Desde Bonn, Alemania, la colega periodista Renata Mauro Miranda, quien antes trabajó en Brasil para el diario O Estado de Sao Paulo, tuvo la amabilidad de solicitarme una entrevista vía correo electrónico, sobre la situación actual de Venezuela.
"Ahora estoy trabajando en Alemania en Deutsche Welle. Estoy haciendo un reportaje acerca del primer aniversario de la muerte de Chávez y la actual coyuntura política en Venezuela", me escribió Renata. Por supuesto accedí. Por su interés les transcribo el cuestionario enviado por ella, y mis respuestas:
- ¿Qué ha cambiado en
Venezuela después de la muerte de Chávez hace un año?
- En realidad, la era Chávez concluyó en Venezuela el
8 de diciembre de 2012, cuando el Presidente vino de Cuba y pronunció su
dramático testamento político, en cadena de radio y televisión, pidiendo unidad
a sus seguidores y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, con la postulación
de Nicolás Maduro para la Presidencia de la República, en caso de su
desaparición física, como lamentablemente ocurrió el 5 de marzo de 2013. Se cumplió la primera fase de la etapa
poschávez con la elección del presidente Nicolás Maduro, el 14 de abril del año
pasado, y desde entonces asistimos a los desarrollos de la etapa en que un
Presidente civil trata de mantener el rumbo de la estabilidad política y
social, corrigiendo las serias obturaciones del estilo chavista de gobierno,
bajo alta presión de una oposición creciente y muy diversa, desde sectores
democráticos hasta minorías violentistas de corte fascistoide con inocultables
nexos internacionales con la ultra derecha neoliberal y pro imperialista.
- En su opinión, ¿cuáles
fueron los principales cambios en el escenario político?
-El principal cambio es, sin duda, la ausencia del
liderazgo del presidente Hugo Chávez, cuyo vacío es protuberante y, a la vez,
el mayor reto del presidente Nicolás Maduro, por el peso del liderazgo
unipersonal cultivado en torno a Chávez por la propaganda oficial y la práctica
misma del gobierno personalista que desplegó el finado gobernante. El otro
cambio político destacado es la virulenta oposición al gobierno de Maduro,
desde el día mismo de su elección, el 14 de abril, con más de una decena de
muertos el 15 de abril, lo que se ha intensificado desde el 12 de febrero de
2014, Día de la Juventud Venezolana.
Estas jornadas de violentas protestas han generado varias decenas de muertes,
tanto por el violentismo de opositores antichavistas, como por el uso excesivo
de la fuerza por parte de policías y militares en resguardo del orden público,
y el accionar de bandas armadas afectas al gobierno y toleradas por las
autoridades. Este desconocimiento de la legitimidad del presidente Maduro, es
fuente de violencia, inestabilidad e insensatez en la vida política venezolana,
lo mismo que la pretensión gubernamental de desconocer en la práctica, el
pluralismo político existente en Venezuela, tanto en el parlamento como en la
vida institucional y pública de la República.
- ¿Maduro continuó el
proyecto del “socialismo del siglo XXI” de Chávez?
-Aspira a continuarlo en esencia, pero a la vez trata
de desmarcarse de los vicios heredados, pero sin mucha consistencia frente a la
corrupción, la peor herencia de Chávez, y los desatinos en materia económica
que han llevado a la pulverización del bolívar, el desabastecimiento, la baja
productividad de las empresas públicas y privadas, y una gran
inconformidad popular que trasciende las fronteras del chavismo y del
antichavismo, a mi juicio fuerzas corresponsables de la crisis. Sin embargo, el
proyecto estatista de Chávez es inviable, igual que su talante autoritario y
monopartidista en el ejercicio del poder, que constitucionalmente en Venezuela
es alternativo, plural y participativo. Parte de la solución a la actual crisis
política, económica y social que vivimos los venezolanos, es la reducción
drástica del estatismo, abriéndose a una economía mixta de verdad, con
interacción de los factores públicos, privados y asociativos de trabajadores y
pobladores, sin descuidar la vocación social de las políticas públicas. Hasta
ahora, el llamado “socialismo del siglo XXI” es un proyecto indefinido y
endeble, por sus inconsistencias autoritarias, monopartidistas y de vasta
corrupción en el aparato gubernamental, lo que obliga a una discusión profunda
en torno a sus virtudes y defectos, comenzando por reconocer que su
conceptualización y naturaleza no es imponible a la diversidad social, política
e ideológica de nuestros treinta millones de compatriotas.
- Durante el gobierno
de Chávez, la oposición no era organizada ni tampoco fuerte. Hoy eso ha
cambiado. ¿Por qué?
-La oposición actual es básicamente la misma que en
1998 opuso resistencia fragmentada a la irrupción electoral de Chávez. No ha
habido cambios ideológicos en ella, esencialmente macartista, neoliberal y pro
estadounidense, independientemente de que la población que la sigue no se
reconozca como tal. Su dirigencia principal es de raigambre macartista,
militantemente anticomunista al peor estilo de la “guerra fría” del siglo XX, y
partidaria de la reposición de los esquemas neoliberales de “El gran viraje”
del segundo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez (1989-1993) y de la
“Agenda Venezuela” de 1996, durante el segundo gobierno del presidente Rafael
Caldera (1994-1999). Lo que ha variado es la intensidad de la acción opositora,
pero no se puede olvidar que siguen siendo los mismos que en abril de 2002
derrocaron al presidente Chávez, y que fueron capaces de desatar el fantasmal
paro petrolero y empresaria de diciembre 2002 y febrero 2003, los
pronunciamientos militares de “Plaza Altamira” y las guarimbas, en 2004. En
Venezuela, la oposición neoliberal ha sido tan intransigente como el gobierno
chavista, su tono y prácticas violentas han sido recurrentes, y en justa
valoración hoy las protestas violentas son muy menores con relación a las
registradas en aquellos años 2002-2004. Por ello mi alarma es moderada, aunque
preocupante por los desarrollos ulteriores, si no se detiene la espiral de violencia
fratricida. Electoralmente, el 7 de octubre de 2012, el presidente Hugo Chávez
obtuvo un triunfo incontestable, pero inferior q su marca de 2006, bajando de
63 a 55 por ciento, ocho puntos menos; y el candidato Nicolás Maduro continuó
esa tendencia, obteniendo 50,61% de los votos. Sin embargo, esa tendencia fue
revertida en las elecciones municipales del 8 de diciembre de 2013, favorable
en votos totales al gobierno, pero con pérdidas locales en varias capitales
regionales y ampliación de la ventaja opositora en varios municipios de gran
importancia urbana.
- ¿Qué llevó a Venezuela
a las manifestaciones y cómo podemos explicar esa que es la peor ola de
disturbios civiles en décadas?
-No creo que sea “la peor ola de disturbios”. Las
manifestaciones, unas pacíficas y muchas otras violentas, como en Táchira,
Mérida o Valencia, sí han sido más organizadas y acopladas a un plan subversivo
de la minoría ultra derechista de la oposición, con apoyo internacional,
incluyendo un despliegue de medios radioeléctricos y electrónicos con gran
vigor en la redes sociales de Internet y la telefonía de última generación. Por
ello, su efecto ha sido mayor a nivel mundial, y en muchas partes se puede
creer que Venezuela está incendiada por los cuatro costados, pero ello no es
cierto, pues la mayoría del país, aunque inconforme por la crisis de inflación,
desabastecimiento y corrupción, no está en esas prácticas violentistas y es
partidaria de la paz, de la solución de los grandes problemas venezolanos en
paz, con apoyo de todas las iglesias y la mayoría de las corrientes políticas,
económicas y sociales, independientemente de su afecto o críticas a la acción
gubernamental.
- ¿Por qué la situación
llegó a ese extremo? ¿Cuáles fueron los errores de Maduro?
-La naturaleza insurreccional de los promotores
principales de las protestas, Leopoldo López y María Corina Machado, llevó a
situaciones extremas, principalmente en el estado Táchira, donde la violencia
es particularmente feroz y tiene vinculaciones ciertas con grupos paramilitares
colombianos, que no sólo hablan del derrocamiento del presidente Maduro, sino
incuso de la separación de esa importante región andina occidental limítrofe
con Colombia, una locura inaceptable para la nación venezolana. Tanto la
oposición como el gobierno están fuera de foco, imaginan una solución
concluyente y definitiva de uno sobre el otro, y eso no es posible, no es
viable ni alcanzable. De manera, que la convivencia plural y respetuosa entre
las diversas corrientes de pensamiento, es más que una opción, una obligación,
una enorme realidad, inmodificable en el corto plazo. Si de “errores” hay que
hablar, creo que las culpas están repartidas y comprometen al monopartidismo
gubernamental y a la ultra derecha fascistoide, porque ambos esquemas generan
intolerancia, violencia e incomprensión de la realidad que vivimos.
- ¿Hay una salida para la crisis? ¿Cuál?
-La “salida” debe ser tan compleja como la naturaleza
de la crisis. Y su caldo de cultivo fundamental es la paz: civismo, diálogo
sincero y responsable entre las facciones extremistas de ambos bandos, que
hasta ahora están marcando las pautas de intolerancia y violencia. En este
sentido, la Conferencia por la Paz instalada por el presidente Nicolás Maduro,
el pasado 26 de febrero, en el palacio de Miraflores, ha sido un buen comienzo
que puede llegar a buen puerto, si el gobierno comprende los cambios necesarios
en los planos político y económico, esencialmente; y los extremistas de la
derecha asumen el respeto a la institucionalidad del Estado venezolano, con
el presidente Nicolás Maduro en la
Presidencia de la República. Si la derecha golpista sigue en su pretensión de
derrocar a Maduro, las posibilidades de paz y diálogo disminuyen, como será
difícil la estabilidad institucional si el oficialismo mantiene su sectarismo
excluyente desde el gobierno y en la Asamblea Nacional. Indispensable es exigir
el cese de las protestas violentas y el desmontaje de las pretensiones
golpistas, por vía del “calentamiento de las calles”, que es la estrategia
abierta de las protestas iniciadas el pasado 12 de febrero.
- ¿Qué podemos esperar, en el futuro
político de Venezuela?
-Sensatez, como
requisito para la paz y el diálogo que promueve la mayoría democrática venezolana,
incluyendo vastos sectores del chavismo y el antichavismo. La violencia,
afortunadamente, viene amainando, se reduce a unos cinco u ocho municipios de
preponderancia opositora, pero no es compartida por la inmensa mayoría de
nuestro pueblo, que ama la paz y el desenvolvimiento armónico de nuestra
sociedad. Crece la conciencia social en cuanto a la importancia de la paz para
encontrar a mediano y largo plazo soluciones contemporáneas a la crisis
acumulada. Como venezolano, espero que el mundo entienda que Venezuela es
tierra de fraternidad y lucha por la justicia social, y no un campo minado para
minorías criminales dispuestas a incendiarla. El apoyo internacional es clave
para nuestra paz, impedir la guerra que unos cuantos locos promueven, y desarrollar
todo nuestro potencial humano, económico y cultural.
MANUEL ISIDRO MOLINA
Mérida, 27.02.2014
Fundación: 3 de mayo de 1953
http://www.dw.de/actualidad/s-30684
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