martes, 22 de mayo de 2018

PASANDO LA HOJA / 20M: ¿Qué ocurrió y qué puede ocurrir?



MANUEL ISIDRO MOLINA
Antes del pasado 20 de mayo, cuando amigas y amigos preguntaban “¿qué va a pasar…?”, invariablemente les respondía: “Va a ganar Maduro… y la abstención puede estar en el orden del 55 por ciento”. Con desagrado, se mostraban incrédulos, unos porque imaginaban (o deseaban) una abstención de más del 80 %; y otros porque soñaban –sin base alguna- que Henri Falcón podría ganar la elección. No es “bola de cristal”, es análisis político sin manipulaciones ni típicos engaños del “marketing político” (mercadeo de la política).

“Hacia el 21 de mayo” formule algunas previsiones:

“1.- El triunfo de Maduro consolida el control inestable y vicioso del poder por parte del Psuv y los militares mafiosos (activos y retirados).

“2.- La ‘oposición’ estará más fraccionada y aturdida, sin posibilidad inmediata de recuperar algo parecido a la MUD-2015. 

“3.- Los opositores neoliberales y vendepatria seguirán el curso pautado por el uribismo y Trump, eje fundamental que incluye a Pastrana y Santos. Así, procurarán el establecimiento de un mayor cerco internacional, que puede escalar a nivel comercial y tecnológico, cono ya lo hace el gobernador de La Florida. No veo posibilidad de cambios en la OEA y la ONU en contra del gobierno de Maduro. 

“4.- Hacia el final del año 2018, puede materializarse un cerco militar camino a una aventura bélica, que no se puede descargar visto el acumulado Obama-Trump en el Comando Sur. 

“5.- El gobierno tiene capacidad de maniobra, dadas las debilidades de lo que fue la MUD y la ausencia de un proyecto alternativo creíble, sensato y abiertamente anti-militarista y anti-delictivo”. https://bit.ly/2GuxU9n

Mucho antes, el 17.02, adelanté un análisis de coyuntura titulado “Maduro corre solo”:

“Oficializada esta semana, la negativa de Lorenzo Mendoza (Polar) a postularse como candidato presidencial independiente –lo informé de forma exclusiva en esta columna, el pasado 03.02.2018 (web )-, la Mesa de Unidad Democrática (MUD) quedó maltrecha, dividida profunda e irreversiblemente y con varios aspirantes presidenciales sin suficiente reconocimiento público (algunos dan pena ajena), como para siquiera darle un ‘susto’ al presidente-candidato, quien no oculta su euforia… Y como la dirigencia de la MUD anda tan destartalada, inconexa y vocinglera –con su loca franja vendepatria que ruega por una ‘invasión, ya’-, pues Maduro corre solo, es decir, sin resistencia orgánica suficiente como para perder la elección (…) aun siendo minoría en el país, como lo indican todas las encuestas de opinión conocidas”.

En consecuencia, valió una apreciación que tampoco gusta mucho a quienes han caído en lo que llamo “cultura del quejido”:

Solo un nuevo proyecto político coherente, realista, decente, confiable y respetable -intérprete de los profundos y verdaderos intereses de nuestro pueblo y el desarrollo estratégico de la nación-, podría derrotar a Maduro el 22A. Pero, no existe; no hemos sabido ni querido imaginarlo, y menos construirlo como demanda el momento histórico. ¡Corruptos, mezquinos y payasos, sobran! No por casualidad, ‘el tuerto es rey’”. https://bit.ly/2IqNgxb

La votación declinante de Maduro y el chavismo
Desde el gobierno están haciendo fiesta por los resultados del 20M, y en algo se justifica porque salvaron el pellejo, literalmente, en medio de una tragedia histórica sin precedentes, cuyos culpables son muchos pero el principal sigue siendo la naturaleza de la gestión Chávez-Maduro: una mezcla muy particular de autoritarismo, militarismo, trasnocho izquierdoso, corrupción mafiosa, ignorancia, irresponsabilidad histórica y sinvergüenzura.

El acumulado histórico del Consejo Nacional Electoral ( cne.gob.ve ) permite acceder incluso a cifras de su predecesor Consejo Supremo Electoral, para no discutir en el aire lo que ha ocurrido ni lo que puede ocurrir en Venezuela.
En materia presidencial, los números no mienten, vienen en baja para la opción presidencial del PSUV desde 2012, cuando Hugo Chávez fue enfrentado por la oposición unida con la candidatura de Henrique Capriles Radonski:

07.10.2012 - Hugo Chávez 8.191.132 votos (55%)
Abstención: 18 %

13.04.2013 – Nicolás Maduro 7.505.338 votos (50 %)
Abstención: 20 %

20.05.2018 – Nicolás Maduro 6.190.612 votos (68 %)
Abstención: 54 %.

Esa es la más alta abstención para una elección presidencial en la historia electoral venezolana, pero no en América Latina, pues países como Colombia y Chile son muestras del desapego electoral de las mayorías de sus ciudadanos, algo que no pueden ocultar Juan Manuel Santos ni Sebastián Piñera, acérrimos atacantes del gobierno de Maduro. El primero de ellos fue electo sobre 59,3 % de abstención más 6 % de votos nulos, es decir, solo hubo en su elección 35 % de votos válidos contra el padrón electoral ( https://bit.ly/2s23uWX ); y para el segundo pesa el 56 % de abstención ( https://bit.ly/2kepytJ ). Ninguno de los dos puede decir mucho sobre el 54 % registrado el 20.05.2018 en Venezuela; tampoco, sus gobiernos. Y el caso de Michel Temer, un presidente no electo en Brasil -producto de un arrebatón parlamentario contra Dilma Rousseff- es simplemente una obscenidad. Lo que quiero significar es que es un asunto de exclusiva competencia de venezolanos y venezolanas, lo que ocurrió el 20M en Venezuela.

El problema real de Maduro en su baja histórica
Políticamente, para el presidente Nicolás Maduro, el problema es su aparentemente indetenible baja histórica, no ya en términos de opinión pública (todas las encuestas lo ubican con alrededor de 20 % de favoritismo). Su liderazgo nunca ha sido sólido, aunque ha cabalgado sobre “el legado de Chávez”, cuya voz todavía retumba día y noche por el circuito público de radio y televisión, en forma abusiva.

Ante la inmensa mayoría de los venezolanos, nuestro presidente carece de legitimidad y liderazgo: alrededor de 80 % lo rechaza. Ello se le complica con el adicional rechazo o inconformidad de parte importante del chavismo que aún se mantiene atado al gobierno, bien por convicción, ora por oportunismo o temor a perder beneficios provenientes de políticas sociales y de dádivas dinerarias recurrentes a través del “Carnet de la Patria”.

¿Y cómo fue electo?
Esta es la pregunta clave, cuya respuesta nada tiene qué ver con el auto engaño presidencial expresado pendencieramente desde la tarima montada en Miraflores, la noche del domingo 20.  

Esa lectura oficial entra en el ámbito de la propaganda, pero en la realidad Maduro y el Psuv han logrado aferrarse al poder a punta de maña, abuso de poder y coacción de la burocracia nacional, regional y municipal para que no abandonen el barco. Nada diferente a lo que han hecho con centenares de miles de personas necesitadas del auxilio gubernamental para su sobrevivencia, con el control despiadado mediante el “Carnet de la Patria” y las cajas o bolsas “Clap”, algo tan miserable como censurable: más bien, censurable por miserable. Sobran testimonios y denuncias, las cuales deben ser recogidas para la historia y la dignificación de la política y la función pública. Estas coacciones han sido lo más asqueroso del triunfo de Maduro.

Esa dura crítica, para nada, desestima el caudal legítimo de los partidarios del gobierno y seguidores del “llegado de Hugo Chávez”, también en mengua. Penetrado por la corrupción y el control mafioso en áreas clave del gobierno y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), el chavismo es una fuerza decreciente aunque hábil en el manejo ilegal de recursos públicos, la coacción y las prácticas delictivas impunes. Aún ganando formalmente la elección del 20M, Maduro, el PSUV y la FANB tienen ante sí el reto de su regeneración moral bajo riesgo de sucumbir despreciados y odiados por los incuantificables daños causados a la nación y las afrentas a nuestra dignidad como pueblo bolivariano y latinoamericano.

Si algo demuestra lo anteriormente señalado, es el porcentaje real de votos obtenidos por el Gran Polo Patriótico (¿existe?) en relación al total de inscritos en el Registro Electoral: 20. 582.113 (20.374.829 votantes en Venezuela y 107.284 en el exterior). Los 6.190.612 votos  obtenidos por Maduro, representan el 30,38 % del padrón electoral oficial del CNE. Solo como referencia, los 8.191.132  obtenidos por Hugo Chávez en 2012, representaron el 43,33 % del padrón electoral de 18.903.143 ciudadanos. Estamos hablando de 13 puntos menos entre 2012 y 2018, lo cual es crítico pero no significa que el chavismo oficialista sea hoy una fuerza desdeñable o fácilmente derrotable.
Las debilidades de la “oposición” es otra historia, también larga, que abordaré en otra oportunidad. Claro, se sabe que por regle general, esas falencias han sido el mejor aliado del gobierno Chávez-Maduro, y esta vez no fue la excepción.

¿Qué puede ocurrir?
Lo que viene es una agudización de la macro crisis que ya nos agobia. El pueblo está asfixiado por el proceso especulativo hiperinflacionario, en medio de una economía delictiva, claramente con enclaves mafiosos desde el sector financiero gubernamental hasta las mafias colombianas que desangran nuestra economía, pasando por el “bachaqueo” y la descapitalización de Venezuela.

El gobierno de Maduro –tal como ha sido- no podrá enfrentar exitosamente este desastre creado por sus pillerías y arbitrariedades junto con las insensateces de una oposición irresponsable y vendepatria. La embestida del gobierno estadounidense se intensificará desde lo financiero y económico hacia lo científico, tecnológico y cultural, algo muy parecido a lo que desde 1961 Washington le ha impuesto a Cuba. Trump y sus halcones tienen como aliados a los gobiernos de Brasil, Colombia y Guyana en nuestras fronteras terrestres al sur, oeste y este, respectivamente; el concurso de gobiernos ideológicamente militantes del neoliberalismo y el pro imperialismo como los de Argentina y Perú; y casos raros como el gobierno de Panamá, algo ridículo por servil y pretencioso. La Unión Europea parece haber frenado un poco el inicial frenesí agresor contra el gobierno venezolano, lo cual no significa que no pueda embarcarse en la aventura trituradora que han procurado personajes de la política criolla como María Corina Machado, Julio Borges y Antonio Ledezma, por solo mencionar tres, sin importarles los enormes sufrimientos que causan a nuestros compatriotas.

A lo interno, la fraccionada “oposición” tradicional –cuyos antecedentes inmediatos son la Coordinadora Democrática y la Mesa de Unidad Democrática, ambas extinguidas en medio de grandes derrotas- no parece amenaza real para el gobierno de Maduro, empeñados como están sus dirigentes en resolver la crisis desde el exterior, sin descartar una invasión colombo-estadounidense, ya planificada por el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos.

En definitiva, seguimos entrampados. Venezuela sufre la desdicha de un liderazgo político mediocre, corrupto e irresponsable, acostumbrado a colocar sus bolsillos, los personalismos y las aspiraciones de grupos por encima de los intereses de la patria y de las reales necesidades y anhelos del traicionado pueblo venezolano.

En todo caso, Washington se ha convertido en el centro de la política venezolana, como nunca antes. El alto riesgo radica en que el gobierno de EEUU está en manos de un presidente minoritario -bastante loco y rodeado de fanáticos imperialistas- que en muy poco tiempo ha encendido escenarios conflictivos de diversas índoles y niveles de riesgo con Corea del Norte, Rusia, China, Siria, Irán, México y la mismísima Unión Europea. Y, por supuesto, con Venezuela siguiendo la pauta de sometimiento imperial continental que les viene desde 1823 con la “Doctrina Monroe”.

Trump –como lo prometió en su campaña en 2016- busca hacer buena su promesa: “Estados Unidos volverá a ganar guerras”, por lo que Venezuela puede ser un escenario apropiado con las 7 bases del Comando Sur en Colombia y otras dos en Aruba y Curazao, el apoyo del ejército de Brasil y las bases de aprovisionamiento de tropas y logística en Guatemala, Panamá, Puerto Rico y La Florida, sede de esa rama militar estadounidense que cubre El Caribe, Centroamérica y Suramérica. Temas serios, que no aparecen por ningún lado en la “agenda política” criolla, pero gravitan sobre la realidad y deben ser asumidos por cualquier proyecto político alternativo responsable, honesto intelectualmente y probo en su visión de la vida.