"En los países de economía emergente e insuficientemente desarrollados, las consecuencias agravarán los males existentes y probablemente provoquen explosiones sociales"
José Rafael Zanoni
zanoni_jr@hotmail.com
Los movimientos del petróleo afectan de manera contagiosa a toda la
actividad económica, tal como una pandemia.
Lo Sucedido en estos días es la expresión cabal de que el mercado funciona:
Sobre oferta provocada por un nivel elevado de producción, almacenamiento
full y vencimiento de petróleo a futuro.
Por otro lado, las medidas para protegernos y evitar la propagación del COVID
19 han repercutido negativamente en la economía.
Las consecuencias inmediatas de los acontecimientos que provocaron la caída
estrepitosa del precio del petróleo podrían resumirse en lo siguiente:
- La opción del presidente Trump de sustraer el petróleo para
depositarlo en sus reservas estratégicas va a ayudar a bajar la sobre
oferta.
- La OPEP y los otros productores estarán obligados a nuevos recortes en
la producción. Pero esta decisión es difícil porque con precios bajos y
niveles de producción baja, los ingresos petroleros de estos países
pueden impactar sus economías originando un déficit fiscal.
- La información científica de la pandemia indica que su fin no está
cercano y que pareciera que lo sensato es buscar las maneras que
garanticen la protección de la población y que sus efectos sobre la
economía sean lo menor posible.
El elemento dinamizador de estos procesos es lograr relanzar la economía, que
ya está bastante complicada con la posibilidad de recesión y con el
agravamiento producido en los males que ella venía soportando; hambre,
miseria, desigualdad, concentración de la riqueza, empleo, perdida del salario
y falta de infraestructura adecuada para tener una buena calidad de vida.
Por ello debe concebirse un programa que permita las limitaciones necesarias
para detener el avance del virus y un entorno económico que garantice la
incorporación al trabajo y el impulso general de la actividad económica.
Pareciera que estamos obligados a convivir con el virus y para ello debemos
actuar con responsabilidad, conciencia y vivir adecuadamente en esta nueva
situación.
El impacto mayor se sentirá en los Estados Unidos por ser el mayor
consumidor de petróleo y la economía más grande del mundo.
En Europa los impactos serán menores dado que la demanda petrolera en los
principales países europeos venía disminuyendo y además por la presión de
los movimientos ecologistas que han obligado a los gobiernos a tomar medidas que limiten el
uso de los combustibles fósiles, como evidenció la pandemia, porque son la
fuerza promotora de la contaminación, el calentamiento global,
convirtiéndose así, en un impulsor de lo que podría ser en el futuro una
catástrofe ambiental.
En Alemania, Francia y otros países europeos se hace esfuerzos por fuentes energéticas
no fósiles y no contaminantes, e igualmente las grandes empresas
automovilísticas han hecho inversiones sustanciales para la producción de los
vehículos que utilizarán combustibles no líquidos y que probablemente dada
esta situación aceleren sus planes para capitalizar el mercado. Todo ello producirá una baja en el consumo de las energías no fósiles.
China también sufrirá un impacto menor porque han adelantado planes
especialmente para la producción de electricidad con el uso de las energías de
origen no fósiles.
En los países de economía emergente e insuficientemente desarrollados las
consecuencias agravarán los males existentes y probablemente provoquen
explosiones sociales en muchos países en donde especialmente la población
depende de la economía informal tal como en Colombia, Venezuela y otros
países de América Latina y otras regiones.
Los gobiernos y las grandes compañías multinacionales debería hacer el
esfuerzo por comprender que el mundo está cambiando y una nueva
civilización se está dando paso y que la base energética de ella no será el
petróleo sino una combinación de energías no fósiles que garanticen un
ambiente limpio y propicio para la vida.
El capitalismo se ha extendido y ha demostrado que es el sistema de
producción más adecuado; pero es necesario que sea un sistema económico
sustentable. Ello es posible si se enfrentan los problemas descritos con
acciones, programas y con un impulso al desarrollo de las regiones más
deprimidas del mundo.
Vale la pena considerar que la República Popular China es ahora un país
capitalista y tiene un plan de expansión basado en inversiones, créditos
blandos, compra de acciones y asociaciones con las compañías multinacionales
más grandes para ampliar el mercado y garantizar su futuro. Occidente, los gobiernos y las multinacionales debe considerar esta
competencia por el liderazgo que hoy tienen con China.
Todo indica que el mercado petrolero seguirá convulsionado, los precios no se
estabilizarán, la demanda y la oferta dependerán del ritmo en que se vaya
resolviendo la convivencia entre la pandemia y la economía.
Aunque hoy solo se ve contrariedad, penalidades y se sienten las angustias, el
mundo podrá resistir y vencer, así como lo ha hecho a lo largo de la historia de
la humanidad.
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