Por Manuel Sutherland
El
advenimiento de la tercera reconversión monetaria (2008, 2018 y 2021)
no sorprendió a nadie. Sin embargo, hay cosas muy llamativas que saltan a
la vista, partiendo desde la lacónica paginita que el BCV publicó en
forma de sumaria “razón” por la cual hacen la reconversión, hasta la más
plena ausencia del más mínimo programa de estabilización que acompañe a
la misma. Como quien anuncia una tarde estival ligeramente lluviosa, la
tercera reconversión se ha soltado sin perspectivas ni contexto.
Veamos.
I.
Luego
de eliminar tres ceros al cono monetario en 2008, cinco ceros en 2018 y
seis ceros en 2021; el gobierno no ha dado mayor explicación del por
qué han fenecido 14 ceros en la familia dineraria. Venezuela ha superado
a los 13 ceros que Argentina eliminó de su moneda, a los 10 ceros que
Bolivia borró y a los 12 ceros que quitó Zimbabue en la explosión de su
hiperinflación (2008). A pesar de semejante “record”: eliminar un poco
más de un cero al año, no hay una explicación concreta del proceso
hiperinflacionario que ha pulverizado a tres conos monetarios. Ante
semejante desaguisado, ni una explicación.
II.
Si
bien es cierto que es completamente erróneo afirmar que esta “faena”
monetaria causará más inflación, o depreciación del tipo de cambio,
tampoco hay absolutamente nada que nos lleve a pensar en un
“fortalecimiento” de nuestro símbolo dinerario. El cambio que entrará en
vigor a partir del primero de octubre, es puramente nominal y tiene
como principal intención simplificar las operaciones de diversos pagos.
Ello era muy necesario desde hace más de dos años, cuando el tipo de
cambio ya superaba los diez mil bolívares por dólar. En la actualidad
pagar un taxi para una distancia corta podría costar alrededor de 41
millones de bolívares, necesitando, por ende, 41 billetes de la más alta
denominación del cono monetario a punto de ser sustituido. Un verdadero
despropósito.
III.
La
“poda” de ceros puede ser un buen ejemplo de cómo colocar a la carreta
delante de los caballos. Es decir, el nuevo cono monetario debería ser
la “corona” de un plan de ajuste y de estabilización macroeconómica de
amplio calado. Lamentablemente, y de nuevo, esta reconversión entra en
ausencia total de un plan que combata el flagelo que ha destruido a sus
antecesores: la hiperinflación. En ninguna parte aparece el más mínimo
atisbo donde se plantee lo que todos se preguntan a diario: cómo vamos a
detener la constante subida de precios. Es evidente que hace falta: un
plan económico que explique cómo frenar la escalada de precios. Sin esa
“guía para la acción” no hace falta ser un arúspice romano para imaginar
que los resultados serán los mismos: más inflación y un cono monetario
que durará menos de un parpadear.
IV.
Los
billetes de Venezuela han sido víctima de artísticas intervenciones que
han mancillado su más profunda razón de ser: representar valor. A pesar
de lo “folclórico” que resulta ver billetes convertidos en: carteras y
adornos de navidad, esa gracia es la expresión de una profunda y costosa
crisis. Cada billete es generalmente importado, el billete de Bs. 100
aparecido en 2008 costó alrededor de 10 centavos de dólar por unidad. De
ese solo billete se emitieron casi 7 mil millones de piezas que han
terminado en la basura, por perder por entero su utilidad. Por tanto, el
mero desperdicio de una sola de las piezas dinerarias, costó más de 700
millones de dólares, más del 12 % de las escuetas reservas
internacionales actuales. Con sólo el 23 % de lo desperdiciado en la
emisión del billete de Bs. 100, se pudo haber importado las 2 dosis de
la vacuna AstraZeneca para 20 millones de habitantes.
V.
Aunque
las emisiones de dinero sin respaldo continúan siendo el pan de cada
día, lo cierto es que tales acciones hechas para cubrir el déficit
fiscal, sólo expresan lo que a leguas se observa: la caída estimada de
la producción en más de 90 % (2013-2020), lo que parece ser otro
“record” histórico. No recuerdo haber leído en la historia económica una
caída tan grande en la economía. El peor resultado económico en la
historia se había sido tres países devastados por sanguinolentas
guerras: Liberia, Sudán y Siria. Venezuela supera, en casi todas las
estimaciones, los guarismos de las tres naciones nombradas. Por tanto,
cabe pensar que la voraz inflación es una especie de consecuencia del
intento del gobierno por recabar impuestos donde simplemente no se
puede. Es decir, los tributos no alcanzan para cubrir los gastos de un
Estado hipertrofiado. Marx decía que: “La manera cómo se presentan las
cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan
la ciencia entera sobraría…” En este caso se observa a simple vista que
la continuidad de esta política económica, debe seguir dando los mismos
(nefandos) resultados.
VI.
Hegel
solía decir: tengan el valor de equivocarse. Tan linda frase no puede
ser una patente para cometer los más pingues desaguisados una y otra
vez, sin parar. Aunque la reconversión es absolutamente necesaria, no
resuelve en nada los problemas estructurales de la economía y ni
siquiera puede subsanar la paradoja que se expresa en la tremebunda
escasez de medios de pagos. Si tomamos en cuenta la cantidad de dinero
(M2) por habitante, notaríamos que, de tener bolívares equivalentes a
1600 dólares por habitante en 2011, actualmente se tienen alrededor de
16 dólares per cápita, una caída del 99 %. La liquidez monetaria actual
apenas roza a un equivalente de 600 millones de dólares, lo cual es
absolutamente nada para un PIB que podría alcanzar los 20 o 30 mil
millones de dólares, en el mejor de los casos.
La
gravísima escasez de medios de pagos asfixia a la economía, hace
imposible el apalancamiento financiero, el crédito en todas sus vías y
hace imposible tan siquiera pensar en la recuperación económica. De
nuevo, se requiere un plan que permita lograr una paz política realmente
democrática que sea la base para construir un programa económico de
recuperación. En voz de Rosa Luxemburgo: La democracia es indispensable
para la clase obrera, sólo así el proletariado adquiere conciencia de su
tarea histórica.
VII.
Venezuela
ya tiene la segunda hiperinflación más larga en la historia, luego de
la acaecida en la Nicaragua sandinista, y casi 8 años de continuo
decrecimiento económico. Tristemente el corte de ceros no aporta ninguna
solución a tan infamante flagelo que sin duda es la causa del éxodo de
más de 5 millones de connacionales. Dicha emigración ya es la segunda
más grande en magnitud en el orbe actual. De continuar esta situación,
ignorada por completo en las propuestas del nuevo “capitalismo
bodegonero importador”, se podría esperar que la emigración continúe y
supere a la de Siria, la mayor del planeta.
Por
todo lo anterior, es extremadamente urgente deponer ambiciones
políticas personalistas y trabajar todos por la recuperación política,
social y económica del país. Venezuela aún tiene ventajas que podrían
impulsar una recuperación muy rápida. Por ende, es menester lograr un
acuerdo humanitario-político- económico, que de la mano de la ONU y
programas como el de “Petróleo por alimentos y medicinas” pueda
coadyuvar a poner fin a la crisis humanitaria actual. Ello implicaría,
obviamente, la eliminación completa de oprobiosas “sanciones económicas”
que causan un enorme y pavoroso daño a una economía que antes de ser
castigada, ya sufría de una crisis histórica. Hay muchas cosas que se
pudieran hacer con voluntad ciudadana y política.
* Manuel Sutherland es director del Centro de Investigación
y Formación Obrera (CIFO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario