sábado, 17 de enero de 2015

ANÁLISIS / La Economía venezolana: Balance 2014 - Prespectivas 2015


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias 2013





1.    Caída de la renta petrolera nos sorprendió sin ahorros

Luego de tres años de estabilidad en torno a los 100 $/b, en el segundo semestre de 2014 los precios del petróleo cayeron en más del 40%. El detonante de esta pronunciada baja es un exceso en la oferta de petróleo y una menor demanda por la desaceleración de la economía mundial. La combinación de una menor actividad económica global, con una mayor producción de países No-OPEP ha provocado un exceso de oferta estimada en 2 millones  de barriles diarios. Si bien los EE.UU. e Inglaterra muestran tasas de crecimiento económico positivas, la Unión Europea no termina de recuperar un ritmo de crecimiento estable y sostenido. China e India dan muestras de una desaceleración del ritmo de crecimiento y Japón pareciera entrar en una nueva recesión.

Pero lo más importante en la tendencia de los precios del petróleo a mediano y largo plazo son los cambios estructurales en la matriz energética mundial. La difusión de las tecnologías de información mejora la eficiencia y facilitan el cambio de la matriz energética en todo el mundo, hoy es posible producir una tonelada de acero, de aluminio o de PIB con mucho menos energía y eso repercutirá en la demanda futura de petróleo. En 2017, EE.UU. pasará a ser el primer productor de crudos con su petróleo de esquisto, y la OPEP seguirá  perdiendo terreno frente a los productores No OPEP. La economía mundial está en franca desaceleración, incluyendo a China e India, y ni siquiera los sucesos geopolíticos de Ucrania y el grito de guerra contra el Estados Islámico -que otrora habría desquiciado los precios-, esta vez no han tenido ningún impacto en detener la baja en la cotización de los crudos. En tales circunstancias, resulta poco probable esperar un considerable rebote de los precios del petróleo en el corto plazo.

Por si fuera poco, el fortalecimiento del dólar acentúa la drástica caída de los precios del petróleo. La apreciación del dólar en comparación con otras monedas de reserva afecta negativamente los ingresos de los países exportadores de petróleo y materias primas que facturan en dólares sus exportaciones. Un mayor poder de compra del dólar debilita el precio del petróleo y las materias primas en el mercado internacional. 

Países como Arabia Saudita, Emiratos, Kuwait y Qatar están en mejores condiciones de soportar una prolongada caída de los precios del petróleo, toda vez que ahorraron en los tiempos de bonaza un considerable volumen de recursos que ahora les permite encarar el comportamiento errático de los precios del petróleo. Pero en Venezuela, las Reservas Internacionales cayeron en torno a los $ 20.000 millones, muy por debajo del nivel óptimo estimado en $ 29.000 millones. Para inflarlas, el Directorio del BCV incluyó monedas extranjeras de fácil conversión en divisas, diamantes y demás piedras o metales preciosos que, en realidad, deberían considerarse como activos de reserva, toda vez que los mismos no aumentan la liquidez en divisas que la economía requiere.

Es muy probable que los precios del petróleo permanezcan por debajo de 70 $/b en el primer semestre de 2015, aunque se espera cierta recuperación en el segundo semestre del año, impulsado sobre todo por el nivel mínimo que requieren los nuevos petróleos de esquistos para ser rentables. Un precio para el WTI menor a 60 $/b, perjudica y hace inviable la explotación de altos costos de los yacimientos no convencionales.

2.    Perspectivas para 2015

El PIB registró tres trimestres consecutivos de caída en el año 2014. El total de la producción nacional de bienes y servicios en el primer trimestre cerró con una baja de 4,8%, en el segundo tuvo otra caída de 4,9% y en el tercero retrocedió 2,3%[i]. Pero esta caída del PIB no puede ser atribuida única y exclusivamente al descalabro de los precios del petróleo, toda vez que en el primer semestre los precios del crudo se mantuvieron cerca de $ 100 por barril. En todo caso, la caída de los ingresos petroleros del segundo semestre vendría a ser un catalizador de la contracción económica que ya venía desde comienzos de 2014. Sin embargo, a pesar de que es en el tercer trimestre cuando comienzan a derrumbarse los precios del petróleo, el ritmo en el que retrocede el PIB en este trimestre es apenas la mitad de la caída en los dos trimestres anteriores.   

La política económica en 2014 fue de contingencia, enfocada en combatir los problemas de escasez, acaparamiento y especulación a través de operativos de controles, multas y penas de cárcel, sin mayores actuaciones en materia de políticas macroeconómicas y sectoriales.

Según el último reporte del BCV, en el tercer trimestre 2014, a pesar de la caída del PIB, crece  la actividad “Productores de Servicios del Gobierno General”, asociada a servicios de salud, administración pública y defensa, enseñanza y seguridad social que, en conjunto, crecen 2,1%, superior al crecimiento de 1,6% registrado en el IIT. También crecen “Instituciones financieras y Seguros” y “Comunicaciones”, con variaciones positivas de 13,2% y 4,1%, respectivamente. Pero en el IIIT2014 se registra un nuevo descenso de las actividades de manufactura y comercio, en -4,4% y -9,5%, respectivamente.

La caída de las importaciones privadas en -12,3% fue en alguna medida compensada por el aumento de las importaciones públicas en 16,5[ii]. Pero en 2015, año de restricciones de divisas que impedirán importar, la solución estructural para reactivar la economía y derrotar la escasez y la inflación tendrá que ser a través de políticas que estimulen la producción. Compensar el impacto de la baja de los precios del petróleo exige una política macroeconómica coherente con nuevas políticas agrícolas, industriales y tecnológicas que contribuyan a reactivar el PIB. 

La proyección del Gobierno para este año quedó plasmada en el Presupuesto 2015 en el que estima un crecimiento del PIB de 3% y una inflación entre 25%-30%, afirmando que el tipo de cambio se mantendrá en 6,30 Bs/$. El gobierno se propone aumentar la producción de alimentos entre 15% y 18%. Pero el reiterado incumplimiento de las metas presupuestarias en términos de crecimiento del PIB, inflación, precios del petróleo, reservas internacionales, tasa de cambio, etc. le resta credibilidad a sus predicciones.  

Los organismos internacionales así como agencias de calificación de riesgo pronostican para Venezuela un 2015 con menor producción y más inflación. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima una caída de -1% del PIB y una inflación de 62,9%.  Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal),  coincide con el FMI al estimar una caída entre 0,5-1. En tanto, calificadoras de riesgo como Fitch Ratings considera que la economía venezolana seguirá en recesión en 2015  y rebajó la calificación de la deuda externa venezolana a niveles de probable impago[iii]. En otra tónica, la calificadora Moody's considera que los desequilibrios fiscales  no representan un peligro inmediato para la capacidad de pago de la deuda del país, aunque la alta inflación y unas cuentas externas impactadas por la caída de los precios del petróleo plantean riesgos que habrá que monitorear[iv]. La mayoría de los analistas coincide en que el año 2015 tendrá dificultades económicas, muchas de ellas relacionadas con la administración de divisas y el tipo de cambio[v]

De no tomarse las correcciones necesarias en la economía y especialmente en el área cambiaria, continuarán disparándose el tipo de cambio paralelo que se ha convertido en la tasa marcadora en el proceso de formación de los precios, sin que el gobierno haya podido pulverizarlo, tal como lo prometió una y otra vez en años anteriores. Al momento de redactar este análisis aún no se habían anunciado las medidas para "equilibrar la economía", pero se espera que el Sicad II se convierta en la modalidad predominante para la adquisición de divisas al permitir operaciones directas de compra-venta de divisas sin la mediación del BCV. Con inflaciones de 56.3% 3n 2013 y 70% en 2014, no es descabellado ni alarmista pronosticar una inflación de 80% para este año electoral. Incluso, luce subestimada si el gobierno no corrige el déficit fiscal y se empeña en financiarlo a través de emisiones de dinero inorgánico.

Parecieran inevitables e inminentes los ajustes económicos y es muy probable que el gobierno los ejecute de manera disimulada y encubierta, tal como lo ha hecho con los ajustes de precios rezagados que no son publicados en la Gaceta Oficial, o como las devaluaciones a cuenta gotas que ha realizado a través de los Convenios Cambiarios 30 y 32. Lo mismo tendrá que hacer con el subsidio a los servicios públicos de electricidad, gas doméstico y agua, así como con los ineficientes subsidios a los alimentos y medicinas que estimulan el contrabando de extracción e impiden que los productos lleguen al consumidor.

Lo cierto es que precios del petróleo relativamente bajos dominarán la escena económica durante 2015. Debido al auge inflacionario y la restricción de divisas, resulta difícil que la expansión fiscal sea suficiente para reactivar la economía sin provocar más inflación. La disminución de los ingresos fiscales  y la propensión a financiarlo con emisiones de dinero inorgánico, reservas internacionales muy por debajo del nivel óptimo, la brecha cambiara que estimula la especulación y la corrupción, el peso de los pagos de la deuda externa, la destrucción del sistema de precios relativos, el desplazamiento del aparato productivo por más de una década de importaciones subsidiadas y por los rígidos controles de precios, definitivamente  son los grandes retos que el gobierno del Presidente Nicolás Maduro tendrá que encarar en el año 2015.  

3.    La política económica

La política económica en lugar de corregir las causas de las distorsiones fiscales monetarias, cambiarias y de precios se enfocó en atacar las consecuencias. El gobierno lanzó una ofensiva a través de la Ley Habilitante con el fin de reforzar las regulaciones y controles sobre la economía. La acción más emblemática por su inocuidad fue la Ley Orgánica de Precios Justos y la creación de la Sundde. Pero a pesar de toda la expectativa y despliegue que se generó, luego de un año tales medidas no pudieron contener la inflación, escasez, acaparamiento y especulación. El gobierno confundió especulación con inflación y al no corregir los desequilibrios macroeconómicos que generan la presión alcista sobre los precios, atacó el problema con controles, multas y penas de cárcel, como si de un delito se tratara, cuando la inflación en realidad es causada por las distorsiones fiscales, monetarias y cambiarias que aún no han sido corregidas.

a)    El desequilibrio fiscal

A lo largo de 2014, la política económica se propuso estimular el ritmo de actividad a través de la expansión fiscal. Esto generó un déficit fiscal en torno a 18,0% del PIB, el cual ha sido financiado  a través de la impresión de dinero sin respaldo por parte del BCV. Analizando las fuentes de este déficit, se observa que un 7% lo causa el desequilibrio fiscal del Gobierno Central, mientras que la mayor proporción es causada por los problemas financieros de PDVSA, lo cual explica un 11% del déficit.

Semejante desequilibrio en las cuentas fiscales se debe a que la compañía petrolera se ha visto muy perjudicada al ser obligada a vender la mayor proporción de sus divisas a una tasa de cambio oficial de 6.30 Bs/$. En consecuencia, la cantidad de bolívares que recibe a esta tasa de cambio tan baja no le rinde para pagar una nómina de más de 140 mil trabajadores, cancelar a tiempo la deuda con proveedores y contratistas y transferir fondos a las misiones sociales.A esa tasa de cambio ni siquiera puede mantener al día sus obligaciones fiscales, razón por la cual entrega pagarés al Tesoro Nacional que luego éste intercambia por efectivo en el BCV, propiciando un desproporcionado crecimiento de la liquidez monetaria en un mercado con  creciente escasez. Esto atiza la inflación, eleva la demanda de divisas escasas y ensancha la brecha entre la tasa oficial y el paralelo.

En lugar de ahorrar en tiempos de bonanza para encarar los tiempos de escasez, el gobierno mantuvo una política fiscal pro-cíclica con aumentos del gasto público cada vez que aumenta el ingreso petrolero y recortes presupuestarios cuando cae el ingreso. El mandato del artículo 321de la CRBV de activar el Fondo de Estabilización Macroeconómica -concebido para estabilizar los gastos del Estado ante las fluctuaciones de los ingresos ordinarios-, ha quedado como letra muerta. En ausencia de este mecanismo amortiguador, la economía venezolana sigue expuesta a los shocks externos que se presentan debido al comportamiento errático del mercado petrolero.

Un gobierno rentista suele apelar a la devaluación como el mecanismo más rápido para corregir el déficit fiscal. Como el Estado es el perceptor del mayor porcentaje del ingreso petrolero, en lugar de optimizar el gasto, le resulta más fácil vender las divisas a un precio mayor. El Estado automáticamente obtiene cuantiosos ingresos que le permiten corregir el déficit, sin pagar el mayor costo político que implica disciplinar el gasto y atacar las verdaderas causas macroeconómicas del deterioro fiscal. La política cambiaria se utiliza así con fines fiscales, toda vez que la devaluación es, en los hechos, un impuesto cambiario. Por esta razón, el gobierno ha puesto en práctica una devaluación encubierta al migrar a Sicad I y II un número creciente de rubros inicialmente presupuestados a la tasa de Cencoex. Asimismo, los recientes Convenios Cambiarios 30 y 32 que respectivamente autorizan a PDVSA a vender a cualquier tasa de cambio oficial el porcentaje de divisas que debe entregar en bolívares a Fonden, así como los ingresos en divisas derivados de los convenios de cooperación energética, constituyen ambos una manera de sortear el déficit fiscal por la vía de la devaluación.

b)   El desequilibrio monetario

A pesar de que el artículo 320 de la CRBV señala que “el BCV no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”, desde 2010 el instituto emisor ha venido financiando a PDVSA. Según datos oficiales, hasta noviembre de 2014 el BCV ha transferido a la compañía petrolera Bs. 664.000 millones[vi], sin que haya aumentado la producción. Esta política de expansión monetaria, lejos de estimular la economía generó una mayor presión sobre los precios, apreciación del tipo de cambio real y agotamiento de las reservas internacionales.En consecuencia, las reformas a la ley del BCV no arrojaron los resultados esperados.

De hecho, uno de los factores que más ha propagado la inflación ha sido la emisión de dinero inorgánico para financiar empresas públicas deficitarias.La inyección de dinero sin respaldo en el contexto de una economía con altos índices de escasez, no hace más que erosionar el poder de compra de la moneda nacional. Cada vez hay más bolívares procurando comprar productos que se hacen más escasos. Los propios datos oficiales revelan que el financiamiento a PDVSA ha sido la principal causa de la expansión desproporcionada de la liquidez monetaria que se ha convertido en un factor propagador de la inflación. PDVSA debe sanear sus finanzas y eso pasa por sincerar tanto la tasa de cambio oficial como el precio de la gasolina, así como fijar límites inquebrantables a las operaciones que el Gobierno puede hacer con el BCV.

Para recoger el exceso de liquidez que él propio BCV genera, la autoridad monetaria ha incrementado el encaje legal, primero de 17% a 19% y luego de 19% a 20% en octubre y diciembre de 2013, respectivamente. Y nuevamente, en junio de 2014, lo elevó de 20 a 21.5%. Esto significa que los bancos deben congelar el  21,5% del dinero que captan. Obviamente, la política monetaria del BCV ha sido contradictoria. Por eso, el exceso de liquidez no ha bajado y es más el dinero sin respaldo que con una mano el BCV inyecta a la circulación doméstica, que el que saca con la otra mano a través del encaje legal. Ciertamente, un aumento del encaje de 4,5% es  poco lo que puede neutralizar ante un desmesurado aumento de la base monetaria que entre noviembre de 2013/noviembre de 2014 fue de 80 %,sin que la oferta de bienes haya crecido en la misma proporción.

Por otra parte, la relación entre tasas activas y pasivas fijadas por el BCV no contribuye a contener las presiones de demanda que generan inflación. Las  tasas de interés vigentes son negativas, no compensan la inflación, penalizan el ahorro e incentivan el consumo. Y los intentos aislados por contener la liquidez bancaria a través de restricciones sobre el crédito terminan anulados por una mayor emisión de dinero para financiar el déficit fiscal.  

Una vez que el gobierno comprenda que el auge inflacionario es la inevitable consecuencia de las emisiones de dinero inorgánico para financiar empresas públicas deficitarias, quedará claro que un paso clave para recuperar la fortaleza del bolívar, abatir la inflación y proteger los salarios tiene que ver con la recuperación de la autonomía del BCV, que sabiamente quedó plasmada en la Constitución de 1999. Un BCV más independiente podrá resistir las presiones para financiar el déficit fiscal con emisiones de dinero sin respaldo y defender de mejor manera la meta de inflación.

c)    El desequilibrio cambiario

La tasa de cambio equivale al monto de bolívares entregado por cada unidad de divisa extranjera. Así, entre dos economías normales (sin la distorsión del ingreso rentístico) la tasa de cambio suele estar determinada por sus productividades relativas, toda vez que en su proceso de intercambio comercial, lo que pasa de un país a otro son bienes y servicios que resultan de sus niveles de productividad, cuya expresión monetaria es la tasa de cambio.

Ahora bien, cuando el 95 % del ingreso en divisas proviene de una renta internacional -y no de exportar bienes con valor agregado nacional- encontrar una tasa de cambio que exprese la productividad de la economía real no es una tarea fácil. El Estado-propietario recibe unos dólares del resto del mundo que no tienen una contrapartida en el esfuerzo productivo interno, por lo que su decisión de repartirlos a través del mercado suele cumplirse a una tasa de cambio que se fija sin tener en cuenta la productividad real del aparato productivo. En consecuencia, un abundante ingreso rentístico tiende a sobrevaluar la moneda nacional. Esto se concreta en una tasa oficial barata que solo se modificará en situaciones de escasez de divisas y déficit fiscal. Por lo tanto, en la sobrevaluación de la tasa de cambio reside uno de los mecanismos más importantes para distribuir la renta petrolera en favor de los agentes económicos y sociales internos.

La sobrevaluación de la tasa de cambio permite comprar barato afuera, lo que resulta más caro adentro. A través del intercambio desigual en el mercado de divisas, el Estado transfiere la renta petrolera a quienes compran la divisa barata mientras dure la sobrevaluación de la tasa de cambio. Ante un mal manejo de la política cambiaria, el crecimiento de la agricultura e industria nacionales se ve seriamente obstaculizado. La consecuencia no deseada es la importación ventajosa de toda clase de bienes que inhiben y desplazan la producción nacional, perjudicando así el logro de los objetivos de soberanía alimentaria y productiva.

Ante la drástica caída de los precios del petróleo, el anclaje cambiario y la sobrevaluación del bolívar terminaron siendo un costoso subsidio que ya no soporta ni PDVSA ni el fisco. El régimen de cambiaos múltiples está muy distorsionado y debe ser unificado. La existencia de cuatro tasas de cambio, tres oficiales y una  paralela, estimulan la especulación cambiaria y la fuga de capitales. La sobrefacturación de importaciones, la subfacturación de exportaciones, las empresas de maletín, los “raspacupos” son estimulados por el enorme diferencial que existe entre las diferentes tasas de cambio. La tasa oficial de 6.30 Bs/$ es un verdadero manjar para los cazadores de renta que -en complicidad con funcionarios corruptos- controlan y capturan buena parte de la asignación de las divisas oficiales, sin que este subsidio cambiario se traslade al precio de venta al público. Las distorsiones del régimen de cambios múltiples impiden que el mayor porcentaje de los dólares preferenciales finalmente se traduzcan en una mayor oferta de mercancías importadas, toda vez que la abismal diferencia entre los diferentes tipos de cambios es el mayor incentivo a la especulación cambiaria y la fuga de capitales.

4.    Auge inflacionario y caotización de los precios

La inflación, a pesar de ser permanentemente maquillada y subestimada, alcanzará en 2014 el nivel más alto en los últimos 15 años, en torno al 70%, incremento muy superior al 56,3% registrado en 2013. Este auge inflacionario es la inevitable consecuencia del desmantelamiento del aparato productivo interno y de una política fiscal deficitaria que se financia con emisiones de dinero sin respaldo por parte del BCV. Al subestimar el impacto que la expansión monetaria origina en una economía signada por crecientes índices de escasez, los precios se han desquiciado. Mucho dinero detrás de pocos bienes conduce a que suban los precios. Lejos de lograr un aumento en el PIB, las políticas fiscales deficitarias lo que han hecho es atizar cada vez más la inflación. 

También ha influido en el alza de los precios una devaluación encubierta que se lleva cabo al desplazar al Sicad I y II un creciente número de rubros inicialmente presupuestados a la tasa Cencoex de 6.30 Bs/$. Las persistentes dificultades para tener acceso oportuno a las divisas a cualquiera de las tasa de cambio oficial contribuye a la certeza de que más temprano que tarde los demás rubros de Cencoex serán pasados a Sicad I y II. En estas circunstancias, el exceso de liquidez presiona la cotización del dólar en el mercado paralelo, dando origen a la perniciosa práctica de imponer el mismo como base de cálculo en el proceso de formación de precios.

En un reciente intercambio con la prensa, el Presidente Nicolás Maduro reconoció que el contrabando de extracción alcanzó el 32% de los productos importados con dólar preferencial o subsidiados por el gobierno nacional. Al referirse una vez más a la “guerra económica”, denunció que los que conspiran contra la Revolución Bolivariana pretenden “colapsar el sistema de abastecimiento de la Nación mediante actividades de acaparamiento, especulación y caotización de precios”[vii].

Si bien un proceso revolucionario siempre sufrirá la reacción de los intereses que afecta, también es necesario reconocer el impacto que han tenido los errores de política económica en la caotización y destrucción del sistema de precios relativos, lo cual se expresa en la irracional coexistencia de bienes muy baratos con otros muy caros que no permiten el intercambio de equivalentes y, por lo tanto, estimulan la especulación y el contrabando de extracción. Las más perversas distorsiones sobre el sistema de formación de precios las genera el régimen de cambios múltiples, los rígidos controles de precios y los subsidios que no llegan a la población. Expliquemos como estas desviaciones y errores de la política económica caotizan los precios.

Primero que todo es necesario entender que el gobierno venezolano, debido a la presión inflacionaria que ejerce el desequilibrio entre la pujante demanda y la rigidez de la oferta, recurre al anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria. La situación hace crisis cuando cae la renta petrolera o se retrasa la liquidación oportuna de divisas. Se activa, entonces, un mercado paralelo hacia el cual se desplaza la demanda insatisfecha, originando una creciente brecha entre la tasa de cambio oficial y la cotización de la divisa en el mercado ilegal. Esta última cotización se termina convirtiendo en la tasa de cambio que se aplica para el cálculo del precio de venta al público, incluso de los productos que se importan a la tasa de cambio oficial. Esta práctica -a todas luces especulativa-, termina anulando el efecto antiinflacionario de la política cambiaria, a la vez que asegura exorbitantes ganancias a los especuladores y corruptos que resultan favorecidos con la asignación de la divisa a la tasa preferencial, pero que defraudan a la Nación y especulan en contra del consumidor. El nefasto régimen de cambios múltiple es una verdadera tentación para los cazadores de rentas que logran capturar los dólares de Cencoex y Sicad I, pero fijan los precios con base en la cotización del dólar paralelo, obteniendo escandalosas ganancias que son el detonante de la caotización de los precios.

El control de precios también contribuye a agravar el problema, toda vez que al congelar el PVP del producto final pero dejar liberados los precios de las materias primas, insumos, maquinarias, fuerza de trabajo, etc, llega un momento en el que los crecientes costos superan a los precios controlados y, al provocar pérdidas, se desestimula la producción.

Finalmente, los millardarios subsidios a productos de la canasta básica alteraran aún más los precios relativos, lo cual estimula el contrabando de extracción, la escasez, el acaparamiento, la especulación, la corrupción y la dolarización de la economía con base en la cotización del mercado paralelo.

Al prolongar las distorsiones del régimen de cambios múltiple, los controles de precios y los ineficientes subsidios, el propio gobierno estimula los negocios fraudulentos. Son los autogoles del gobierno los que facilitan los ataques de los especuladores, contrabandistas y corruptos, lo cual está generando un creciente malestar en la población. Mientras el gobierno no corte por lo sano y corrija estas distorsiones, una y otra vez se repetirán lasolas especulativas, las cuales se verán catalizadas con cada aumento salarial o pagos de aguinaldos y utilidades. Ante una creciente inflación que devora el poder adquisitivo de los salarios, las personas que viven de un ingreso fijo no quieren tener dinero y por eso se anticipan a comprar toda suerte de bienes que se revaloricen con el tiempo. Ante la expectativa de que todos los precios van a seguir subiendo se refuerzan las presiones de demanda y la consiguiente escasez sirve de caldo de cultivo para que se recrudezcan las perversas prácticas del acaparamiento y la especulación. Un nefasto círculo vicioso que solo se puede cortar si se erradica de una vez por todas los perniciosos incentivo que ofrecen la abismal brecha entre los distintos tipos de cambio, los rígidos controles de precios y los exagerados subsidios que estimulan el contrabando de extracción.

Sin lugar a dudas, el auge inflacionario y la caotización de los precios comprueban el agotamiento de los controles de cambio y de precios como instrumentos de política antiinflacionaria y anulan la tasa oficial como referente para formación de precios. Al confundir la inflación con la especulación, la caotización  del sistema de precios intentó ser combatida con controles, multas y penas de cárcel que atacan la manifestación del problema pero no erradican sus verdaderas causas, las cuales tienen que ver con las distorsiones que generan tanto el régimen de cambios múltiples, como los rígidos controles de precios y los subsidios que son las verdaderas causas del contrabando de extracción, la escasez, el acaparamiento y la especulación.

5.    El peso de la deuda externa

La caída de los precios del petróleo ha generado toda clase de rumores sobre un posible default de Venezuela. Para saber con certeza la posibilidad real de que el país incumpla sus compromisos de deuda externa, es necesario estimar el ingreso petrolero como la más importante fuente de divisas. Según su Informe de Gestión, PDVSA extrajo 2.898.000 bdp en 2013, 2.905.000 en 2012 y 2.985.000 en 2011. La producción ha venido declinando y ahora los precios del petróleo están cayendo. Para calcular el ingreso neto en divisas que recibe el país, hay que restar el consumo interno de 750.000 bdp. Al saldo de 2.148.000 se deben descontar los envíos a Cuba, PetroCaribe y Alba, equivalentes a 300.000 bdp. Y a esta nueva cifra hay que deducir las entregas a China por un mínimo de 230.000 para cubrir los tramos  A y B del préstamo y 100.000 para el tramo C; aunque según el Informe de Gestión, PDVSA realmente entregó 475.000 en 2013, 449.00 en 2012 y 415.000 en 2011. Si se restan 300.000 de los acuerdos y 330.000 de China, quedan 1.518.000 bdp para exportar. A un precio de 100 $/b por 365 días da un ingreso de $ 55 mil 400 millones. Pero a 75 $/b la cifra cae a $ 41 mil 500 millones. Si al menos se logra el precio estimado en el Presupuesto 2015, el ingresó será de $ 33 mil millones. ¿Alcanzará esta cantidad para cubrir las importaciones esenciales, cancelar la deuda interna y mantener al día los pagos de la deuda externa?. Veamos.

Existen dos tipos de bonos denominados en dólares: los bonos soberanos de la República y los bonos de PDVSA. Las amortizaciones y pagos de cupones para la deuda soberana en divisas y la de PDVSA superarán los $ 11 mil millones anuales para los próximos tres años. Para garantizar las importaciones esenciales que el Estado realiza, seguramente la deuda interna pendiente con el sector privados desde la transformación de Cadivi en Cencoex una vez más se pospondrá, sobre todo si se priorizan los pagos de la deuda externa. Las importaciones que llegaron a su máximo de $ 59 mil millones en 2012, tendrán que ser considerablemente reducidas, por debajo de $ 40 mil millones. Venezuela podría prorrogar el pago de capital emitiendo nuevos bonos para cancelar el capital que debe, lo cual liberaría cerca de $ 6 mil millones, limitándose a pagar $5 mil millones en intereses. En todo caso, los pagos por importaciones y deuda suman $ 51 mil millones, sin contar los pagos por las indemnizaciones pendientes y por los fallos del CIADI.

En diciembre de 2013 la agencia S&P rebajó la calificación de Venezuela de “B” a “B-”. Menos de un año después, volvió a rebajar la calificación de “B-” a “CCC+”, por las profundas distorsiones de la economía y la caída de los activos en dólares. Subyace en esta calificación la posibilidad real de un default, lo cual se traduce en un mayor grado de dificultad para conseguir nuevas fuentes de financiamiento externo. El incumplimiento en el pago de la deuda soberana se podría traducir en un embargo de las exportaciones de petróleo y esto podría afectar la única fuente de divisas que el país tiene.

Sin lugar a dudas, en 2015 habrá mayores restricciones en el acceso a las divisas. Esto obligará a renegociar la deuda externa en vista de que no resulta viable tener que cancelar $ 11.200 millones en servicio de la deuda externa en momentos en que se registra una drástica caída de los ingresos de divisas y la capacidad de financiamiento está prácticamente cerrada. Una opción muy cara sería colocar deuda en moneda extranjera con un interés superior el 16,0%. Como ya lo apuntamos, saldar la deuda en estas condiciones implicaría posponer el pago de la deuda privada que dejó pendiente la extinta Cadivi y sacrificar importaciones que son esenciales para reanudar el crecimiento de la economía.

6.      ¿Por qué está en crisis el neo-rentismo socialista?

El neo-rentismo socialista es un modelo de dominación que se basa en el uso intensivo de la renta petrolera para financiar la inversión social y crear una red clientelar que le sirve de apoyo social. Debido a la contracción del aparato productivo interno y su incapacidad para generar nuevos empleos al ritmo que crece la población económicamente activa, el neo-rentismo socialista tiende a acentuar el papel empleador-clientelar del Estado, el cual no logra generar un trabajo realmente emancipador y liberador, toda vez que éste queda mediatizado por la lógica opresiva del Estado burocrático que funcionariza y somete a la fuerza de trabajo. En tales circunstancias, la dominación se logra a través de un sistema de premios y castigos para asegurar la lealtad de los seguidores políticos, comprar la simpatía de grupos ambivalentes y castigar o disuadir a los adversarios.

Este modelo confunde la sociedad con el Estado. Asume que desde el entramado burocrático se representa y defiende el interés social, a pesar de las enormes contradicciones que la sociedad tiene no solo con el mercado sino también con el Estado. Al igual que el capitalismo rentístico, el neo-rentismo socialista se sustenta en el extraordinario poder político, económico y social que confiere el control de la renta petrolera.

a)    Expresiones distintas del mismo modelo de acumulación extractivista

El capitalismo rentístico y el neo-rentismo socialista son expresiones distintas del mismo modelo de acumulación extractivista. El neo-rentismo socialista funcionó a la perfección mientras los ingresos petroleros crecieron exponencialmente y resultaron más que suficientes para financiar la inversión social y alimentar los canales para distribuir la renta.

Con la reconstrucción de la OPEP, el restablecimiento de las cuotas, la recuperación de los precios del petróleo, el pago de dividendos por parte de las filiales de PDVSA y el considerable aumento de las regalías, el abundante ingreso fiscal de origen postergó la necesidad de aumentar la presión fiscal sobre el sector privado. Pero con el estancamiento de la producción petrolera y la caída de los precios en el mercado internacional, este modelo nuevamente ha entrado en crisis.

En lugar de ahorrar en tiempos de bonanza para encarar los tiempos de escasez, el neo-rentismo socialista se sustentó en una política fiscal pro-cíclica con aumentos del gasto público cada vez que aumenta el ingreso petrolero y recortes presupuestarios cuando cae el ingreso. Con el descalabro de los precios del petróleo este modelo ha entrado en crisis y ya no puede sostenerse.

b)   De la cultura rentista a la cultura del trabajo

En circunstancias de restricciones económicas y presupuestarias como las que plantea la actual caída de los precios del petróleo, el gobierno ya no puede seguir gastando igual ni mantener cuantiosos subsidios a empresas estatales que no son estratégicas.

Resulta escandaloso que en empresas públicas secuestradas por el burocratismo y donde se reproducen los mismos conflictos obrero-patronales de la IV República, se cancelen millardarias sumas de dinero por concepto de bonos de productividad y hasta dividendos, cuando lo que arrojan son cuantiosas pérdidas. Esa práctica, lejos de expresar valores socialistas, revela la mentalidad rentista que espera que todo lo pague el petróleo. Semejante desviación del neo-rentismo socialista solo podrá superarse a través de nuevas formas de propiedad social bajo el control de los trabajadores directos y de la comunidad organizada.

Superar sin traumas el neo-rentismo socialista implica avanzar de la estatización a la socialización de la propiedad para generar un verdadero trabajo emancipador y liberador. Este es el mejor incentivo para mejorar el desempeño en esas empresas cuyos nuevos propietarios-accionistas serían los trabajadores en asociación con el capital privado, para así fortalecer su gerencia, dignificar el trabajo y transformar la cultura rentista que pretende vivir de ingresos que no son fruto del esfuerzo productivo, en una nueva cultura sustentada en el valor del trabajo, y no en las dádivas o prebendas.

7.    El margen de maniobra

2015 comenzó con un anuncio que sugiere el inicio de la corrección de una serie de distorsiones que -en el contexto de las restricciones presupuestarias que surgen del descalabro de los precios del petróleo- el país ya no puede prolongar ni soportar. El presidente Nicolás Maduro autorizó reactivar 71 peajes que serán administrados por las gobernaciones. Esta decisión comenzará con el cobro del peaje a los vehículos de carga y se espera que luego sea extendida a los particulares, pudiendo quedar exonerado el transporte público. 

La orden de reactivar los peajes en las principales vías del país revoca una decisión tomada por el Presidente Chávez en 2008, y puede ser el inicio de la corrección de una serie de distorsiones heredadas por el Presidente Nicolás Maduro, entre las  cuales se destacan el anclaje cambiario, el presupuesto paralelo a través de Fonden, el financiamiento del déficit fiscal por parte del BCV, el subsidio a la gasolina y los rígidos controles de precios que desincentivan la producción y los convenios de cooperación energética.

a)    Revisar PetroCaribe y acuerdos de cooperación energética

En un contexto de restricciones presupuestarias, Venezuela no puede prolongar acuerdos que amenazan la gobernabilidad económica. Esto emplaza a adecuar los acuerdos de cooperación energética, tal como ya se hizo con el Fondo Chino. Como los pagos a China fueron contemplados a precio de mercado y la caída de  los precios obligaba a entregar una mayor cantidad de petróleo, para mitigar este impacto a finales del año 2014 se anunció la eliminación del cupo en barriles y la prolongación del plazo para pagar.

Con este mismo propósito debería procederse a la revisión de los demás acuerdos de cooperación energética. Si asumimos que en 2015 PDVSA vende a 90 días el mismo volumen de 300.000 bdp a un precio de 70-80 $/b, el cobro anticipado pudiera generar un ingreso aproximado de $ 9 mil millones. Pero, si mantiene el mismo subsidio y financia el 60% a 15-20 años de plazo, recibirá en efectivo menos de $ 4 mil millones, lo cual es sencillamente insostenible en el actual contexto de restricciones económicas y presupuestarias. Compensar la caída de los precios del petróleo para evitar un déficit fiscal aún mayor pasa por adecuar los convenios de cooperación energética a las nuevas circunstancias de restricciones presupuestarias. No se trata de interrumpir el suministro sino de cobrar en 90 o 120 días la factura petrolera que se financia a 15-20 años de plazo

b)   Promoción de la inversión extranjera

Si un lado bueno tiene la caída de la renta petrolera es que obliga a volver la mirada hacia un modelo económico sustentado en la agricultura, industria y construcción como los sectores que proveen los bienes que resultan imprescindibles a la hora de satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la sociedad.

La precariedad actual del aparato productivo interno ofrece a su vez enormes oportunidades para promover la inversión extranjera asociada a la transferencia de tecnología, la formación del capital humano, la asistencia técnica a las Pymes venezolanas y la transformación de las abundantes fuentes de materias primas e insumos básicos en productos de mayor valor agregado que sustituyan ese enorme volumen de importaciones y, además,  diversifiquen la oferta exportable para reducir la dependencia del ingreso petrolero.

Las medidas para promover inversiones que permitan la reactivación productiva traerán al debate la revisión del marco legal, particularmente las leyes del Trabajo, Precios Justos, Antimonopolio e, incluso, la ley del BCV. Particular atención habrá que darse a la Ley de Promoción de Inversiones.

Venezuela cuenta con un enorme potencial para sanear su economía. A medida que se transforme la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador, la dinámica interna se hará menos dependiente del reparto de la renta petrolera.

c)    Escasez de divisas: oportunidad para Industrializar

La caída de los precios del petróleo, al agudizar la escasez de divisas, es al mismo tiempo una enorme oportunidad para relanzar la industrialización de la economía venezolana. Ya no se cuenta con la abundante renta petrolera que propició la sobrevaluación de la tasa de cambio y entronizó una prolongada tendencia a comprarle al resto del mundo lo que bien pudiera producirse en Venezuela. En adelante, las necesidades básicas y esenciales del consumo interno tendrán que ser cubiertas con productos nacionales.

E efecto, los problemas relacionados con la liquidación oportuna de divisas que restringen la capacidad de importación, deben ser vistos como una gran oportunidad para relanzar y reimpulsar el desarrollo industrial. No hay que esperar a que reboten los precios del petróleo y se produzca un nuevo auge de la renta, toda vez que la abundancia de dólares es lo que ha estimulado la tendencia a importar y posponer la industrialización de la economía venezolana, lo cual se expresa en la inercia de comprarle al resto del mundo los productos agrícolas e industriales que pudieran generarse internamente.

Una vez más el país sufre la paradoja de ser un país rico en materias primas pero pobre tecnológicamente para transformarlas en productos de mayor valor agregado. Impulsar la manufactura nacional es una necesidad que hoy más que nunca debemos reconocer, sobre todo si tenemos en cuenta el efecto multiplicador que el desarrollo de este sector es capaz de ejercer sobre otras actividades económicas orientadas a generar la oferta de bienes, servicios y empleos destinados a satisfacer las necesidades de nuestra sociedad. Industrializar la economía venezolana es la clave para transformar el capitalismo rentístico dependiente e importador en un nuevo modelo productivo soberano y exportador.

Pero la industrialización no puede ser un proceso que se deje en manos de la mano invisible del mercado, sino un esfuerzo bien planificado que asegure la rápida reactivación de las capacidades productivas y tecnológicas que están cerradas u operando a media máquina. En adelante, la política industrial debe ser un componente fundamental de la política económica orientada al logro de los objetivos de seguridad y soberanía alimentaria y productiva. Además, es la mejor manera de generar empleos verdaderamente fructíferos, cuya remuneración tenga como contrapartida la producción de una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales del pueblo trabajador, sin romper el equilibrio que se debe preservar entre la oferta y la demanda para contribuir a estabilizar los precios.

Al satisfacer la demanda interna con producción nacional se evita que los ajustes en el tipo de cambio -que encarecen el componente importado y repercuten en la estructura de costos-, desborden las presiones inflacionarias. Importante es armonizar la política macroeconómica con las políticas sectoriales, particularmente la agrícola, industrial y tecnológica. El punto de partida radica en desalentar las importaciones para favorecer la producción nacional a través de un tipo de cambio que exprese la verdadera productividad de la economía no petrolera, una política arancelaria y tributaria que proteja el esfuerzo productivo nacional, y una gama de incentivos fiscales y financieros para la inversión productiva y el fortalecimiento de las capacidades tecnológicas e innovativas.

En Venezuela, la industrialización está llamada a ser la fuerza motriz para impulsar la transformación de una economía rentista, que poco produce y casi todo lo importa, en una nueva economía independiente y soberana. Es la única estrategia posible para transformar el modelo primario-exportador que nos condenó a ser exportadores de petróleo y materias primas, en un nuevo modelo productivo capaz de sustituir eficientemente importaciones, diversificar la oferta exportable y, de esta manera, ahorrar y generar nuevas fuentes de divisas que nos hagan menos dependientes del ingreso petrolero.

Los países que han alcanzado un creciente grado de bienestar social han reconocido la importancia de la industria como la fuerza motriz del desarrollo económico. En su proceso de transformación productiva, el crecimiento del sector manufacturero con frecuencia ha sido mayor que la velocidad de crecimiento del PIB, convirtiéndose así en el sector dinamizador del desarrollo económico, lo cual se expresa en un aumento del grado de industrialización, es decir, de la contribución de la industria en la conformación del PIB, en comparación con el aporte de los demás sectores económicos. Según los indicadores internacionales, un país ha logrado su grado de industrialización cuando el sector manufacturero aporta al menos el 20% del PIB. En Venezuela la industria contribuye con apenas el 13 %. Sin lugar a dudas, este el gran reto que el país tiene plateado para superar los problemas de desabastecimiento, escasez, acaparamiento y especulación que tanto malestar generan en la población. 

8.    La economía al mando

El Presidente Nicolás Maduro anunció que en 2015  le dará prioridad a la atención del área económica[viii]. Tal es la gravedad de la crisis económica actual que la anterior idea de priorizar la política por encima de la economía empieza a ser sustituida por la importancia que el Primer mandatario ahora reconoce a la economía.

El propio Presidente anunció al país su decisión de delegar las demás áreas de gobierno para concentrase en la atención de la problemática económica. Con esta sentencia reconoce que la economía ha pasado a ser la restricción que no era en los tiempos de abundante renta petrolera. El dato ahora es la economía y la variable que se va a ajustar es la política.

Y no podía ser de otra manera. En esta nueva crisis de la economía rentista, la oferta de dólares ya no crece a una velocidad mayor que la demanda de divisas. La otrora abundante renta petrolera se ha tornado en una severa escasez de divisas y esto sentencia el descalabro del modelo rentista que todo lo resolvió a fuerza de petrodólares. Estimular la inversión nacional y extranjera para reactivar la economía obligará a una revisión y adecuación del rígido sistema de controles que inhibió la producción nacional. Solo una nueva lógica de inversión productiva generará trabajo digno, estable y bien remunerado que es la mejor manera de ganarle la batalla al desempleo, la pobreza y la exclusión social.

a)    Ajuste económico en un año electoral

2014 fue uno de los pocos años en los que no hubo elecciones ni de presidente, ni de gobernadores, ni de alcaldes, ni de parlamentarios. Un ambiente político despejado era el mejor viento a favor para recuperar el clima de sana gobernabilidad que conviene al interés nacional. Pero se fue el año 2014 y no se tomaron las medidas necesarias para recuperar los equilibrios macroeconómicos que se necesitan para reactivar la economía.

En 2015 habrá elecciones parlamentarias. Adoptar medidas para estabilizar la economía en medio de un ciclo electoral resulta complejo por el costo político que se le atribuye. La creencia limitante es que alos ajustes macroeconómicos, a las medidas de cambio estructural y a la erradicación de las prácticas clientelares, se les atribuye un costo político que el gobierno no está dispuesto a pagar en la antesala de las elecciones parlamentarias. Así, la racionalidad económica queda subordinada a la lucha por el poder. Ganar las elecciones presidenciales, parlamentarias  o regionales siempre será la prioridad. Si se pierden los comicios, otros serán los que controlen el reparto y uso de la renta.

Pero no ajustar la economía empeorará los problemas de escasez, acaparamiento y especulación. Ante la evidencia cada vez más clara de que estos flagelos son causados por los errores de política económica, los mismos no podrán seguir siendo atribuidos a la “guerra económica”. Eso ya no es creíble por la población y el gobierno no debería insistir más en ese pretexto, a riesgo de provocar una crisis de gobernabilidad con un creciente descontento social que en cualquier momento puede explotar. Las descomunales colas en los supermercados en enero confirman el agotamiento de los inventarios y sentencian el colapso de los controles de cambio y de precios. Los anaqueles solo podrán llenarse si se corrigen las distorsiones macroeconómicas y se aplica una eficaz política de reactivación industrial que permita compensar lo que ya no se puede importar.

b)   Del asistencialismo rentista al esfuerzo productivo

En la primera etapa de la política social bolivariana prevaleció una orientación asistencialista, toda vez que resultaba urgente desactivar la bomba de tiempo social heredada de la IV República. La inversión social de la renta petrolera permitió aliviar los estragos de la pobreza, pero sin tener muy claro que las compensaciones tendrían un carácter temporal ni que deberían ser sustituidas por nuevos programas orientados a profundizar la inserción de la población pobre y excluida al sistema educativo y de capacitación productiva.

La clave de una política social que contribuya a transformar la mentalidad rentista en una nueva cultura del trabajo radica en transformar las asignaciones permanentes y sin condiciones en un incentivo temporal, sujeto al logro de metas para  elevar el nivel educativo y la capacitación técnica, como fundamento para el desarrollo de proyectos productivos que hagan posible la inserción de los excluidos en la construcción de un nuevo modelo productivo liberador. El poco peso de la economía social en el PIB y en la Población Económicamente Activa indica que la política social de carácter asistencialista y compensatoria no ha contribuido a este propósito. Esto impone una profunda revisión y rectificación de una política social que, si bien ha aliviado las condiciones de los hogares pobres a través de una amplia gama de gratuidades y subsidios, no ha erradicado las causas estructurales que generan desempleo, pobreza y exclusión social.

c)    Reinvención de las misiones sociales  

La política social asistencialista y compensatoria no ofreció antes, ni podrá ofrecer nunca, una solución estructural a la problemática del desempleo, la pobreza y la exclusión social. La prolongación incondicional de las compensaciones, lejos de erradicar sus causas, por el contrario exacerban la cultura rentista que pretende vivir indefinidamente de ingresos que no son fruto del trabajo. Las medidas compensatorias crean inercias que condicionan su evolución a largo plazo y las asignaciones se vuelven “derechos inalienables”, comprometiendo cuantiosos recursos que tendrían mejores resultados si fuesen destinados a la capacitación técnica y al financiamiento de proyectos productivos.

La reinvención de las misiones sociales implica que la compensación se mantendrá pero será coyuntural e irá desapareciendo a medida que el aumento del nivel educativo, la capacitación técnica y el financiamiento a proyectos productivos faciliten la inclusión social en el sistema económicode tal forma que los favorecidos dejen de depender de las asignaciones de las misiones y puedan satisfacer sus necesidades a partir de su propio esfuerzo productivo. A través de la creación de millares de empresas comunales y de propiedad social, bajo el control de los trabajadores y la comunidad, se facilitará la incorporación de los excluidos en la producción de los bienes y servicios que resultan imprescindibles para satisfacer sus necesidades básicas y esenciales.

De allí la importancia de repensar y reinventar las misiones que nacieron con una orientación asistencialista y compensatoria para impulsar su salto cualitativo, cuyo nuevo principio rector debe ser: “De cada quien según su capacidad y a cada cual según su trabajo”. A la luz de este principio socialista, las asignaciones quedarán condicionadas al logro de metas en materia de estudio y capacitación técnica, superando la cultura rentista que pretende vivir de ingresos que no son fruto del esfuerzo productivo y así abrirle paso a una nueva cultura sustentada en el valor del trabajo.




 
NOTAS
[i] http://www.bcv.org.ve/Upload/Comunicados/aviso301214.pdf
[ii] http://www.bcv.org.ve/Upload/Comunicados/aviso301214.pdf
[iii] http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/fitch--economias-de-venezuela-y-argentina-seguiran.aspx
[iv] http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/mercados/moodys--desajuste-fiscal-de-venezuela-no-plantea-r.aspx
[vi] http://www.bcv.org.ve/c2/indicadores.asp
[vii] http://www.correodelorinoco.gob.ve/caracas/maduro-si-se-rompen-fronteras-racionalidad-iremos-al-pueblo/

RICARDO ALARCÓN / "Normalizar relaciones supondría sobre todo aprender a vivir con lo diferente y abandonar viejos sueños de dominación"

Por Ricardo Alarcón de Quesada *
Ex canciller de Cuba
Ex presidente de la Asamblea Popular de Cuba



LA HABANA, 14 ene 2015 (IPS)
El 17 de diciembre, al liberar a los cinco antiterroristas cubanos que guardaron prisión por más de 16 años en Estados Unidos, el presidente Barack Obama reparó una injusticia excesivamente prolongada y al mismo tiempo dio un golpe de timón a la historia. 
Reconocer el fracaso de la política anticubana, restablecer las relaciones diplomáticas, suprimir todas las restricciones a su alcance, proponer la eliminación completa del bloqueo y el inicio de una nueva era en las relaciones con Cuba, todo en un solo discurso, rompió cualquier vaticinio y sorprendió a todos, incluyendo a los analistas más sesudos.
Normalizar relaciones supondría sobre todo aprender a vivir con lo diferente y abandonar viejos sueños de dominación. Significaría respetar la igualdad soberana de los estados, principio fundamental de la Carta de las Naciones Unidas, que, como muestra la historia, no es del agrado de los poderosos.
La política hostil instaurada por el presidente Dwight Eisenhower (1953-1961), antes del nacimiento del actual mandatario, había sido la norma que aplicaron, con matices casi siempre secundarios, administraciones republicanas y demócratas y fue codificada con la Ley Helms-Burton, sancionada por Bill Clinton en 1996.
En los primeros años la practicaron con bastante éxito. En 1959, al triunfar la Revolución cubana, Estados Unidos estaba en el cenit de su poderío, ejercía indiscutida hegemonía sobre gran parte del mundo y especialmente en el Hemisferio Occidental, que le permitió lograr la exclusión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el aislamiento casi total de la isla que pudo contar solo con la ayuda de la Unión Soviética y sus asociados en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), que integraban los países del Pacto de Varsovia.
El derrumbe del llamado “socialismo real” creó en muchos la ilusión de que también llegaba el final para la revolución cubana.
Imaginaron el advenimiento de un largo período de dominio unipolar. Embriagados con la victoria, no apreciaron el sentido profundo de lo que ocurría: el fin de la Guerra Fría abría nuevos espacios para las luchas sociales y colocaba al capitalismo frente a desafíos cada vez más difíciles de encarar.
La caída de muro de Berlín les impidió ver que, al mismo tiempo, en febrero de 1989, estremecía a Venezuela el levantamiento social llamado “el caracazo”, señal indicadora del inicio de una nueva época en América Latina.
Cuba logró sobrevivir a la desaparición de sus antiguos aliados y su resistencia fue factor fundamental en la profunda transformación del continente. Hace años era ostensible el fracaso de una política empeñada en aislar a Cuba, pero que terminó aislando a Estados Unidos como reconoció su actual secretario de Estado, John Kerry.
Una nueva relación con Cuba era indispensable para Washington, necesitado de recomponer sus vínculos con un continente que ya no es más su patio trasero. Lograrlo es fundamental ahora pues, pese a su poderío, Estados Unidos no puede ejercer el cómodo liderazgo de tiempos que no volverán.
Falta aún mucho para alcanzar esa nueva relación. Ante todo es preciso eliminar completamente el bloqueo económico, comercial y financiero como reclaman con renovado vigor importantes sectores del empresariado estadounidense.
Pero normalizar relaciones supondría sobre todo aprender a vivir con lo diferente y abandonar viejos sueños de dominación. Significaría respetar la igualdad soberana de los estados, principio fundamental de la Carta de las Naciones Unidas, que, como muestra la historia, no es del agrado de los poderosos.
Con respecto a la liberación de los cinco prisioneros cubanos, todos los presidentes de Estados Unidos, sin excepción, han utilizado ampliamente la facultad que a ellos exclusivamente otorga el Artículo II, Sección 2, Párrafo 1 de la Constitución. Así ha sido durante más de dos siglos sin que nada ni nadie pudiera limitarlos.
Ese párrafo constitucional faculta al presidente a suspender la ejecución de las sentencias y a conceder indultos, en casos de alegados delitos contra Estados Unidos.
En el caso de los cinco sobraban razones para la clemencia ejecutiva. En 2005 el panel de jueces de la Corte de Apelaciones anuló el proceso contra ellos –definiéndolo como “una tormenta perfecta de prejuicios y hostilidad”- y había ordenado un nuevo juicio.
En 2009 el pleno de la misma Corte determinó que este caso no tenía relación alguna con el espionaje ni la seguridad nacional de Estados Unidos. Ambos veredictos fueron adoptados con total unanimidad.
Respecto al otro cargo importante, el de “conspiración para cometer asesinato” formulado solo contra Gerardo Hernández Nordelo, sus acusadores reconocieron que era imposible probar semejante calumnia e incluso intentaron retirarla en mayo de 2001 en una acción sin precedentes, tomada nada menos que por los fiscales del expresidente George W. Bush (2001-2009).

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Hacía ya cinco años que Hernández esperaba alguna respuesta a sus repetidas peticiones a la Corte de Miami para que lo liberase, o accediese a revisar su caso, u ordenase al gobierno presentar las “pruebas” utilizadas para condenarlo o accediese a escucharlo a él o a que el gobierno revelase la magnitud y el alcance del financiamiento oficial a la descomunal campaña mediática que sustentó aquella “tormenta perfecta”.
El tribunal nunca respondió. Nada dijeron tampoco los grandes medios de comunicación ante la inusual parálisis judicial. Era obvio que se trataba de un caso político y sólo podría resolverse con una decisión política. Nadie más que el presidente podría hacerlo.
Obama mostró sabiduría y determinación cuando, en vez de limitarse a usar el poder para excarcelar a cualquier persona, enfrentó valerosamente el problema de fondo. La saga de los cinco era consecuencia de una estrategia agresiva y lo más sabio era poner término a ambas al mismo tiempo.
Nadie puede desconocer la trascendencia de lo anunciado el 17 de diciembre. Sería erróneo, sin embargo, ignorar que aún queda un camino, que puede ser largo y tortuoso, en el que será necesario avanzar con firmeza y sabiduría.
Editado por Pablo Piacentini

* En esta columna, Ricardo Alarcón de Quesada, exministro de Relaciones Exteriores y expresidente de la Asamblea Popular de Cuba, escribe que con su discurso del 17 de diciembre, el presidente estadounidense, Barack Obama, dio un golpe de timón a la historia: reconocer el fracaso de la política anticubana, restablecer las relaciones diplomáticas, suprimir todas las restricciones a su alcance, proponer la eliminación completa del bloqueo y el inicio de una nueva era en las relaciones con Cuba. Todo en un solo discurso, que rompió cualquier vaticinio y sorprendió a todos.
http://www.ipsnoticias.net/2015/01/cuba-y-estados-unidos-una-nueva-era/