I. Para Venezuela, el primer cuatrimestre de 2019 ha sido de
estancamiento político y hundimiento económico, con
severos ingredientes internos y externos que victimizan a todos sus habitantes,
sin distinción de ideologías, niveles sociales o nacionalidades.
II. Todos
los indicadores son negativos, y no solo por culpa del gobierno del presidente
Nicolás Maduro, cuyo desempeño económico viene casi en caída libre desde 2014,
por lo que tiene la mayor responsabilidad.
III. La llegada del partido Voluntad Popular a la presidencia
de la Asamblea Nacional el 5 de enero en la persona del
diputado Juan Guaidó, marcó el mayor encrespamiento político de los últimos
tiempos.
IV. La
juramentación presidencial de Maduro para el período constitucional 2019-2025,
el 10 de enero ante el Tribunal Supremo de Justicia,
aceleró el ritmo de la confrontación que tuvo su primer gran pico el 23 del
mismo mes, con la autojuramentación de Guaidó como "presidente encargado
de la República".
V. Esa conflictividad política marcó todo el período objeto
de análisis, y seguramente continuará pesando sobre la maltratada población
y la endeble economía venezolana, ahora bloqueada por el gobierno de Estados
Unidos.
VI. El
fallido intento golpista encabezado por Leopoldo López y Juan Guaidó, ambos
líderes de Voluntad Popular, cerró abril siendo un punto de inflexión que
parece beneficiar al acosado gobierno del PSUV, porque puso en fuga penal a la
dirigencia opositora más radicalizada, a pesar del apoyo externo liderado por
los gobiernos de EEUU y Colombia.
DESARROLLO.-
I. Para
Venezuela, el primer cuatrimestre de 2019 ha sido de estancamiento político y
hundimiento económico.
Revertir la recesión
económica profundizada hasta el 31 de diciembre de 2018 con veinte trimestres
consecutivos de caída del producto interno bruto (PIB), la pulverización del
bolívar y un proceso hiperinflacionario atado a la escasez de divisas por el
hundimiento de la producción petrolera y una incontrolada espiral especulativa
sin precedentes en América Latina y el Caribe, propósito principalísimo del
gobierno del presidente Nicolás Maduro, para el ejercicio 2019. Pero todo se
descalabró, la política conflictiva acabó con toda posibilidad de
desaceleración de la ola inflacionaria y de estabilización económica para
alcanzar algún grado de inicio de recuperación del PIB.
El poder
adquisitivo del bolívar simplemente ha sido pulverizado, los sueldos y salarios
de trabajadoras y trabajadores se han hecho agua, igual que las pensiones,
jubilaciones y bonificaciones especiales otorgadas por el gobierno a las capas
sociales vulnerables.
Es dramático constatar
que el salario mínimo nacional mensual vigente hasta el 15.04.2019, de Bs.
18.000,00 equivalía a $ 3,46 mensuales, a razón de
Bs. 5.200 x $ 1, según la tasa oficial DICOM. Ello equivale a $ 0,11 diarios,
algo no solamente irrelevante sino indignante. Aumentado el salario mínimo
mensual a Bs. 40.000,00 a partir del 16.04.2019, la nueva
realidad salarial no es nada halagadora: $ 7,69 de
ingreso mensual, equivalente a $ 0,25 por día, calculado a la
indicada tasa DICOM.
Esto coloca en el debate
público venezolano, el tema salarial en primer plano político, social y
económico: Asamblea Nacional Constituyente, Gobierno y Asamblea Nacional junto
con empresarios y trabajadores deben urgentemente hacer un alto en la irracional
conflictividad política para analizar, discutir y asumir una nueva
política salarial que remunere con justicia y eficiencia el talento, la
productividad y los niveles de responsabilidad de trabajadoras y trabajadores;
y recupere sensiblemente la capacidad adquisitiva de pensiones, jubilaciones y
bonificaciones especiales. Sin este paso clave, será imposible comenzar
la recuperación de la economía ni atacar eficazmente la hiperinflación.
La áspera confrontación
política, a todas luces irracional e irresponsable, opera comoacelerador del
colapso económico y la depauperación social que sufre la sociedad venezolana,
para asombro del mundo. Ni más ni menos, por lo que los principales factores en
conflicto están obligados a recuperar un grado básico de racionalidad y
responsabilidad política, en lo que también tienen sus cuotas de incidencia los
factores económicos, sociales, académicos y comunicacionales: Venezuela no
puede continuar siendo una especie de "tierra de nadie", donde el
lucro fácil y la codicia espesan un ambiente ya enturbiado por la contienda
política.
Las incongruencias,
inconsistencias y corruptelas de las políticas gubernamentales han agujereado
al aparato productivo venezolano (público, privado y
asociativo de trabajadores y pobladores), tanto en el ámbito urbano como en el
rural. Se trata de una verdadera desgracia nacional, cuya recuperación exigirá
lustros de grandes y calificados esfuerzos transformadores hacia una nueva
cultura de disciplina social, productividad y honestidad laboral, empresarial y
estatal, dentro de un gran compromiso de reconstrucción integral de Venezuela.
Todo cuanto venía
ocurriendo, con saldo tan negativo, ha sido agravado últimamente con el bloqueo
financiero, económico, petrolero y comercial impuesto unilateralmente por el
gobierno de EEUU contra Venezuela, más allá de las
sanciones individualizadas contra altos funcionarios de los Poderes Públicos,
la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y organismos de seguridad y control de
orden público. Este ha sido un nuevo factor con alta incidencia
negativa en el lapso enero-abril 2019, que definitivamente no habla bien de los
actores políticos de oposición que lo han procurado y hasta aplaudido, lo
que no ha sido acompañado por la mayoría de la población, que comprende y
siente las duras consecuencias.
II. Todos
los indicadores son negativos, y no solo por culpa del gobierno del presidente
Nicolás Maduro, cuyo desempeño económico viene casi en caída libre desde
2014, por lo que tiene la mayor responsabilidad.
La zozobra política que
vivimos desde enero, eleva la incertidumbre nacional y opaca las expectativas
que sobre Venezuela se pueden percibir desde el exterior, que
incluye una sensación de caos total, más grave incluso que los severos
trastornos reales que nos asfixian.
Lamentablemente, el gobierno
venezolano no se ayuda, continúa con la política de opacidad en cuanto al
desempeño de la gestión pública y especialmente en lo relativo a la
actualización regular de la información estadística: ni el Banco Central de
Venezuela (BCV) ni el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ofrecen cifras
confiables o actualizadas. Los importantes despachos de Finanzas y
Planificación llevan la batuta en esta perniciosa política oficial de
ocultamiento y retraso permanente de la información estadística. Esto
arruina la confianza nacional e internacional en cuanto a las expectativas de
desenvolvimiento del país, y empobrece la percepción de la gestión misma
del Estado venezolano.
Los graves y extendidos
grados de corrupción pública y privada también afectan muy negativamente el
desenvolvimiento de la sociedad venezolana actual, con altísima incidencia en
el saqueo y malversación masiva de recursos públicos, fenómeno agravado desde
1999 hasta el presente, y que involucra a funcionarios civiles
y militares asociados con privados (testaferros) para delinquir y exportar
ingentes capitales sucios hacia el exterior, lo que ha contribuido a la
descapitalización de nuestra economía.
Nadie puede desconocer
hoy, el enorme peso de la delincuencia político-administrativa y sus redes de
testaferros privados, en el desastre económico y social de Venezuela, a lo
cual ha contribuido la corrupción y el abuso de poder que han caracterizado la
gestión del Sistema de Justicia, que involucra competencias concurrentes de los
poderes Ejecutivo, Ciudadano y Judicial, así como a los abogados en ejercicio
profesional, sean litigantes o gestores intermediarios.
III. La
llegada del partido Voluntad Popular a la presidencia de la Asamblea
Nacional marcó el mayor encrespamiento político de los últimos tiempos.
Uno de los factores que
más ha catalizado la crisis política en este lapso enero-abril, ha sido la
llegada del partido Voluntad Popular (VP) a la presidencia de la AN en la
persona del diputado Juan Guaidó, producto del pacto firmado en diciembre de
2015 por los principales partidos de la desaparecida Mesa de Unidad Democrática
(MUD):
En 2016, correspondió al
partido Acción Democrática (AD), con Henry Ramos; en 2017, tocó el
turno al partido Primero Justicia (PJ), con Julio Borges; y en
2018, a Un Nuevo Tiempo (UNT), con Omar Barboza.
Aunque la MUD desapareció
como alianza política, los mencionados partidos han mantenido el referido
pacto, lo que determinó la integración de la actual mesa directiva de la AN, a
partir del 5 de enero pasado:
Juan Guaidó (VP),
presidente
EdgarZambrano (AD),
primer vicepresidente
Stalín González (UNT),
segundo vicepresidente
Durante las tres
gestiones anteriores en la conducción de la AN, los respectivos presidentes
inclinaron la balanza hacia los intereses de sus partidos, y esta vez
no iba a ser diferente, conocidos como son los parámetros sectarios de los
partidos políticos venezolanos, de todas las tendencias, en cuyas escalas los
intereses nacionales están siempre detrás de los réditos políticos que aspiran
cada una de esas organizaciones, y éstos por debajo de los intereses
grupales y personales de sus dirigencias de turno.
Guaidó hizo lo propio:
retomó el extremismo del partido liderado por Leopoldo López desde su casa por cárcel,
donde cumplía condena penal por los hechos desencadenados en 2014, a partir del
temprano intento de derrocar a Maduro con violencia en las calles, decenas de
fallecidos, centenares de heridos y destrucción de bienes privados y públicos,
política llamada "La Salida" por VP y los movimientos políticos
liderados por María Corina Machado (Vente Venezuela) y Antonio Ledezma (Alianza
Bravo Pueblo).
Lo nuevo con el
protagonismo de Guaidó, ha sido la preeminencia absoluta y visible de las
directrices del gobierno de Estados Unidos de América (EEUU)sobre
la política interna de Venezuela, como nunca antes, muy al estilo Trump con sus
principales colaboradores.
Esa política diseñada en
Washington e implementada por el Comando Sur del Ejército de EEUU desde Miami,
incluye el uso de la fuerza contra Venezuela, según pauta el conocido plan
"Freedon Venezuela 2". Al respecto, el
presidente Donald Trump ha dicho y reiterado que frente a Venezuela "se
mantienen todas las opciones sobre la mesa", expresión repetida recurrentemente
por varios de sus altos funcionarios. No cabe duda en cuanto a que una
invasión militar liderada por EEUU con participación de tropas de Colombia y
Brasil, pende como amenaza de última instancia contra el gobierno de Maduro y
la soberanía e integridad territorial de Venezuela. Sería un holocausto,
sobre lo cual volveremos en próximo informe confidencial.
Trump ha considerado al
más alto nivel de su gobierno y del Pentágono esa eventualidad bélica desde
noviembre de 2017, cuando preguntó a miembros de su gabinete por qué no se
podía invadir Venezuela, de lo cual se supo en 2018 por filtraciones a la prensa
estadounidense.
En ese delicado marco
internacional, Guaidó sorprende el 23 de enero pasado con su
autojuramentación como "presidente encargado de la República", en
tan estrecha planificación con EEUU que ni sus compañeros parlamentarios de la
AN lo sabían, pero sí Trump, quien a los minutos de ese acto ejecutado en la
plaza Juan Pablo II, de Chacao, le anunció su reconocimiento. Inmediatamente,
replicaron Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados
Americanos (OEA) y los gobiernos del Grupo de Lima.
Esa agresiva política
estadounidense es la principal fortaleza de las actuaciones de Guaidó, tal vez
la única; pero a la vez es su debilidad principal, no la única.
IV. La
juramentación presidencial de Maduro para el período constitucional 2019-2025,
el 10 de enero ante el Tribunal Supremo de Justicia, aceleró el ritmo de la
confrontación.
Electo por voto popular
en los cuestionados comicios del 20 de mayo de 2018 -convocados por la Asamblea
Nacional Constituyente (ANC) electa en 2017 con boicoteo opositor, y realizados
por el Consejo Nacional Electoral (CNE)-, el presidente Nicolás Maduro Moros ha
enfrentado desde entonces el desconocimiento opositor, tanto a la ANC como a su
ejercicio presidencial para el período 2019-2025.
Según cifras oficiales
del CNE, con el 53,93 % de abstención y 46.07% de participación,estos
fueron los resultados de la elección presidencial:
Candidatos
|
Votos
|
Porcentaje
|
/
|
Electores
Inscritos
|
Abstención
|
Nicolás Maduro
|
6.248.864
|
67,84 %
|
/
|
20.526.978
|
53,93 %
|
Henry Falcón
|
1.927.958
|
20,93 %
|
/
|
||
Javier Bertucci
|
925.042
|
10,82 %
|
/
|
||
Reinaldo Quijada
|
34.614
|
0,39 %
|
/
|
Esa política de
desconocimiento y hostigamiento al segundo ejercicio presidencial de Maduro, ha
sido suscrita y luego comandada internacionalmente por el gobierno
estadounidense del presidente Donald Trump y los gobiernos integrantes del
"Grupo de Lima" junto con el secretario general de la OEA, Luis
Almagro, aunque sin mandato oficial de ese ente multilateral continental, del
cual Venezuela dejó de formar parte a partir del pasado 27 de abril de 2019.
Si bien se conocía el
veto internacional de EEUU al nuevo ejercicio presidencial de Maduro, lo
sorpresivo fue la autojuramentación del diputado Juan Guaidó como
"presidente encargado de la República", el 23 de enero de 2019, más
sin haber sido investido por el plenario de la Asamblea Nacional, bajo dominio
opositor, aunque sometido a un constante mandato de "desacato" por
parte del Tribunal Supremo de Justicia que impone nulidad a todos los actos del
Poder Legislativo.
La confrontación se
desbocó y pasó a mayores el 23 de febrero, día decretado por Guaidó como de
ingreso ("sí o sí") de la "ayuda humanitaria" solicitada
por él a Estados Unidos y almacenada por la USAID (Agencia para el Desarrollo
Internacional de Estados Unidos) en la ciudad de Cúcuta, departamento Norte de
Santander, Colombia. En medio de una gran tensión internacional provocada por
esta tentativa, el resultado fue negativo para sus promotores, obteniendo el
gobierno de Maduro un triunfo político que comenzó a marcar un cambio de
tendencia en los acontecimientos, hasta los hechos del 30.04.2019, cuando la
soledad y la incertidumbre arroparon a los líderes de Voluntad Popular,
Leopoldo López y Juan Guaidó, quienes encabezaron un golpe de Estado frustrado
por el escasísimo apoyo militar y el tenue respaldo popular activo.
V. Esa
conflictividad política marcó todo el período objeto de análisis, y
seguramente continuará pesando sobre la maltratada población y la endeble
economía venezolana, ahora bloqueada por el gobierno de Estados Unidos.
Aunque todos estos
ataques acontecidos durante el lapso enero-abril 2019 no han logrado el
objetivo declarado de defenestrar al presidente Maduro, las consecuencias sobre
la población han sido terribles por su enorme capacidad de empobrecimiento social
y ruina económica, con dos picos descollantes:
1.- La interrupción del
flujo eléctrico del Sistema Hidroeléctrico del Caroní "Simón Bolívar"
-denunciado oficialmente por Venezuela como "saboteo" con padrinazgo
del gobierno de EEUU; y calificado por factores de oposición como consecuencia
de la falta de mantenimiento y la deficiente gerencia gubernamental-, el
07.03.2019, que dejó sin servicio de electricidad a casi todo el territorio
venezolano por unos cinco días continuos.
2.- El conjunto creciente
de medidas hostiles por parte del gobierno del presidente Trump contra
Venezuela, en materia financiera, económica, petrolera y comercial, que ha
agravado los problemas preexistentes con afectación severa y cierta de toda la
población residente en territorio nacional, sin distingo de nacionalidades,
ideologías, credos, posiciones políticas y niveles socioeconómicos.
VI. El
fallido intento golpista encabezado por Leopoldo López y Juan Guaidó, ambos
líderes de Voluntad Popular, cerró abril siendo un punto de inflexión que
parece beneficiar al acosado gobierno del PSUV, porque puso en fuga penal a la
dirigencia opositora más radicalizada, a pesar del apoyo externo liderado por
los gobiernos de EEUU y Colombia.
Así, sufre de mil maneras
la población empobrecida y maltratada, y se agravan todos los problemas
económicos y sociales en Venezuela, según el patrón de la política hostil de
EEUU que busca "acelerar el colapso" para provocar finalmente el
derrocamiento del gobierno de Maduro, objetivo frustrado hasta la fecha.
El frustrado golpe del
30-A generó importantes consecuencias inmediatas:
1.- Siendo un punto de
inflexión, colocó al gobierno de Maduro a la ofensiva, frente a una oposición
política interna descalabrada, ya impotente y de nuevo sin liderazgo sólido.
Fue una muy importante derrota para la dirigencia opositora de turno, a nuestro
juicio.
2.- La debilidad de los
factores involucrados en el golpe permitió al gobierno iniciar un plan de
persecución penal, que ya tiene sus primeras bajas con el refugio diplomático
(inicio de procesos de auto-exilio) de varios de ellos, especialmente Leopoldo
López y su esposa (España) desde el mismo día del golpe político-militar
frustrado.
3.- Como el alzamiento
militar buscado no se produjo y tampoco fue atendido el llamado a masivas
protestas popular contra el gobierno, aunque hubo inmediato respaldo exterior
de EEUU, Colombia, Almagro (OEA), Marco Rubio y sus aliados, el apoyo
internacional a Guaidó, como "presidente encargado de Venezuela", ha
mermado o, en todo caso, su reciente ascendente intensidad se ha visto
disminuida, comenzando por el claro giro del gobierno de España y la
reactivación del trabajo del Grupo de Contacto de la Unión Europea (UE).
4.- La potencia agresiva
del uso de la fuerza militar por parte del gobierno estadounidense también se
ha visto afectada por el fracaso opositor del 30-A, no solo debido a las firmes
negativas de los gobiernos del Grupo de Lima y de la UE a respaldar la opción
de la invasión militar mediante el plan "Freedom Venezuela 2"
del Comando Sur de EEUU, sino por los problemas internos de Trump en su propio
territorio frente a la mayoría demócrata que ahora lo amenaza con un posible
proceso de destitución por "obstrucción de la justicia" en el caso de
la supuesta interferencia rusa en el proceso electoral presidencial de 2016.
Como antecedente inmediato está también el fracaso del intento de ingreso de
"ayuda humanitaria" desde Colombia, el 23 de febrero pasado.
CONCLUSIONES
PROSPECTIVAS.-
a) La crisis venezolana
no tendrá desenlaces definitivos inmediatos.
b) El gobierno del
presidente Maduro se mantendrá a flote, pero en condiciones precarias. La
inestabilidad será su sino.
c) La dirección política
opositora actual deberá vadear dificultades para recuperar parte del prestigio
perdido por las sucesivas derrotas sufridas en el lapso enero-abril 2019.
d) En medio del
estancamiento de la crisis política, los planteamientos alternativos como el
referendo consultivo para la relegitimación electoral de los Poderes Públicos,
se irán posicionando como opciones válidas con apoyo internacional de factores
no adscritos a los dos bandos en pugna (Gob-Op) y con la anuencia de esos
gobiernos que todavía respaldan vivamente al gobierno de Maduro y al bando
opositor liderado formalmente por Guaidó.
e) La crisis económica
seguirá su curso durante todo el ejercicio 2019, dada la preeminencia de la
crisis política interna con incidencia de potentes factores e intereses
externos. Tal nivel de confrontación impide la implementación y el desarrollo
de cualquier plan reconstrucción económica, en el corto plazo.
f) La inconformidad
social creciente, gravemente catalizada por el empobrecimiento de la población
víctima de la espiral inflacionaria-especulativa, seguramente presionará con
mayores exigencias a los factores políticos en pugna para la búsqueda de
opciones de entendimiento y racionalidad, lejos del esquema "suma
cero" impuesto hasta ahora, visto que ni el gobierno puede derrotar a la
oposición ni ésta está en capacidad de derrotar al primero.
RECOMENDACIONES.-
1.- Desechar
difinitivamente la opción militar de invasión estadounidense ("Freedom
Venezuela 2") como solución a la tragedia histórica que sufre la sociedad
venezolana.
2.- Exigir la defensa de la
paz, la soberanía y la integridad territorial de Venezuela, mediante un gran
entendimiento de interés nacional para el logro inmediato de una ruta
democrática con participación popular en la toma de decisiones estratégicas.
3.- Contribuir a la
elevación de la producción nacional con mayor productividad, responsabilidad
política y económica, y ecuanimidad en el tratamiento de los "cuellos de
botella" en cada sector.
4.- Revertir la tendencia
refractaria y destructiva de la corrupción y otras prácticas delictivas que han
invadido vastos sectores de la vida venezolana.
5.- Estimular los cambios
actitudinales necesarios para la revitalización y desintoxicación de la
sociedad venezolana, hoy enervada por tendencias disolventes e improductivas.
Responsabilidad, eficiencia y solidaridad serán soportes indispensables hacia
las transformaciones requeridas.
Mayo 2019
DIRECTOR: Manuel Isidro Molina
@manuelisidro21
manuelisidro21@gmail.com
DIRECTOR: Manuel Isidro Molina
@manuelisidro21
manuelisidro21@gmail.com
* Este informe confidencial circula entre abonados privados e institucionales, la primera semana de cada mes. Las evaluaciones, conclusiones prospectivas y recomendaciones se basan en análisis político de coyuntura con metodologías cualitativas y cuantitativas profesionales y no vinculadas a intereses partidistas o económicos. Está diseñado para satisfacer especialmente los requerimientos de información crítica de los actores políticos, económicos y sociales, las representaciones diplomáticas y multilaterales, así como centros públicos y privados de investigación y desarrollo de políticas públicas.
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