viernes, 30 de junio de 2023

Las vicisitudes del periodismo en Venezuela

"No existe en la vida pública más 'poder espiritual' que la prensa"

José Ortega y Gasset


Por Jesús Alberto Castillo (*)

El reconocido investigador venezolano Marcelino Bisbal, en su interesante trabajo "Momentos oscuros para el periodismo venezolano", destaca que en la denominada era bolivariana la subordinación de los medios y sus comunicaciones con respecto a la política ha venido siendo una constante impuesta desde la cúspide del poder. Por eso estamos en presencia de un fenómeno denominado "nuevo régimen comunicativo".

Insiste, el también prestigioso académico y ex Director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, que Venezuela vive terribles amenazas desde la racionalidad política económica, social, cultural-comunicacional que caracteriza al actual gobierno militarista, autoritario y dictatorial en funciones de Estado. Situación que obliga al periodismo a elevarse desde sus propias dificultades y carencias para convertirse en vocero crítico de las patologías políticas y sociales que rodean al ejercicio del poder y que cada vez con más fuerza y decisión se empeña en obstaculizar y hasta en detener cualquier proceso de desarrollo democrático en nuestro país.

Esgrime acertadamente Bisbal que, para el bien de la sociedad venezolana, se hace imperiosa la tarea de contar con un periodismo independiente del gobierno y de los empresarios de medios, capaz de orientar a la ciudadanía para una cultura política donde se considere integrante de un conglomerado social y reconozca que el poder político o cualquiera otra forma de poder tiene que subordinarse a las expectativas del ciudadano y, no al revés, el ciudadano a los intereses del poder. No podemos, por ninguna circunstancia, que ese "régimen comunicativo", a través de los medios públicos, imponga un orden fundado en controles oficiales para inducir en la sociedad la idea de que "el hombre nuevo está naciendo" y, a la vez, se lleve por delante la memoria histórica del país, su cultura, su identidad y los principios de tolerancia y pluralismo.

Las ideas expuestas por Marcelino Bisbal, con quien compartimos valiosas ideas en nuestra época estudiantil en la Escuela de Comunicación Social de la UCV, nos ubican de manera cruda en la realidad que vive el periodismo venezolano frente a un régimen intolerante. No es casual cómo los principales voceros de esta forma de gobierno ve al periodista como un enemigo que debe ser combatido de cualquier manera. La poderosa maquinaria comunicacional del oficialismo se esmera en adoctrinar y adormecer a un conglomerado social sobre los verdaderos problemas que se suscitan en un país sumergido en los niveles de pobreza extrema y autoritarismo político. De manera que ser periodista independiente representa un alto riesgo en Venezuela. 

No conforme con esto, el régimen ha impuesto una serie de restricciones y controles a la actividad comunicacional. La creación de instrumentos jurídicos, organismos públicos y plataformas mediáticas han aflorado desde el alto gobierno para generar intimidación y autocensura, verbigracia la Ley RESORTE, Ley Orgánica de Telecomunicaciones y CONATEL, organismo que pierde su carácter técnico y pasa a la Vicepresidencia de la República para asumir funciones políticas y de censura.

Paralelamente, el régimen se ha valido de una narrativa simbólica que la perfecciona a través de su amplia plataforma mediática con la intención de imponer su propia verdad, es decir, una realidad inventada desde la propaganda mediática e institucional. En fin, una arquitectura jurídico-comunicacional orientada a restringir significativamente la libertad de expresión y la libertad de comunicación, consideradas derechos universales de la humanidad.

Hoy, cuando acabamos de celebrar el Día Nacional del Periodista, el tiempo es propicio para reflexionar sobre este proceso de restricciones a las libertades de comunicación, de pensamiento y de expresión. Incluso, a la propia eliminación de la actividad profesional del periodismo. No hay que olvidar que el régimen pisotea la Ley que rige el ejercicio periodístico al crear un grupo de "comunicadores alternativos" que, en la práctica, está conformado por activistas del proyecto político que está en marcha para reforzar y legitimar el proceso de alienación impuesto desde las altas esferas del Estado. Los periodistas venezolanos tenemos la difícil tarea de seguir defendiendo las libertades públicas, la democracia y ser voz crítica de los ciudadanos.

Estamos claros que el asedio a los periodistas va a continuar en la misma proporción en que se agudicen los problemas de la gente, tal como está ocurriendo ante nuestros ojos. Sigamos bien alertas y recordemos lo expresado por Ryzard Kapuscinski: "El trabajo de los periodistas no consiste en pisar cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse". Afortunadamente, todavía estamos parados frente al encendedor de la luz.


(*) Miembro del Tribunal de Ética y Disciplina del CNP-Seccional Sucre

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