Manuel Isidro Molina
Reaparece el ritornello polarizante en la polítiquería venezolana. Son los mismos que han destrozado nuestra patria, y maltratado y empobrecido a nuestra gente, al pueblo, niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres, trabajadoras y trabajadores activos, jubilados y pensionados. Siempre los mismos victimarios: ¿hasta cuándo?
Los modos de hacer política de ambos bandos tienen idénticos resultados: impedir el debate nacional necesario, y profundizar los severos perjuicios a la sociedad venezolana. Su objetivo común es reinstalar la polarización que impusieron desde al menos 1998 hasta 2022, año del hundimiento del nefasto y expoliador experimento del "gobierno interino" encabezado por Juan Guaidó, autojuramentado el 23 de enero de 2019. Esa oposición extremista-macartista fue muriendo, junto con el hundimiento del gobierno de Nicolás Maduro y el PSUV.
Disminuidos en la valoración popular, los factores de poder reflejados en las candidaturas presidenciales de Nicolás Maduro y María Corina Machado, vienen haciendo cabriolas, especialmente desde enero de 2023, cuando la misma "oposición" de la Mesa de Unidad Democrática/Plataforma Unitaria Democrática (MUD/PUD) defenestró a Guaidó, de quien pocos quieren saber hoy.
Por su parte, el gobierno corrupto y declinante de Maduro, ante las fragmentaciones de la MUD/PUD, escogió el camino de las negociaciones directas y secretas Miraflores/CasaBlanca. Sus mayores logros fueron de orden mafioso: levantamiento de las sanciones OFAC a Erick Malpica Flores; indultos a los narcosobrinos Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas; y la liberación de Alex Saab, hoy convertido en alto funcionario de un gobierno desprestigiado por inmoral. Simultáneamente, su "antiimperialismo" naufragó ante la urgencia energética de Estados Unidos, sediento de petróleo pesado para sus refinerías y gas para Europa. Todo cuadró, para Joe Biden y Nicolás Maduro, perturbados por sus respectivas vocaciones reeleccionistas.
Inhabilitaciones a la medida del gobierno
El viernes 26.01.2024, la Sala Políticoadministrativa del Tribunal Supremo de Justicia graneó decisiones políticas de gobierno, en las que resaltan las ratificaciones de las inhabilitaciones para ejercer cargos publicos de Henrique Capriles Radonski y María Corina Machado, la principal candidata presidencial de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD).
Está "novedad" prevista y reiterativamente anunciada por Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez en forma altisonante y pendenciera durante meses, no sorprende a nadie. Sí demuestra esta decisión oficialista de imponer a todo riesgo la inhabilitación de Machado, la sobreconfianza delictiva de Maduro y su gobierno por el control irrestricto sobre los poderes Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral. ¿Hasta dónde planean llegar?
Venezuela seguirá discutiendo opciones, mientras Miraflores y la Casa Blanca arriesgan en los secretos vericuetos de sus negociaciones, los extremos constitucionales de Estados Unidos y Venezuela.
La polarización que han intentado reimponer en el dislocado escenario político nacional, se abre al debate necesario. Las culpas de gobierno y oposición vuelven a resaltar, así sus dirigentes pretendan seguir mintiéndole al pueblo empobrecido y traicionado. El juego no está trancado: con esta truculencia represiva del gobierno -a ritmo de "furia Bolivariana"- se baraja la mano y se abre nuevo escenario, distinto al de la "polarización" extinguida. Nada está quieto ni nadie tiene la sartén por el mango.
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