Manuel Isidro Molina
Venezuela se encuentra en una etapa crítica de su existencia. Desde marzo de 2018, alertamos sobre la "tragedia histórica" que sufrimos: entre corruptelas, abuso de poder, insensateces politiqueras, violentismo espasmódico y grados de irresponsabilidad increíbles, hemos perdido el primer cuarto del siglo XXI.
Sus protagonistas principales -los dos factores de poder cómplices de la destrucción nacional- siguen el curso demencial de una común estrategia "suma cero" que ha lanzado a la pobreza y la desesperanza a la mayoría de nuestros compatriotas, y empujado a la migración compulsiva a cerca de ocho millones de venezolanas y venezolanos.
La economía se ha empobrecido un 80% y las instituciones públicas han sido desestructuradas y llevadas al sectarismo fratricida con políticas impuestas autoritariamente, clientelismo repugnante y saqueo brutal, sin precedentes en la vida republicana.
Sectores públicos tan importantes estratégicamente y sensibles socialmente como Salud y Educación han caído en extremos retrógrados a la era Castro/Gómez de los primeros 35 años del siglo XX. Los especialistas de ambas áreas, dan cuentas recurrentementes del desastre multifactorial existente, cuya superación exige un esfuerzo sostenido y de calidad incuestionable durante al menos veinte años.
El retroceso en los sectores Educación Universitaria y Ciencia y Tecnología no es menos grave, con descenso de la matrícula estudiantil de las dos terceras partes, disminución del plantel docente y de investigación, y descalabro de la planta física, servicios y dotación educativa y tecnológica. La desestructuración de nuestros centros de investigación científica y desarrollos tecnológicos es simple y dolorosamente pasmosa.
En fin, hoy tenemos un país -la Republica- desvencijado, saqueado y empobrecido, y encima bloqueado financiera y económicamente por potencias occidentales capitaneadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea, a petición de insensatos sectores nacionales que hoy lucen tan amnésicos y desvergonzados como los del gobierno dominado por malandros codiciosos, abusadores del poder y violadores de elementales derechos humanos a la vida, la integridad física y mental, la libertad de pensamiento, el derecho a la información oportuna y veraz, y a la libre organización política y social.
Hemos propuesto un esfuerzo histórico democrático por la justicia social y el desarrollo armónico de nuestra patria, que desemboque en un Gobierno de Unión Nacional que convoque a un proceso de reconstrucción integral de Venezuela. Unir a la mayoría inconforme, honesta y solidaria es lo único que permitirá en 2024, superar la tenaza impuesta sobre el país por los factores de poder cómplices de la destrucción nacional.
Un país tan débil y enmohecido por la corrupción y la polítiquería, no podrá superar esta "tragedia histórica" ni enfrentar exitosamente escollos tan exigentes como las pretensiones del gobierno de Guyana de desconocimiento de los derechos históricos de Venezuela sobre el Territorio Esequibo.
La verdadera unión nacional es indispensable: la de quienes no somos coactores o cómplices del desastre, la inmoralidad y la polítiquería reinantes. La verdadera e indispensable unión nacional que proponemos, es incompatible con el secreto pacto de élites para la impunidad, violando el artículo 271 de la Constitución vigente. Sería una grande y nueva traición al sufrido pueblo venezolano.
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