"No es que esté rendido ni procurando la muerte, pero sí consciente del curso de mi ciclo vital: estoy pronto a cumplir 70 años de vida... Quiero vivir mejor los que me quedan por delante" |
No tengo tiempo
para perder ni apuros para rendirlo. A fin de cuentas, es lo único irrecuperable,
no es mucho ni es poco, es: tan inmenso e inasible, que no sabemos ni sabremos
desde cuándo viene ni cómo parará su infinitud, si es que llega a ocurrir tal
supuesto. Y nosotros, los seres vivos de este planeta llamado
"Tierra", naciendo, viviendo y muriendo, aunque particularmente los
así auto definidos "humanos" nos sigamos distinguiendo engreídos de
eternidad y trascendencia, atados al poder finito en tiempo y espacio, enanizados
siempre por la irracionalidad, la codicia, el egoísmo y la mezquindad que
alimentan el tener para dominar: ¿cómo sea, "el fin justifica los medios"?
Confieso con el
maestro Simón Rodríguez, estar "como las putas en cuaresma, con capital y
sin réditos". Y me siento bien, honrado, con sueño plácido y
profundo desde mis sueños de siempre, muy pendiente del futuro y deseoso de servir
mejor, aprender algo cada día y encontrar con quienes compartirlo.
No he leído mejor
despedida, que esta robinsoniana:
"Adiós
amigo!
Deseo a usted
como para mí
salud para que no
sienta que vive
distracción para
que no piense en lo que es
y muerte repentina
para que no tenga
el dolor
de despedirse de
lo que ama
y de
sí mismo para siempre" (1)
Y no es que esté
rendido ni procurando la muerte, pero sí consciente del curso de mi ciclo
vital: estoy pronto a cumplir 70 años de vida, desde mi nacimiento el 17 de
abril de 1950 en Valera, ciudad del estado Trujillo, el amado terruño de mis
padres Manuel Isidro Molina Gavidia
(1915-1998) y Maura Peñaloza de Molina
(1921). Por el contrario, estoy deseoso de vivir otra vida, menos ajena, tensa
y tormentosa. Quiero vivir mejor los años que tengo por delante -los únicos que
cuentan-, para seguir siendo útil, aspiración legítima que me obliga a pensar
en mi retiro de la vida pública, honrado con el reconocimiento de mis
familiares, amigos y algunos más que recuerden algo de lo que he sido.
De esas siete
décadas, me he dedicado durante casi 56 años, fundamentalmente, a la lucha
social y política, a la defensa del desvalido, del explotado, del oprimido
frente a las injusticias del poder político y económico, y el abuso y los
atropellos de la delincuencia organizada, cualquiera sea su naturaleza,
especialmente la asociada o financiada y dirigida por los poderes fácticos. Nunca
me he lucrado con recursos públicos o bienes del común, ni en mis tempranas
luchas estudiantiles ni en mis desempeños políticos; menos, cumpliendo mis
honrosas actividades parlamentarias en el Congreso Nacional, o las gremiales en
el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y el Colegio Nacional
de Periodistas (CNP), que concluyeron casi simultáneamente en 1998, cuya
evaluación corresponde a quienes las hayan percibido directamente o tengan
noción de la memoria colectiva nacional.
Los veinte años siguientes
(1999-2019) han sido de angustia y ostracismo, seguramente producto de mis
incompetencias, pero también como efecto de dinámicas absurdas que nos han
traído a la pasmosa tragedia histórica que nos agobia económica, social,
política y espiritualmente, entrampados casi sin salida por el camino que vamos
y con los mismos actores o "más de lo mismo", como ya protestaba
nuestro pueblo durante las últimas dos décadas del siglo XX.
A partir del
"Caracazo" de 1989, en Venezuela unimos grandes esfuerzos y sueños
por la reconstrucción moral de la República y la justicia social con
desarrollos democráticos encomiables. La nación se discutió a fondo
históricamente, la búsqueda colectiva rompió barreras escolásticas e
ideológicas, con expresiones políticas civiles y militares que daban cuenta de
las dificultades y las opciones que se perfilaban en ebullición social y
cultural.
1998 marcó un
decisivo hito histórico: año electoral presidencial y parlamentario, aquella
búsqueda nos llevó colectivamente a la conformación del "Polo
Patriótico" en apoyo a la candidatura presidencial de Hugo Chávez Frías, el sábado 12 de julio, en espacios del Instituto
Internacional de Estudios Avanzadas (IDEA), en Sartanejas, Caracas,
municipio Baruta del estado Miranda:
"Animados como estamos por el ideal bolivariano y fortalecidos
por el creciente apoyo popular a la causa patriótica que defendemos, que no son
otros que los supremos intereses de
nuestro pueblo venezolano, sumido hoy en una profunda crisis económica, política,
social y moral, hemos decidido responsablemente ante la historia asumir con coraje la misión de rescatar a
nuestra Patria". (2)
(Subrayados MIM)
Ese compromiso
fue traicionado de mil maneras. Los resultados están a la vista, veinte años
después: Venezuela es el país más
saqueado y descapitalizado del mundo, con una economía desvencijada
-vastamente destruida-, la mayoría de la población empobrecida a niveles de
asombro, servicios públicos precarizados por el pillaje y la pésima
administración, el sistema de salud pública arruinado, el sistema de justicia
podrido por la corrupción mafiosa de muchos de sus funcionarios incluyendo la
acción codiciosa de la alta burocracia en los Poderes Públicos nacionales,
regionales y municipales. Tal mare magnum de delincuencia organizada
desde las altas y medias esferas del poder público, no tiene precedentes en la
historia venezolana, y lo agrava el hecho de que sus tentáculos
provenientes del siglo XX se extendieron y profundizaron en el lapso 1999-2019,
por la traición de quienes incumplieron la palabra empeñada:
"Venezuela atraviesa los momentos más difíciles y conflictivos de
su historia. La obra devastadora de la partidocracia y sus organizaciones
políticas han carcomido las bases del Estado: las instituciones sobre las
cuales se levanta la estructura de una sociedad, y hasta el día de hoy lo único
que se puede vislumbrar es que el país entre en su fase terminal, si los
venezolanos, con unión, audacia, inteligencia y en paz, no lo salvamos.
"La justicia social y la ejecución de una política de desarrollo,
que permita enfrentarse a los problemas fundamentales que hostigan al pueblo:
el hambre, el desempleo, la inflación, la corrupción, la delincuencia, la caída
de la producción, la miseria en general, no pueden llevarse a cabo, si no
depuramos la administración de justicia; si no se logra que el Congreso se
transforme en el reformador y modernizador de nuestro ordenamiento jurídico y
social; si no se redimenciona el Poder Ejecutivo... Además, se hace
indispensable reestructurar todas las instituciones, como la Fiscalía, la
Contraloría y la Procuraduría para que puedan cumplir con sus funciones de
valar por la justa aplicación de las leyes y el control efectivo de la
administración pública." (3)
La pudrición
actual y los mecanismos mafiosos que afectan a la sociedad venezolana -sin
fronteras visibles en los campos político, económico y social- con repugnantes
rasgos en los ámbitos militares, civiles y empresariales, constituyen
principalísima demostración de la traición ocurrida. Esa "letra
muerta" tomada de una declaración pública en tiempo de campaña electoral
(1998), evidencia la dimensión del fracaso histórico que hoy sufrimos en rango
de tragedia sin precedente en los últimos cien años.
No esbozo aquí,
un balance de estas dos décadas de retroceso nacional. Habrá oportunidad y
tiempo, afortunadamente, para seguir compartiendo criterios, apreciaciones y
angustias; ahora, menos asido por los compromisos de la acción política
cotidiana, donde hoy es difícil encontrar suficiente decencia, lealtad,
reciedumbre y sapiencia como para impulsar entusiasmo a nuestro sufrido,
confundido y desorientado pueblo.
Por su
naturaleza, mi desempeño profesional como periodista y especialista en ciencia
política me mantendrá pendiente de lo público, del entorno nacional e
internacional, y de las dificultades y anhelos de nuestro pueblo, incluyendo
los aproximadamente cuatro millones de compatriotas emigrados al exterior con
sus angustias y sueños a cuestas, entre ellos tres de mis hijos y dos de mis
nietos, a quienes extraño y amo entrañablemente.
Es hora de
evaluar, valorar y desechar para aliviar cargas y facilitar emprendimientos
futuros, actividades postergadas, así como encuentros y reencuentros felices.
No cargo con maldades ajenas ni rencores: "Así es la vida",
gusta decir el pueblo francés. Lo vivido, vivido está; nadie puede echar atrás
el tiempo ni negar los hechos: los venezolanos decimos "nadie
me quita lo baila'o", con virtudes y defectos, por lo que a la
mezquindad y la envidia nunca les he permitido cercanía.
Cuando decida
apartarme definitivamente de la acción pública, lo compartiré con ustedes,
contento y honrado como hoy les digo que lo estoy pensando. Seguramente, leeré
más, pensaré más y escribiré más... y no es que les esté 'amenazando' o haciendo
"falsa oferta" en estos tiempos de "fake news" y otras deplorables torceduras afianzadas y
financiadas en la política y la comunicación social, mis dos áreas de luchas,
éxitos y frustraciones.
Soy convencido de
que los esfuerzos decisivos de los pueblos en la historia, son protagonizados
siempre por dinámicas mixturas de generaciones; jamás han sido obra de
individualidades engreídas, independientemente de los protagonismos
coyunturales, que tampoco son individuales y menos "providenciales".
Por ello, desde joven he rechazado la visión individualista de la historia que
se roba la riqueza en ebullición de toda sociedad y la confina al marco de un
sola persona, independientemente de lo relevante que ella haya sido. Ello
constituye un serio problema actual en la sociedad venezolana, en la que el
histórico caudillismo presidencialista convergió en los años setenta del siglo
XX con las artimañas del marketing político estadounidense (mercadeo de la
política), peligro exponenciado hoy por el enjambre comunicacional global
convertido en burdo negocio sin escrúpulos para controlar sociedades.
La historia nos fortalece
y el presente nos reta, pero no deben limitarnos hacia el futuro, en el diseño
de opciones ni en la construcción de caminos de bondad para la felicidad
colectiva en un entorno natural protegido (defendido). La politiquería
venezolana actual está demasiado lejos de estas comprensiones y exigencias para
lograr un estadio superior de desarrollo civilizado, en paz, con justicia social
y responsabilidad histórica, que solo es posible dentro de parámetros de
compromiso constructivo para el bien común, afincados en el conocimiento de las
ciencias y tecnologías contemporáneas y en los valores de respeto a los Derechos
Humanos.
El peor camino
siempre será la guerra, en cualquiera de sus variantes: sus grados de
destrucción material y sufrimientos sociales son suficiente advertencia. Me
permito resaltar que en las guerras, las primeras víctimas son la verdad, el
derecho y los buenos modales.
Hoy, la defensa
de la paz en Venezuela es tarea prioritaria, y así lo asumo. Especial
relevancia adquiere, entonces, la amenaza cierta de invasión militar contra
nuestra patria por parte del gobierno de Estados Unidos, con el terrible sino
de traición por parte de venezolanos que la solicitan y aplauden
irresponsablemente. Muy conocida, no huelga la magna expresión de Gandhi:
"No
hay camino a la paz, la paz es el camino".
Espero, de ahora
en adelante, cosechar tranquilidad y mayor capacidad reflexiva. Me aparto, pero
seguiremos juntos con sosiego, honestidad y bondad. Desde cualquier trinchera
se puede luchar, si se tiene convicciones, valores y objetivos claros para el
bien común y los equilibrios sociales, económicos, ecológicos y políticos que
lo determinan.
Se me antoja,
entonces, recurrir a la lúcida y estimulante palabra de Andrés Eloy Blanco:
"Por eso, en
este ocaso, ya es la hora
de entregarte mi
lámpara,
ya nos llegó el
momento
de que tu mano
encienda la luz que se me apaga.
Mi luz, mi pobre
luz a ti confío
farol en tu
pasillo, veladora en tu cama;
no digas que es
linterna para encontrar un Hombre,
sino luz de
sereno que ayude a los que pasan.
En las noches sin
luna, cuélgala en el camino,
en las de
tempestad ponla en la playa,
haz de mi luz un
hecho que ilumine tu mano
y de tu mano un
hecho de tierra iluminada." (4)
Generación tras
generación, entrelazadas unas con las otras en cada etapa y todas entre sí en
la perspectiva histórica de la patria, Venezuela es una continuidad cambiante y
a la vez reafirmada en su esencia independentista, anticolonialista,
antiimperialista, igualitaria y justa, solidaria y hermanada con los pueblos de
América Latina y el Caribe. Y no habrá fuerza en el mundo ni vaciamiento del
conocimiento colectivo que nos convierta en menos que eso.
Aquí vale la
palabra de nuestro Libertador Simón Bolívar,
uno de los más grandes hombres de Venezuela para los pueblos de la América y el
mundo, así reconocido por tirios y troyanos, a pesar de visiones mediocres y
pretensiones miserables. Él fue lo suficientemente diáfano, valiente y
visionario, como para intentar infructuosamente hundirlo en la charca de la
politiquería; se planta y nos reta:
"En una palabra, mi querido general... no conozco más partido de
salud que el de devolver al pueblo su soberanía primitiva para que rehaga su
pacto social. Usted dirá que esto no es legítimo; y yo, a la verdad, no
entiendo qué delito se comete en ocurrir a la fuente de las leyes para que
remedie un mal que es del pueblo y que solo el pueblo conoce. Digo francamente
que si esto no es legítimo, será necesario a lo menos, y, por lo mismo, muy
propio de una república eminentemente democrática". (5)
Soy convencido de
que es hora de convocar la soberanía popular, si queremos realmente superar en
paz el actual estadio de postración, descomposición y sufrimientos inauditos en
Venezuela. Todavía no se comprende bien por la diatriba duopólica en torno al
poder, protagonizada por dos bandos irracionales corresponsables políticos y
morales de la crisis, que tienen sobre los escenarios comunicacionales los
suficientes controles como para censurar, mentir, manipular, deformar y
degradar a conveniencia hechos, ideas e interpretaciones.
Los bandos en
pugna se han agotado y desnaturalizado, su credibilidad parcial disminuye y el
cepo que a la sociedad han impuesto irracionalmente con su irresponsabilidad
histórica y social, obtura y desnaturaliza la discusión necesaria, la búsqueda
útil. El fracasado gobierno y la incompetente oposición de turno carecen de la
confianza popular para ganar una mayoría decisiva que apunte a la superación
del desastre que han generado. Lo lógico, democráticamente, es convocar la
soberanía popular para conocer la actual voluntad nacional, única vía
fértil para destrancar el juego y atender paralela y aceleradamente el
empobrecimiento y los sufrimientos de nuestro pueblo.
Con estas
anotaciones compartidas y buen ánimo, cubro una necesidad vital de comunicarles
afectiva y respetuosamente parte de mis actuales preocupaciones y ocupaciones.
Tendrán justificación si son o se hacen comunes para apalancar a Venezuela con
nuestra unión y pensamiento.
Las crisis son
paridoras de opciones, y nuestro pueblo las tiene todas a su alcance; no, las
"cúpulas podridas". Espero que adoptemos y construyamos las mejores.
Mientras, le seguiré dando vueltas a este poema de Gustavo Pereira:
"Hay
una paz que se alcanza en la humildad
Pero es la que
más cuesta" (6)
MANUEL ISIDRO MOLINA PEÑALOZA
Loma del Río, 04
de agosto de 2019
*************
REFERENCIAS:
1. RODRÍGUEZ, Simón. Carta al general José
Trinidad Morán, 26 de noviembre de 1853. En "La isla de Robinson",
Arturo Úslar Pietri (Caracas, 1981).
2. POLO PATRIÓTICO, Acta Nro. 1, Caracas,
12 de julio de 1998.
3. CHÁVEZ FRÍAS, Hugo. Declaración "A
LA NACIÓN", Caracas, agosto de 1998. Contenido en el Acta Nro. 5 de
reunión del Polo Patriótico, en el hotel Eurobuilding, Caracas, 01 de agosto de
1998.
4. BLANCO, Andrés Eloy.
"Giraluna", citado por su hijo Andrés Eloy Blanco Iturbe en su DISCURSO EN EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA,
el 2 de julio de 1981, con motivo de los 100 años del nacimiento en Cumaná del
afamado poeta, abogado y político venezolano. Cuadernos de Padacería,
Nro. 3. Caracas, 1996.
5. BOLÍVAR, Simón. Carta al general
Francisco de Paula Santander, vicepresidente de Colombia, 14 de julio de 1826.
En "BOLÍVAR, Biografía", Indalecio Liévano Aguirre.
6. PEREIRA, Gustavo. "Somari de la humildad", en "Los
cuatro horizontes del cielo y otros poemas", Premio Internacional
de Poesía Víctor Valera Mora, III Edición. Caracas, septiembre de2011.
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