muerte súbita, a la muerte de los
seres queridos. Si recuerda la teoría central del pacto social en
Hobbes, el miedo a la muerte violenta es lo que lleva a los seres
humanos a aceptar el dominio del Leviatán”.
¿Dentro de este contexto, funciona la psicología del miedo implícita en la resolución 08610?
Sí, la gente tiene miedo. En una discusión reciente sobre las
diferencias culturales y los motivos que producen protestas importantes
en otros países mientras que nosotros permanecemos inmutables y pasivos,
mucha gente comentó que la diferencia era que en esos países el
gobierno no disparaba a matar o no había colectivos armados. El miedo
paraliza.
¿Cómo se explica que atravesando el chavismo su peor momento, la oposición no sepa sacar provecho de esta situación?
Por una falta de liderazgo en la oposición. Primero y principal,
porque el liderazgo por resentimiento promovido por Chávez produjo un
quiebre en la consciencia de la clase dominante e indujo un sentimiento
de culpabilidad penetrante. Los líderes de la oposición, en lugar de ser
fieles a sus principios y maneras, en vez de presentar imágenes nuevas y
plantear otros argumentos para conducir el país, se dedicaron a morder
el anzuelo del chavismo y copiar su estilo. Crear un liderazgo nuevo en
un momento de transición, luego de la demolición de toda la
institucionalidad de una nación es sumamente difícil.
“La corrupción ha sido socializada como mecanismo de reparto de la renta petrolera”
¿En esta coyuntura, cómo funciona en el inconsciente colectivo el socorrido discurso patriotero-antiimperialista?
Funciona bajo un doble registro. Por una parte, la proyección de la
culpa sobre el imperio ha sido tan excesivamente usada que ya no es
creíble. Sin embargo, el complejo de representaciones colectiva sobre
los norteamericanos tiene una carga emocional tan fuerte que sirve para
procesar muchos conflictos latinoamericanos. La polaridad éxito-fracaso
es una de ella. El complejo del gringo tiene una gran fuerza simbólica
que da salida a numerosas frustraciones.
¿Persiste aún la ilusión de protagonismo en el imaginario del
pueblo chavista? Digo mejor, experimentan ellos ser realmente sujetos
de una revolución, es decir de una transformación radical de la
sociedad?
El protagonismo es una forma de defendernos de nuestro propio
fracaso. Pero además, es un mensaje consistentemente repetido a lo largo
de nuestra historia republicana: somos hijos y herederos de los grandes
héroes de la gesta de la independencia. Como en tiempos de Cipriano
Castro, los chavistas también se sienten nuevos protagonistas de la
historia. Casi todo el mundo necesita sentirse original, pero en la
Venezuela bolivariana el aparato propagandístico del Estado ha
convertido el más insignificante hecho en un suceso de dimensión
histórica. Los sentimientos de inferioridad tradicionalmente se
compensan con un complejo de superioridad.
La corrupción del patriarca benévolo
¿El destape de las cuentas milmillonarias en el extranjero a
nombre de funcionarios estrechamente ligados al entorno de Chávez tendrá
alguna incidencia en el pueblo chavista sobre la percepción de impoluta
probidad del comandante?
No creo que en una cultura picaresca la probidad sea una virtud
importante. Sin duda, la multimillonaria corrupción bolivariana causa
molestia y descontento en momentos en que la población se enfrenta a la
escasez y la penuria, pero aún así no creo que anule los vínculos de
identidad con el Comandante. Siempre he creído que los venezolanos
condenamos la corrupción solo cuando no nos salpica algo de ella. La
corrupción y el despotismo del patriarca benévolo son aceptados en la
medida en que la población obtenga algún beneficio de ellos. En
Venezuela, la corrupción ha sido socializada como mecanismo de reparto
de la renta petrolera. Además, muchos piensan que “lo que es del Estado
es de todos y lo que es de todos es mío”.
http://www.larazon.net/2015/04/13/axel-capriles-el-venezolano-vive-en-miedo-perpetuo/
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