- La familia de la venezolana Susana Suárez, una odontóloga de 35 años, aún no asimila su muerte en un siniestro de tránsito en mayo. Ella y una amiga con la que regresaban de la playa son parte de las 130.000 víctimas mortales que deja en 2013 la inseguridad vial en América Latina.
“No estaba preparada para su muerte. Volvían hacia las ocho de la noche en su carro (automóvil), se le pinchó un caucho al entrar en un puente y cayeron al río Aroa, en una parte de aguas profundas y tumultuosas”, rememoró conmovida su hermana, Lilian Suárez.
No era la primera vez que caía un vehículo al río en ese puente, cercano a la localidad de Tucacas, en el occidental estado de Falcón. “Hasta una gandola (camión tráiler) se precipitó una vez”, en un área mal iluminada, mal señalizada y mal asfaltada, “con un puente con unas barandas muy débiles”, contó la hermana.
A las 130.000 víctimas “se suman seis millones de personas heridas, centenares de miles de ellas con discapacidad permanente”, detalló a IPS la especialista en transporte del Banco Mundial, Verónica Raffo.
América Latina registra 19,2 muertes por cada 100.000 habitantes por siniestros viales, “más de tres veces la tasa de algunos países europeos”, explicó, con base en el informe 2013 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
África, con 24 muertes por cada 100.000 habitantes y Medio Oriente-Norte de África, con 21 muertes por cada 100.000 son las otras regiones que más se desangran por esta causa. En América del Sur la tasa sube a casi 21 muertes por 100.000 habitantes.
“Para los jóvenes entre 15 y 44 años de la región, los siniestros viales son la principal causa de muerte. Es una perdida importantísima porque el Estado invirtió mucho en su salud, educación y bienestar y los pierde en el momento de mayor productividad para la sociedad”, dijo Raffo desde la sede del Banco Mundial en Buenos Aires.
Bernardo Baranda, coordinador para América Latina del no gubernamental Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP, en inglés) dijo a IPS desde Ciudad de México que la inseguridad vial “es un gran problema de salud pública”.
“Además de la tragedia familiar y afectiva, la gente más productiva muere”, subrayó el especialista. “No son accidentes, son hechos prevenibles”, afirmó.
Los países latinoamericanos suscribieron en marzo de 2010 la resolución de la Organización de las Naciones Unidas que proclamó el período 2011-2020 como la Década de la Seguridad Vial en el mundo.
Los gobiernos se comprometieron a estabilizar y reducir las muertes y lesiones graves, para llevarlas a la mitad de la proyección de mortalidad para 2020. El objeto es salvar unos cinco millones de vidas y ahorrar unos 5.000 millones de dólares de costos.
En América Latina, esa proyección era de 30 muertes por 100.000 habitantes, debido al incremento de la motorización y la mayor inseguridad vial, y el compromiso llegar a 15 muertes por 100.000.
“Pero en muchos países la siniestralidad vial prosigue en incremento y son pocos los que lograron estabilizar y comenzar a reducir las víctimas”, precisó Raffo.
Argentina, Chile y Uruguay han obtenido buenos resultados, gracias a “un fuerte liderazgo político y a cambios institucionales para mejorar la gestión”, sostuvo.
Para abatir los siniestros de tránsito se necesitan cinco pilares, dijo.
El primero es “mejorar las instituciones”. En la mayoría de los países las responsabilidades están muy repartidas y faltan instituciones adecuadas, aseguró Raffo.
Argentina es un modelo a seguir. En 2008 creó una Agencia Nacional de Seguridad Vial, con un observatorio que monitorea políticas, campañas, estrategias y resultados, lo que ha llevado a mejoras sustanciales.
Colombia cerró 2013 con la aprobación de una agencia de alcances similares, en un país donde los siniestros de tránsito representan en los últimos años la segunda causa de muerte violenta, según el Banco Mundial.
De acuerdo a esta institución y a otras de alcance regional, los países donde los siniestros aumentaron desde 2011 son Bolivia, Ecuador, República Dominicana y Venezuela.
En los dos últimos el incremento trepó hasta 40 por ciento, en buena parte por los siniestros de conductores de motos, un vehículo en peligrosa expansión incluso para uso familiar.
Los peatones, los ciclistas y los motociclistas son los usuarios más afectados de la vialidad, ya que aportan 70 por ciento de las víctimas de siniestros urbanos.
“Trabajar en seguridad vial es trabajar en equidad, porque la inseguridad afecta de manera principal a los usuarios más vulnerables, que son también los sectores más vulnerables de la sociedad”, dijo Raffo.
“El segundo pilar es la infraestructura segura, carreteras y movilidad urbana segura, el tercero es el de vehículos y conductores seguros, el cuarto es el de políticas de educación y concientización, y finalmente un tema clave: la respuesta posterior a los siniestros, de la que dependen muchas vidas”, enumeró.
“Esos cinco pilares engloban el enfoque del sistema seguro, que se acompaña con el concepto de responsabilidad compartida”, añadió Raffo. “El Estado lidera y coordina, los conductores atienden las reglas, las automotoras y aseguradoras priorizan la seguridad y la sociedad civil trabaja para provocar cambios de conducta”, detalló.
“Se necesita una estrategia multisectorial, con metas muy claras. Ha faltado ser más contundentes en las acciones”, planteó Baranda, para quien “hay que contar con datos confiables, reducir la velocidad, combatir el manejo bajo la influencia del alcohol, fortificar la aplicación de la ley y prevenir con educación”.
Una buena noticia fue la creación del Observatorio Iberoamericano de Seguridad Vial, que Raffo y otros expertos consideran fundamental para que la región tenga monitoreo, gestión de datos, de indicadores y de políticas, y una plataforma de intercambio de experiencias exitosas.
Aunque los tres primeros años de la década no sean para el optimismo, las evidencias muestran que hay países que revirtieron tasas altísimas, dijo Raffo.
“Se debe dejar el fatalismo de que crecimos económicamente, la motorización aumentó por ello, y en consecuencia hay más muertos. No tiene que ser así, se puede cambiar, el caso de Argentina y de otros lo muestra”, dijo.
Además, los países en desarrollo “pierden entre uno y tres por ciento del producto interno bruto, en algunos casos hasta cuatro y cinco por ciento, es un costo altísimo”, explicó.
Cifras de la OMS establecen que 90 por ciento de las muertes por siniestros viales ocurren en el Sur en desarrollo, que tiene solo 50 por ciento de los vehículos del mundo.
Con aporte de Emilio Godoy (Ciudad de México).
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