MANUEL
ISIDRO MOLINA
Antes del pasado 20 de
mayo, cuando amigas y amigos preguntaban “¿qué va a pasar…?”, invariablemente
les respondía: “Va a ganar Maduro… y la abstención puede estar en el orden del
55 por ciento”. Con desagrado, se mostraban incrédulos, unos porque imaginaban
(o deseaban) una abstención de más del 80 %; y otros porque soñaban –sin base
alguna- que Henri Falcón podría ganar la elección. No es “bola de cristal”, es
análisis político sin manipulaciones ni típicos engaños del “marketing político”
(mercadeo de la política).
“1.- El triunfo de Maduro
consolida el control inestable y vicioso del poder por parte del Psuv y los
militares mafiosos (activos y retirados).
“2.- La ‘oposición’ estará más
fraccionada y aturdida, sin posibilidad inmediata de recuperar algo parecido a
la MUD-2015.
“3.- Los opositores neoliberales
y vendepatria seguirán el curso pautado por el uribismo y Trump, eje
fundamental que incluye a Pastrana y Santos. Así, procurarán el establecimiento
de un mayor cerco internacional, que puede escalar a nivel comercial y
tecnológico, cono ya lo hace el gobernador de La Florida. No veo posibilidad de
cambios en la OEA y la ONU en contra del gobierno de Maduro.
“4.- Hacia el final del año
2018, puede materializarse un cerco militar camino a una aventura bélica, que
no se puede descargar visto el acumulado Obama-Trump en el Comando Sur.
“5.- El gobierno tiene capacidad
de maniobra, dadas las debilidades de lo que fue la MUD y la ausencia de un
proyecto alternativo creíble, sensato y abiertamente anti-militarista y
anti-delictivo”. https://bit.ly/2GuxU9n
Mucho antes, el 17.02,
adelanté un análisis de coyuntura titulado “Maduro corre solo”:
“Oficializada esta semana, la negativa de
Lorenzo Mendoza (Polar) a postularse como candidato presidencial independiente
–lo informé de forma exclusiva en esta columna, el pasado 03.02.2018 (web )-,
la Mesa de Unidad Democrática (MUD) quedó maltrecha, dividida profunda e
irreversiblemente y con varios aspirantes presidenciales sin suficiente
reconocimiento público (algunos dan pena ajena), como para siquiera darle un ‘susto’
al presidente-candidato, quien no oculta su euforia… Y como la dirigencia de la
MUD anda tan destartalada, inconexa y vocinglera –con su loca franja
vendepatria que ruega por una ‘invasión, ya’-, pues Maduro corre solo, es
decir, sin resistencia orgánica suficiente como para perder la elección (…) aun
siendo minoría en el país, como lo indican todas las encuestas de opinión
conocidas”.
En consecuencia, valió una
apreciación que tampoco gusta mucho a quienes han caído en lo que llamo “cultura
del quejido”:
“Solo un nuevo proyecto político
coherente, realista, decente, confiable y respetable -intérprete de los
profundos y verdaderos intereses de nuestro pueblo y el desarrollo estratégico
de la nación-, podría derrotar a Maduro el 22A. Pero, no existe; no hemos
sabido ni querido imaginarlo, y menos construirlo como demanda el momento
histórico. ¡Corruptos, mezquinos y payasos, sobran! No por casualidad, ‘el
tuerto es rey’”. https://bit.ly/2IqNgxb
La
votación declinante de Maduro y el chavismo
Desde el gobierno están
haciendo fiesta por los resultados del 20M, y en algo se justifica porque
salvaron el pellejo, literalmente, en medio de una tragedia histórica sin
precedentes, cuyos culpables son muchos pero el principal sigue siendo la
naturaleza de la gestión Chávez-Maduro: una mezcla muy particular de
autoritarismo, militarismo, trasnocho izquierdoso, corrupción mafiosa,
ignorancia, irresponsabilidad histórica y sinvergüenzura.
El acumulado histórico del
Consejo Nacional Electoral ( cne.gob.ve ) permite acceder incluso a cifras de
su predecesor Consejo Supremo Electoral, para no discutir en el aire lo que ha
ocurrido ni lo que puede ocurrir en Venezuela.
En materia presidencial,
los números no mienten, vienen en baja para la opción presidencial del PSUV desde
2012, cuando Hugo Chávez fue enfrentado por la oposición unida con la
candidatura de Henrique Capriles Radonski:
07.10.2012 - Hugo Chávez 8.191.132 votos (55%)
Abstención: 18 %
13.04.2013 – Nicolás Maduro 7.505.338 votos (50 %)
Abstención: 20 %
20.05.2018 – Nicolás Maduro 6.190.612 votos (68 %)
Abstención: 54 %.
Esa es la más alta abstención para una elección presidencial en la
historia electoral venezolana, pero no en América Latina, pues países como
Colombia y Chile son muestras del desapego electoral de las mayorías de sus
ciudadanos, algo que no pueden ocultar Juan Manuel Santos ni Sebastián Piñera,
acérrimos atacantes del gobierno de Maduro. El primero de ellos fue electo
sobre 59,3 % de abstención más 6 % de votos nulos, es decir, solo hubo en su
elección 35 % de votos válidos contra el padrón electoral ( https://bit.ly/2s23uWX ); y para el segundo
pesa el 56 % de abstención ( https://bit.ly/2kepytJ
). Ninguno de los dos puede decir mucho sobre el 54 % registrado el 20.05.2018
en Venezuela; tampoco, sus gobiernos. Y el caso de Michel Temer, un presidente
no electo en Brasil -producto de un arrebatón parlamentario contra Dilma Rousseff-
es simplemente una obscenidad. Lo que quiero significar es que es un asunto de
exclusiva competencia de venezolanos y venezolanas, lo que ocurrió el 20M en
Venezuela.
El problema real de Maduro en su baja histórica
Políticamente, para el presidente Nicolás Maduro, el problema es su
aparentemente indetenible baja histórica, no ya en términos de opinión pública
(todas las encuestas lo ubican con alrededor de 20 % de favoritismo). Su
liderazgo nunca ha sido sólido, aunque ha cabalgado sobre “el legado de Chávez”,
cuya voz todavía retumba día y noche por el circuito público de radio y
televisión, en forma abusiva.
Ante la inmensa mayoría de los venezolanos, nuestro presidente carece de
legitimidad y liderazgo: alrededor de 80 % lo rechaza. Ello se le complica con
el adicional rechazo o inconformidad de parte importante del chavismo que aún
se mantiene atado al gobierno, bien por convicción, ora por oportunismo o temor
a perder beneficios provenientes de políticas sociales y de dádivas dinerarias
recurrentes a través del “Carnet de la Patria”.
¿Y cómo fue electo?
Esta es la pregunta clave, cuya respuesta nada tiene qué ver con el auto
engaño presidencial expresado pendencieramente desde la tarima montada en
Miraflores, la noche del domingo 20.
Esa lectura oficial entra en el ámbito de la propaganda, pero en la realidad
Maduro y el Psuv han logrado aferrarse al poder a punta de maña, abuso de poder
y coacción de la burocracia nacional, regional y municipal para que no
abandonen el barco. Nada diferente a lo que han hecho con centenares de miles
de personas necesitadas del auxilio gubernamental para su sobrevivencia, con el
control despiadado mediante el “Carnet de la Patria” y las cajas o bolsas “Clap”,
algo tan miserable como censurable: más bien, censurable por miserable. Sobran
testimonios y denuncias, las cuales deben ser recogidas para la historia y la
dignificación de la política y la función pública. Estas coacciones han sido lo
más asqueroso del triunfo de Maduro.
Esa dura crítica, para nada, desestima el caudal legítimo de los partidarios
del gobierno y seguidores del “llegado de Hugo Chávez”, también en mengua.
Penetrado por la corrupción y el control mafioso en áreas clave del gobierno y
la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), el chavismo es una fuerza
decreciente aunque hábil en el manejo ilegal de recursos públicos, la coacción
y las prácticas delictivas impunes. Aún ganando formalmente la elección del
20M, Maduro, el PSUV y la FANB tienen ante sí el reto de su regeneración moral
bajo riesgo de sucumbir despreciados y odiados por los incuantificables daños causados
a la nación y las afrentas a nuestra dignidad como pueblo bolivariano y
latinoamericano.
Si algo demuestra lo anteriormente señalado, es el porcentaje real de
votos obtenidos por el Gran Polo Patriótico (¿existe?) en relación al total de
inscritos en el Registro Electoral: 20. 582.113 (20.374.829
votantes en Venezuela y 107.284 en el exterior). Los 6.190.612
votos obtenidos por Maduro, representan el 30,38 % del padrón electoral
oficial del CNE. Solo como referencia, los 8.191.132
obtenidos por Hugo Chávez en 2012,
representaron el 43,33 % del padrón electoral de 18.903.143 ciudadanos. Estamos
hablando de 13 puntos menos entre 2012 y 2018, lo cual es crítico pero no
significa que el chavismo oficialista sea hoy una fuerza desdeñable o
fácilmente derrotable.
Las debilidades de la
“oposición” es otra historia, también larga, que abordaré en otra oportunidad.
Claro, se sabe que por regle general, esas falencias han sido el mejor aliado
del gobierno Chávez-Maduro, y esta vez no fue la excepción.
¿Qué
puede ocurrir?
Lo que viene es una
agudización de la macro crisis que ya nos agobia. El pueblo está asfixiado por
el proceso especulativo hiperinflacionario, en medio de una economía delictiva,
claramente con enclaves mafiosos desde el sector financiero gubernamental hasta
las mafias colombianas que desangran nuestra economía, pasando por el “bachaqueo”
y la descapitalización de Venezuela.
El gobierno de Maduro –tal
como ha sido- no podrá enfrentar exitosamente este desastre creado por sus
pillerías y arbitrariedades junto con las insensateces de una oposición irresponsable
y vendepatria. La embestida del gobierno estadounidense se intensificará desde
lo financiero y económico hacia lo científico, tecnológico y cultural, algo muy
parecido a lo que desde 1961 Washington le ha impuesto a Cuba. Trump y sus
halcones tienen como aliados a los gobiernos de Brasil, Colombia y Guyana en
nuestras fronteras terrestres al sur, oeste y este, respectivamente; el
concurso de gobiernos ideológicamente militantes del neoliberalismo y el pro
imperialismo como los de Argentina y Perú; y casos raros como el gobierno de
Panamá, algo ridículo por servil y pretencioso. La Unión Europea parece haber
frenado un poco el inicial frenesí agresor contra el gobierno venezolano, lo
cual no significa que no pueda embarcarse en la aventura trituradora que han
procurado personajes de la política criolla como María Corina Machado, Julio
Borges y Antonio Ledezma, por solo mencionar tres, sin importarles los enormes
sufrimientos que causan a nuestros compatriotas.
A lo interno, la
fraccionada “oposición” tradicional –cuyos antecedentes inmediatos son la
Coordinadora Democrática y la Mesa de Unidad Democrática, ambas extinguidas en
medio de grandes derrotas- no parece amenaza real para el gobierno de Maduro,
empeñados como están sus dirigentes en resolver la crisis desde el exterior,
sin descartar una invasión colombo-estadounidense, ya planificada por el
Comando Sur del Ejército de Estados Unidos.
En definitiva, seguimos
entrampados. Venezuela sufre la desdicha de un liderazgo político mediocre,
corrupto e irresponsable, acostumbrado a colocar sus bolsillos, los
personalismos y las aspiraciones de grupos por encima de los intereses de la
patria y de las reales necesidades y anhelos del traicionado pueblo venezolano.
En todo caso, Washington
se ha convertido en el centro de la política venezolana, como nunca antes. El
alto riesgo radica en que el gobierno de EEUU está en manos de un presidente
minoritario -bastante loco y rodeado de fanáticos imperialistas- que en muy
poco tiempo ha encendido escenarios conflictivos de diversas índoles y niveles
de riesgo con Corea del Norte, Rusia, China, Siria, Irán, México y la mismísima
Unión Europea. Y, por supuesto, con Venezuela siguiendo la pauta de
sometimiento imperial continental que les viene desde 1823 con la “Doctrina
Monroe”.
Trump –como lo
prometió en su campaña en 2016- busca hacer buena su promesa: “Estados
Unidos volverá a ganar guerras”, por lo que Venezuela puede ser un escenario apropiado con las
7 bases del Comando Sur en Colombia y otras dos en Aruba y Curazao, el apoyo
del ejército de Brasil y las bases de aprovisionamiento de tropas y logística
en Guatemala, Panamá, Puerto Rico y La Florida, sede de esa rama militar
estadounidense que cubre El Caribe, Centroamérica y Suramérica. Temas serios,
que no aparecen por ningún lado en la “agenda política” criolla, pero gravitan
sobre la realidad y deben ser asumidos por cualquier proyecto político
alternativo responsable, honesto intelectualmente y probo en su visión de la
vida.
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